"La resistencia al cambio en M¨¦xico es m¨¢s profunda de lo que parece"
Nadie duda de que M¨¦xico ha reunido credenciales suficientes para ser considerado un pa¨ªs moderno: democracia, econom¨ªa de mercado, una clase media emergente... Sin embargo, "las resistencias al cambio son mucho m¨¢s profundas de lo que parece", afirma el escritor Jorge Casta?eda (M¨¦xico, 1953). Lo percibi¨® con toda crudeza cuando ocup¨® el cargo de ministro de Exteriores (2000-2003), en el primer Gobierno surgido tras la derrota del Partido Revolucionario Institucional (PRI, 70 a?os en el poder). Y para explicar esas resistencias, Casta?eda buce¨® en el "alma" nacional. El resultado es Ma?ana o pasado. El misterio de los mexicanos (Aguilar), un entretenido viaje por la idiosincrasia mexicana y los lastres que, por ejemplo, el individualismo, el desapego a la ley, el victimismo, el rechazo al extranjero o la huida del conflicto suponen para la modernizaci¨®n.
"No habr¨¢ regreso a la presidencia imperial. No existen ya las condiciones"
Pregunta. ?No le han acusado de determinismo cultural?
Respuesta. No. Lo que s¨ª me han dicho es que volver al enfoque cultural es una p¨¦rdida de tiempo, que el problema es que no hay pol¨ªticas p¨²blicas correctas ni las reformas necesarias.
P. Justamente, la incapacidad de los partidos de consensuar reformas perentorias, desde la energ¨¦tica a la fiscal, podr¨ªa achacarse a la irresponsabilidad, la cortedad de miras, la lucha por el poder...
R. Es cierto, pero la siguiente pregunta es: ?por qu¨¦ es as¨ª? Lo primero que todos los extranjeros notan al llegar a M¨¦xico es que el mexicano es incapaz de decir que no. Y este rasgo anecd¨®tico, si lo rascas un poco, refleja una aversi¨®n al conflicto y a la competencia que se traduce, por ejemplo, en la incapacidad para la construcci¨®n de mayor¨ªas, porque el pa¨ªs no cree en las mayor¨ªas, cree en los consensos. En M¨¦xico se retuercen las leyes por imperativo pol¨ªtico para rehuir el conflicto. Y el individualismo explica la reproducci¨®n de un liderazgo basado en el viejo patr¨®n caciquil, que vemos incluso en los movimientos sociales, como el zapatismo o en las actuales protestas ciudadanas contra la violencia.
P. En el libro evoca la necesidad de un De Gaulle que cambie la mentalidad del pa¨ªs, como el general hizo en la Francia de posguerra. ?No le ha salido a usted tambi¨¦n esa veta caudillista?
R. S¨ª, hay algo de eso. No veo otra manera de hacerlo, porque el pa¨ªs es as¨ª. Necesitas una figura, pero no autoritaria. De Gaulle pudo hacer lo que hizo porque ten¨ªa una legitimidad hist¨®rica y democr¨¢tica. Pero en M¨¦xico no hay ning¨²n De Gaulle a la vista, y esto puede tardar a?os.
P. De hecho, las ¨¦lites pol¨ªticas, empresariales e intelectuales alimentan esos rasgos, como el nacionalismo. ?No es una forma de defender sus intereses?
R. Totalmente. Hay muchos rasgos de car¨¢cter nacional fomentados por los poderes f¨¢cticos, como la aversi¨®n al conflicto. Cada vez que un Gobierno intenta actuar, llega la advertencia: "el costo del conflicto va a ser tan elevado, que mejor ni lo muevas". Eso explica en parte la pasividad de un presidente como Vicente Fox a la hora de enfrentar la memoria hist¨®rica, o la corrupci¨®n.
P. Felipe Calder¨®n no ha rehuido el conflicto, y se ha enfrentado al narcotr¨¢fico.
R. Es verdad, es un comportamiento distinto. Pero alguien te podr¨ªa decir: mejor nos qued¨¢bamos como antes, porque 50.000 muertos es muy caro.
P. ?Cu¨¢l era la alternativa? ?Dejar que el narcotr¨¢fico siguiera enquist¨¢ndose en el poder?
R. Las razones que dio Calder¨®n para iniciar esta guerra han ca¨ªdo por su peso: ni hab¨ªa crecido el consumo de drogas, ni la violencia (ahora s¨ª), ni ofreci¨® datos sobre el aumento del poder del narco, que hab¨ªa infiltrado la polic¨ªa desde los a?os 80. Creo que hubiera sido mejor neutralizar sus efectos da?inos (extorsi¨®n, secuestros), crear una polic¨ªa nacional ¨²nica, como en Chile o Colombia, para no usar el Ej¨¦rcito, y convertirse en adalid de la legalizaci¨®n de las drogas.
P. Los sondeos vaticinan la victoria del PRI en 2012. ?Qu¨¦ puede suponer? ?Regresa la presidencia imperial? ?O es un PRI renovado?
R. No creo que sea un PRI renovado, pero llegar¨ªa en una situaci¨®n renovada, con un Congreso de oposici¨®n, sujeto a la prensa, a los tratados internacionales... En 12 a?os de alternancia los otros han aprendido a gobernar. Y los nuevos cuadros priistas han tenido que crecer pol¨ªticamente fuera del poder real. No habr¨¢ regreso a la presidencia imperial. Las condiciones ya no existen. Y la gente tampoco lo a?ora.
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