John McCarthy, el arranque de la inteligencia artificial
Investig¨® sobre el libre albedr¨ªo de las m¨¢quinas
Si hoy la ciencia juega con la idea de un ordenador que pueda pensar, es gracias a la labor del pionero de la computaci¨®n John McCarthy, fallecido el lunes en su casa de Stanford, California, a los 84 a?os. A McCarthy se le debe el concepto de inteligencia artificial, que ¨¦l acu?¨® en los a?os cincuenta; el lenguaje de programaci¨®n Lisp, estrechamente ligado a ese campo de investigaci¨®n, y el concepto de tiempo compartido en inform¨¢tica, por el que muchos usuarios pueden conectarse a un ordenador central.
De visionario se puede calificar a McCarthy, nacido en Massachusetts en 1927. Se licenci¨® en matem¨¢ticas en 1948, en el Instituto de Tecnolog¨ªa de California. Tres a?os despu¨¦s obtuvo un doctorado por la prestigiosa Universidad de Princeton. Su mente era la de un matem¨¢tico, y ¨¦l opinaba que esa era una disciplina imprescindible para desarrollar la inteligencia artificial.
En un documento publicado en 2007 por la Universidad de Stanford, donde ense?¨® desde 1962 hasta su jubilaci¨®n en 2000, explic¨® que ¨¦l entend¨ªa por inteligencia artificial (IA) "la ciencia y la ingenier¨ªa de crear m¨¢quinas inteligentes, especialmente programas de computaci¨®n inteligentes. Est¨¢ relacionada con la tarea similar de utilizar ordenadores para comprender la inteligencia humana, pero la IA no se limita a m¨¦todos que sean observables biol¨®gicamente".
El momento fundacional de la IA fue una conferencia organizada por ¨¦l mismo en la Universidad de Darmouth en 1956. All¨ª plante¨® sus objetivos: "Este estudio proceder¨¢ sobre la base de la conjetura de que todos los aspectos del aprendizaje o cualquier otro rasgo de la inteligencia pueden, en principio, ser descritos de una forma tan precisa que se puede crear una m¨¢quina que los simule".
M¨¢s de medio siglo despu¨¦s, no hay a¨²n ordenadores que imiten el pensamiento. Los hay que se mueven, hablan y responden, pero la equiparaci¨®n a la vida a¨²n parece muy lejana. En 1978 McCarthy ya se tem¨ªa esto, y dijo que para crear una verdadera IA se necesitar¨ªa el trabajo de "1,7 Einsteins, 2 Maxwells, 5 Faradays y la financiaci¨®n de 0,3 Proyectos Manhattan, siempre y cuando ese proyecto viniera despu¨¦s de los necesarios descubrimientos conceptuales".
McCarthy investig¨® profusamente las posibilidades de que una m¨¢quina tuviera el mayor grado de humanidad posible: el libre albedr¨ªo. "?Podr¨¢ un ordenador decir alg¨²n d¨ªa: puedo, pero no quiero?", se pregunt¨® en 1999. "Hay diferentes tipos y niveles de libre albedr¨ªo. Un autom¨®vil tiene libre albedr¨ªo, un programa de ajedrez tiene un m¨ªnimo nivel de libre albedr¨ªo y un ser humano dispone de ¨¦l en mucho mayor grado. Sistemas con niveles humanos de IA, es decir, aquellos que se equiparen a o sobrepasen la inteligencia humana, necesitar¨¢n m¨¢s que los programas de ajedrez actuales, incluso para ser sirvientes ¨²tiles".
En 1958, antes de trasladarse a Stanford, McCarthy fund¨® el laboratorio de IA en el Instituto de Tecnolog¨ªa de Massachusetts. Paralelamente, ide¨® el concepto de tiempo compartido en computaci¨®n. "Recuerdo que comenc¨¦ a pensar en ello en los a?os de mis primeros contactos con ordenadores y me sorprendi¨® que ese no fuera el objetivo principal de IBM y de otros fabricantes de ordenadores", escribi¨® en 1983.
Por "tiempo compartido", McCarthy entend¨ªa "un sistema operativo que permitiera a cada usuario de un ordenador comportarse como si tuviera el control total de ese ordenador". Eran los a?os cincuenta del siglo pasado y los ordenadores personales eran ciencia-ficci¨®n. Investigadores como McCarthy cre¨ªan que, adem¨¢s, ser¨ªan caros, por lo que intent¨® facilitar que muchos usuarios pudieran conectarse simult¨¢neamente a un superordenador.
McCarthy se cas¨® tres veces, la segunda con la cient¨ªfica Vera Watson, fallecida en 1978 cuando intentaba escalar el Annapurna. Les sobreviven tres hijos y su tercera mujer, Carolyn.
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