El hijo del Pr¨ªncipe de Asturias
Adam escrib¨ªa canciones pero las desechaba si se parec¨ªan a las de su padre. Se estrell¨® con dos discos, hasta que un exitoso productor le convenci¨® de que dejara de negar lo obvio: que es v¨¢stago de Leonard Cohen
Deben de ser entretenidas las fiestas familiares en la casa de Leonard Cohen, en Los ?ngeles. Adam, su primog¨¦nito, se presenta con su hijo llamado Cassius. "S¨ª, es por el boxeador", confirma en conversaci¨®n telef¨®nica. "Ali es mi ¨ªdolo pero, claro, bautizarle Muhammad Cohen habr¨ªa quedado raro". Luego est¨¢ Lorca, la hija de Leonard, que acaba de tener una ni?a por encargo de dos amigos, la pareja formada por el sublime Rufus Wainwright y su novio Jorn Weisbrodt. "Se llama Viva Katherine Wainwright Cohen y promete", cuenta Adam, "es la uni¨®n de dos buenas estirpes musicales".
As¨ª que los Cohen est¨¢n de buen a?o. Adam agradece profusamente el Premio Pr¨ªncipe de Asturias concedido a su padre y confirma que s¨ª, que su nuevo ¨¢lbum ya est¨¢ terminado, "y es una maravilla". Tambi¨¦n Adam acaba de publicar lo que llama "el disco de mi vida", Like a man (Cooking Vinyl / PIAS). Se explica: "Desde que era un adolescente, hac¨ªa lo mismo que mi padre: compon¨ªa. Solo ten¨ªa una regla: si el resultado sonaba demasiado a Leonard, me guardaba la canci¨®n. As¨ª que fui acumulando un repertorio que me parec¨ªa demasiado ¨ªntimo para compartir con el p¨²blico. Pero mis padres, mi hermana, mis amigos, todos me rogaban que grabara esos temas".
Atr¨¢s quedan tres discos en tres discogr¨¢ficas diferentes, se?al evidente de que Adam nunca encontr¨® su nicho en el mercado. "El primero, Adam Cohen (1998), fue una decepci¨®n. Quer¨ªa triunfar pero estaba en la misma compa?¨ªa de mi padre y hasta llegu¨¦ a sospechar que me ficharon para complacerle. En realidad, eran a?os de vacas gordas y grababan a cualquiera que aparec¨ªa por el horizonte, aunque luego no supieran qu¨¦ hacer con el disco. Una noche coincid¨ª en una fiesta con el director del sello y ?no sab¨ªa que yo era artista de su compa?¨ªa! Ahora me r¨ªo, pero fue muy humillante".
Para el siguiente, se permiti¨® un capricho: "Melancolista (2004) est¨¢ cantado en franc¨¦s. ?Los motivos? El franc¨¦s suena bonito y creo que lo hablo mejor que mi padre. He vivido en Francia y siempre me siento m¨¢s mediterr¨¢neo que americano. Pero el p¨²blico franc¨®fono no lo entendi¨®".
Casi simult¨¢neamente, Adam se integr¨® en un grupo, los Low Millions, y con ellos public¨® Ex girlfriends (2004), donde hablaba de antiguos amores: "Comprob¨¦ que era cierto lo que me explicaba mi padre, que ninguna mujer se siente ofendida por inspirar una canci¨®n, aunque la relaci¨®n terminara mal y ella no salga favorecida en la letra. En general, ellas tienen m¨¢s generosidad que los hombres".
Todo suena demasiado deliberado, reflexiona Adam, "y no fue as¨ª". "En alg¨²n momento, asum¨ª que estaba siguiendo la tradici¨®n familiar, que hacer m¨²sica es un oficio aunque te hayan echado de tres discogr¨¢ficas. Con un hijo, aceptas todo, desde jingles de publicidad a m¨²sica para pel¨ªculas porno. Tambi¨¦n fui doctor de canciones. S¨ª, igual que se hace con los guiones de cine. Te traen unas canciones y las redondeas, potencias su estructura, mejoras las rimas, lo que necesiten. Es un trabajo modesto, te pagan una cantidad y te olvidas. Pero mejor eso que quedarte en casa renegando del negocio musical".
El nuevo trabajo de Adam, Like a man, fue una carambola. Conoc¨ªa a Patrick Leonard, un productor que se enriqueci¨® al lado de Madonna, y este le hizo la oferta que no pod¨ªa rehusar: "Ya hab¨ªamos trabajado juntos y sab¨ªa lo de mi cancionero secreto. Me propuso grabarlo en su estudio, sin preocuparnos de qui¨¦n lo iba a editar. Se registr¨® al viejo estilo, con los m¨²sicos tocando a la vez. Quer¨ªamos que las canciones no se asfixiaran de tanto repetirlas. En el estudio me encontr¨¦ con Don Was y se ofreci¨® a tocar el contrabajo. Tambi¨¦n vino Jennifer Warnes, que hab¨ªa cantado con mi padre. Fue como si todos los planetas se conjuraran".
Tambi¨¦n hab¨ªa algo de revancha, reconoce. "Adoro todo lo que hace mi padre, pero tenemos nuestras discrepancias est¨¦ticas. Siento debilidad por sus primeros discos, cuando no usaba tantos sintetizadores. As¨ª que quise recordarle que menos es m¨¢s, que puedes basarlo todo en una vieja guitarra".
A los 39 a?os, Adam Cohen ha aprendido que no hay que impostar una personalidad. "Hubo una temporada en que quise ser Prince", admite, "empec¨¦ un disco funky con Nile Rodgers que espero nunca vea la luz. Me pas¨¦ demasiado tiempo negando lo obvio: que soy hijo de Leonard Cohen. Tuve el mejor instructor posible. Y un buen padre. De joven, sufr¨ª un accidente terrible, casi me quedo en una silla de ruedas. Mi padre estuvo constantemente a mi lado, empe?ado en que no me rindiera".
Solo le pondr¨ªa una objeci¨®n a su padre: "Era tan fascinante su trabajo que me qued¨¦ enganchado. De alguna manera, no quiso ense?arnos el lado duro del negocio. Le ve¨ªamos triunfar, en unas ¨¦pocas m¨¢s que en otras, y nunca nos habl¨® de los sacrificios y los compromisos. Eso lo tuve que descubrir por mi cuenta".
Adam Cohen act¨²a hoy en El Sol, a las 22.00. 14 euros.
En el nombre del padre
- Jakob Dylan. Hijo de Bob, tuvo un pico de ¨¦xito con The Wallflowers. Ahora funciona como cantautor con guitarra de palo.
- Julian Lennon. Hijo mayor de John, triunf¨® en su aparici¨®n discogr¨¢fica (1984) pero su impacto se fue desvaneciendo. Graba ocasionalmente.
- Moreno Veloso. Hijo de Caetano, ha evitado la sombra paterna con el proyecto + 2 o la Orquestra Imperial.
- Lulu Gainsbourg. Hijo de Serge, se acaba de incorporar a la far¨¢ndula con una vistosa colecci¨®n de versiones de su padre.
- Estrella Morente. Hija de Enrique, ahora tiene que buscar una direcci¨®n art¨ªstica, sin los consejos paternos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.