El principio del fin
Pertenezco a una generaci¨®n de vascos que no ha conocido m¨¢s que esto. Me recuerdo de ni?a observando la pegatina con el anagrama de ETA que llevaba un compa?ero de la ikastola en su carpeta; me recuerdo -aun con trenzas- ojeando un libro clandestino con fotograf¨ªas en blanco y negro de torturados por la Guardia Civil; me recuerdo, ya de adolescente, de paso en la casa de unos familiares de etarras: las gigantescas fotograf¨ªas en las paredes, la ikurri?a, los s¨ªmbolos, un altar impresionante iluminado con velas. La toma de conciencia debi¨® de ser paulatina, pues no puedo se?alar ning¨²n hecho decisivo. En un momento dado, en mi cuadrilla decidimos que nuestro poteo no pasaba por la Herriko, por la que hab¨ªamos pasado a menudo imitando los itinerarios de las dem¨¢s cuadrillas del pueblo. No recuerdo que tal decisi¨®n fuera precedida de ninguna discusi¨®n, simplemente obedec¨ªa a una repugnancia creciente por los cr¨ªmenes etarras y la actitud chulesca de sus seguidores, repulsi¨®n por la que acordamos que "a estos matones, ni un zurito...". Despu¨¦s, al comenzar la universidad, recuerdo las caras de mis compa?eros cuando, con un claro deje de iron¨ªa, llam¨¦ "galer¨ªa de m¨¢rtires y h¨¦roes de la patria" al largo pasillo cuajado de fotos de etarras; me suplicaron que no hablara tan alto y que no fuera tan sarc¨¢stica... A partir de ese momento, la conciencia se fortalece y los recuerdos se precipitan, se pisan, se multiplican.
Pertenezco, pues, a una generaci¨®n a la que la violencia etarra ha marcado con cruces no s¨®lo toda su experiencia pol¨ªtica (y su experiencia moral), sino tambi¨¦n su proyecci¨®n o imaginaci¨®n pol¨ªtica. Como mucho, hemos podido fantasear con una Euskadi sin ETA, imaginando a grandes rasgos una convivencia democr¨¢tica apaciguada entre las distintas sensibilidades ideol¨®gicas. Por fin, y aunque cueste creerlo, contemplamos esperanzados la posibilidad de que ese gran deseo se convierta en realidad. Si de verdad ¨¦ste es el principio del fin, ?qu¨¦ cabe esperar a partir de ahora? Casi todos los an¨¢lisis se han centrado en el corto plazo (cambio de la pol¨ªtica penitenciaria, etc.), as¨ª como en la cuesti¨®n fundamental del recuerdo y la memoria de las v¨ªctimas. Nos cuesta mucho m¨¢s, sin embargo, pensar e imaginarnos el medio plazo.
Alguien dijo que esto va a ser como abrir una botella de champ¨¢n. Al comienzo sale mucha espuma, pero hay que esperar para ver cu¨¢nto l¨ªquido queda. Se refer¨ªa al ascenso electoral de la izquierda abertzale. ?Ser¨¢ verdad, o m¨¢s bien debemos esperar un crecimiento continuado del independentismo? Lo que me gustar¨ªa ser capaz de prever es si ese imaginario de afrenta, de humillaci¨®n, de pueblo oprimido que anima al nacionalismo sobrevivir¨¢ a la desaparici¨®n de ETA y de su encendido relato ¨¦pico, o se ir¨¢ desinflando con el tiempo. Nuestra imaginaci¨®n no est¨¢ entrenada, ya digo. Pero s¨ª nuestro deseo.
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