?Qu¨¦ me est¨¢n comprando?
Como todo el mundo sabe a estas alturas, la directora general de Caja Mediterr¨¢neo hasta hace cuatro d¨ªas (si uno pone "ex-directora" parece que su cargo sea cosa del pasado remoto, y no lo es en absoluto), se ten¨ªa asignado un sueldo anual de 600.000 euros y se hab¨ªa adjudicado, en caso de cese, una pensi¨®n anual vitalicia de 369.000. Dado que, seg¨²n las fotos, es una mujer relativamente joven -y con motivo para lucir en la mayor¨ªa una amplia y autosatisfecha sonrisa; en las anteriores al esc¨¢ndalo, al menos-, cabe imaginar que, de haberse salido con la suya, se habr¨ªa pasado treinta o m¨¢s a?os cobrando eso por no hacer nada. Otros directivos de la misma entidad se despidieron antes con indemnizaciones millonarias, pese a haberla conducido a una situaci¨®n de "quiebra t¨¦cnica". As¨ª, Roberto L¨®pez, director entre 2001 y 2010, se llev¨® 3,8 millones al prejubilarse, adem¨¢s de otra cantidad desmedida en pensiones. Tales sumas claman al cielo, m¨¢s que nada, porque las p¨¦rdidas de la CAM obligaron al Banco de Espa?a a "inyectarle 2.800 millones de capital, cifra que el supervisor ha dado pr¨¢cticamente por perdida", seg¨²n Julio M L¨¢zaro en este diario. En Novacaixagalicia, por su parte, cuatro antiguos capitostes han recibido "compensaciones" por valor de 40 millones de euros, pese a haber requerido su entidad la nacionalizaci¨®n, ante su falta de solvencia. La Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n ha tomado cartas en el asunto de la CAM. Veremos.
"Cuando una gesti¨®n no produce riqueza, sino malgasto y ruina, son necesarias todas las alarmas"
La gente tiende a poner el grito en el cielo cuando alguien gana mucho, sea quien sea. Yo no; depende. No me escandaliza que Messi o Cristiano Ronaldo se embolsen grandes sumas, porque a su vez las generan para numeros¨ªsimos otros. Si millones de personas se sientan ante la televisi¨®n para ver lo que hacen con un bal¨®n, no les quepa duda de que de sus habilidades se est¨¢n beneficiando montones de individuos y empresas. Tampoco me rasgo las vestiduras porque Shakira o Brad Pitt ganen millonadas. Cuantos m¨¢s espectadores est¨¦n dispuestos a contemplarlos, mayor raz¨®n para que ellos se lleven un alto porcentaje. Que yo sepa, ni Messi ni Cristiano ni Shakira ni Pitt reciben dinero de los contribuyentes para sus actividades, ni obligan a nadie a tomar asiento para admirar sus talentos. De la misma manera, Ken Follett o J K Rowling no pueden imponer a nadie la adquisici¨®n de sus novelas, y si los lectores las compran libremente por millones, es l¨®gico que ellos saquen provecho (lo contrario ser¨ªa una explotaci¨®n de su trabajo).
Cuando hay fondos p¨²blicos por medio es otra cosa. Y cuando una gesti¨®n no produce riqueza, sino malgasto y ruina, como en la CAM y en Novacaixagalicia, entonces son necesarias todas las alarmas. Cuando esa ruina le cuesta dinero al contribuyente, resulta indecente que ese dinero se emplee para premiar a los responsables de un desastre. Como tambi¨¦n saben, las comunidades aut¨®nomas gobernadas por el PP y el Banco de Espa?a andan responsabiliz¨¢ndose entre s¨ª de no haber controlado e impedido semejantes abusos. Pero ?qu¨¦ hay de la se?ora Amor¨®s, el se?or L¨®pez y los dem¨¢s obsequiados? ?Acaso no se daban cuenta de lo desproporcionado de sus sueldos y pensiones vitalicias? ?De que, a diferencia de lo que ocurre con Messi y Shakira, su trabajo no generaba ganancias que los justificaran? ?De que, a diferencia de Cristiano y Pitt, ellos no eran insustituibles y de que cualquier otro ejecutivo podr¨ªa haber desempe?ado su cargo? Parece como si hoy fuera normal que casi nadie se pregunte, cuando est¨¢ demasiado bien pagado, qu¨¦ es lo que de verdad le est¨¢n comprando. Como si a nadie le causara incomodidad ni recelo percibir m¨¢s de lo que ser¨ªa justo y adecuado y sensato, ni se planteara qu¨¦ deuda contrae con ello ni a qu¨¦ va a verse obligado. No s¨¦. Cada vez que una editorial me ha ofrecido, por un libro, m¨¢s de lo que yo consideraba razonable, o por lo menos "explicable", he sentido desconfianza y me he preguntado eso en seguida: ?en realidad qu¨¦ me est¨¢n comprando? En m¨¢s de una ocasi¨®n (y tengo de testigos a mis agentes literarias y editores), he rebajado el anticipo que se me propon¨ªa por considerarlo excesivo y no ver lo bastante claro a qu¨¦ respond¨ªa. Muchos me juzgar¨¢n tonto o ingenuo -no eran cantidades que yo hubiera pedido, sino que se me ofrec¨ªan-, pero as¨ª he sido educado, y no fui el ¨²nico entre los de mi generaci¨®n, sin duda. ?Qu¨¦ ha sucedido para que incontables miembros de esa generaci¨®n -no digamos de las siguientes, educadas por la nuestra en buena medida- desconozcan ese desasosiego ante lo inexplicable, aunque nos beneficie? Yo entiendo la corrupci¨®n o la codicia de quien no tiene nada, de quien incurre en ellas para subsistir, y no me atrever¨ªa mucho a condenarlas, como tampoco condena uno mucho el hurto del indigente o la estafa del menesteroso, siempre y cuando no conduzcan a sus v¨ªctimas a la menesterosidad o la indigencia. Pero no entiendo que la se?ora Amor¨®s, que con la mitad de su sueldo habr¨ªa vivido en la abundancia -y aun con un cuarto-, no tuviera reparos en cobrar 600.000 al a?o, sin preguntarse por qu¨¦ alguien le permit¨ªa o le daba eso, ni a qu¨¦ se compromet¨ªa con ello, ni qu¨¦ le estaban comprando, adem¨¢s de su calamitoso trabajo. No hay nada personal contra ella, es s¨®lo el ejemplo que corre. Lo mismo vale para su antecesor el se?or L¨®pez, los directivos de Novacaixagalicia y tantos pol¨ªticos, empresarios y banqueros de los que a¨²n no nos ha llegado deprimente noticia.
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