El riesgo de acertar
El oficio de contar. As¨ª ha titulado Mar¨ªa Isabel Cintas Guill¨¦n su biograf¨ªa de Manuel Chaves Nogales, y no habr¨ªa podido encontrar un t¨ªtulo mejor para ella. No ha debido resultarle tampoco f¨¢cil escribirla, tras a?os de trabajo y de investigaci¨®n, y acaso por ello el lector ha de agradec¨¦rsela doblemente, pues Chaves no dej¨® muchas pistas de su vida. Dej¨®, s¨ª, una obra period¨ªstica considerable y una obra literaria corta y singular, pero datos personales propiamente, lo que se dice rastros de s¨ª mismo, pocos. Eso hace que el libro de Cintas, especialista en Chaves, haya de ser recibido con el mejor de los saludos por aquellos que ven en el escritor y periodista sevillano una de las mentes m¨¢s sagaces y ponderadas de su tiempo. S¨®lo un pu?ado de p¨¢ginas, el pr¨®logo de su libro de relatos de la Guerra Civil, el hoy reeditad¨ªsimo A sangre y fuego, le hacen merecedor de un lugar relevante en nuestras letras. Cuando empez¨® a escribirlo era subdirector del diario Ahora, un peri¨®dico republicano conservador en su l¨ªnea y moderno en su presentaci¨®n. En los primeros d¨ªas de la guerra la CNT y la UGT incautaban el peri¨®dico y Chaves era nombrado camarada-compa?ero director. No hab¨ªa sido nunca revolucionario y jam¨¢s hab¨ªa ocultado su desprecio por el fascismo y el nazismo. "Yo era eso que los soci¨®logos llaman un peque?o burgu¨¦s liberal, ciudadano de una rep¨²blica democr¨¢tica y parlamentaria. Ganaba mi pan y mi libertad con una relativa holgura confeccionando peri¨®dicos y escribiendo art¨ªculos, reportajes, biograf¨ªas, cuentos y novelas, con los que me hac¨ªa la ilusi¨®n de avivar el esp¨ªritu de mis compatriotas...". Lo de avivar el esp¨ªritu de los compatriotas le dur¨® hasta noviembre de 1936, cuando abandon¨® todo y sali¨® de Espa?a para salvar la vida, sin que ello menoscabara un ¨¢pice sus convicciones: "Hasta ahora no se ha descubierto una f¨®rmula de convivencia humana superior al di¨¢logo", dir¨¢ en el exilio, "ni se ha encontrado un sistema de gobierno m¨¢s perfecto que el de una asamblea deliberante. En el mundo no hay m¨¢s".
Cuando algunos lectores, entre ellos el que escribe estas l¨ªneas, se tropezaron hace veinte a?os con el pr¨®logo de ese libro inencontrable entonces, la pregunta que se hicieron fue sencilla: ?por qu¨¦ nadie conoce a Chaves Nogales, por qu¨¦ no figura en las historias literarias, por qu¨¦ no han hablado de ¨¦l ni los rojos ni los fascistas, por qu¨¦ sus libros siguen cubiertos de polvo en las librer¨ªas de viejo, incluidos algunos tan sobresalientes como su biograf¨ªa de Belmonte o el deslumbrante El maestro Juan Mart¨ªnez que estaba all¨ª?
Chaves, hijo de un periodista y una pianista, hab¨ªa nacido en Sevilla en 1897. Al morir su padre se puso a trabajar muy joven tambi¨¦n como periodista, pero sobre todo como rep¨®rter, primero en Sevilla, y luego en Madrid. Fue otro de los muchos que para triunfar, como dec¨ªa Baroja, ven¨ªan a Madrid y se pon¨ªan a la cola, trabajando de "periodista de pata, m¨¢s que de mesa". "Mi t¨¦cnica period¨ªstica no es una t¨¦cnica cient¨ªfica. Puedo equivocarme. Andar y contar es mi oficio", dir¨¢.
Se equivoc¨® poco. Empez¨® a escribir unos reportajes que causaron sensaci¨®n. Recorri¨® Europa en aeroplano. Puso de moda esos viajes en los que se jugaba literalmente la vida. Fue a Rusia y vio lo que hab¨ªan hecho los soviets, y lo cont¨®; estuvo en Alemania y vio lo que hac¨ªan los nazis a los jud¨ªos, y tambi¨¦n lo cont¨®. Mal negocio. Cuando estall¨® la revoluci¨®n en Madrid, tuvo que huir: no era de fiar. Cuando los alemanes entraron en Par¨ªs, fue a buscarle la Gestapo. No les hab¨ªa gustado tampoco la entrevista que le hab¨ªa hecho tiempo atr¨¢s al doctor Goebbels. Para entonces ten¨ªa ya mucho prestigio en la prensa, y un gran sueldo que le permit¨ªa ser rumboso y tener informantes en todas partes. Como periodista era intuitivo y escrupuloso con los hechos, que le gustaba contrastar. Pocas bromas. Con las ideas, menos a¨²n: "El hombre netamente liberal no abdica de sus derechos y libertades ante ninguna garant¨ªa de orden, por fuerte que sea".
Pero si ejercer el periodismo de aquellos a?os, principalmente en la Rep¨²blica, pod¨ªa ser fascinante, tambi¨¦n sol¨ªa acarrear peligros. Chaves busc¨® la verdad en las revueltas campesinas andaluzas o en la Revoluci¨®n de Octubre y lo que vio no le gust¨® a ¨¦l, como dem¨®crata liberal que era, pero lo que cont¨® todav¨ªa gust¨® menos a los que pensaban ya en hacer sus respectivas revoluciones, y ganarlas, claro.
Vino la guerra y lo que Chaves cont¨® de ella tampoco contribuy¨® a que los "hunos" y los "hotros" respetaran demasiado a quien denunciaba todos los cr¨ªmenes. Cuando pas¨® el desastre, Chaves fue de los que perdi¨® la guerra y no apareci¨® en los manuales de literatura.
?Y su vida en el exilio? Cintas nos la cuenta con el inestimable testimonio de los hijos del escritor: triste y rota como tantas, su familia en Espa?a y ¨¦l viviendo solo en Londres, so?ando reencuentros imposibles, que no se produjeron. Muri¨® en 1944, ten¨ªa 47 a?os y una semana despu¨¦s el r¨¦gimen de Franco lo depur¨® por mas¨®n. A su obra deslumbrante le quedaba medio siglo de purgatorio, el medio siglo que fue necesario para que fuese sabi¨¦ndose lo que hab¨ªan sido los discursos hegem¨®nicos de los totalitarismos de izquierda y de derecha, que el peque?o burgu¨¦s Chaves combati¨® sin arredrarse.
Chaves Nogales. El oficio de contar. Mar¨ªa Isabel Cintas Guill¨¦n. Premio Antonio Dom¨ªnguez Ortiz de Biograf¨ªas 2011. Fundaci¨®n Jos¨¦ Manuel Lara. Sevilla, 2011. 368 p¨¢ginas. 25 euros.

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