?Servir¨¢n las reformas estructurales?
La situaci¨®n econ¨®mica que heredar¨¢ el partido que gane las pr¨®ximas elecciones ser¨¢ muy complicada. Espa?a sufre una crisis con tres vertientes interrelacionadas entre s¨ª, cada una complicando y agravando las dem¨¢s: una crisis financiera, derivada de la nunca digerida burbuja inmobiliaria; una crisis fiscal en la que el Estado y las regiones, que adaptaron sus gastos a los ingresos de la burbuja, no pueden ahora hacer frente a estos, y una crisis de competitividad y crecimiento, con una combinaci¨®n letal de una persistente inflaci¨®n y una productividad que no ha crecido en los 15 a?os del boom.
Para luchar con esta crisis no nos van a servir las pol¨ªticas de demanda. Lo que para Reino Unido o EE UU es una opci¨®n -embarcarse en pol¨ªticas fiscales y monetarias expansivas-, para nosotros no lo es. Quiz¨¢ de manera injusta, los mercados de deuda y nuestros socios europeos consideran que Espa?a ha llegado al l¨ªmite. No nos queda, por tanto, m¨¢s remedio que cumplir el objetivo de d¨¦ficit acordado con la Uni¨®n Europea y proceder a una consolidaci¨®n fiscal. La pol¨ªtica monetaria va a seguir siendo desgraciadamente m¨¢s restrictiva de lo que querr¨ªamos, porque es lo que piden las condiciones en el coraz¨®n del euro. La soluci¨®n habitual de otras crisis espa?olas, la devaluaci¨®n de la peseta para exportar m¨¢s e importar menos, no es factible.
La terapia es dura y tendr¨¢ efectos secundarios, pero saldremos de esta
Por ello, como argumentamos seis economistas (Bentolila, Cabrales, Fern¨¢ndez-Villaverde, Santos, Rubio y yo) en el libro Nada es gratis: c¨®mo evitar la d¨¦cada perdida tras la d¨¦cada prodigiosa, firmado con el nombre colectivo Jorge Juan y publicado recientemente por Destino, la ¨²nica alternativa posible es hacer pol¨ªticas de oferta: reformas estructurales que incrementen la tasa de crecimiento econ¨®mico a medio y largo plazo. La econom¨ªa espa?ola sufre, como documentamos en el libro, de innumerables ataduras que, al eliminarse, pueden permitirle dar un salto importante. Quiz¨¢ el caso m¨¢s sangrante es la dualidad del mercado de trabajo y la disfuncional estructura de la negociaci¨®n colectiva (con aumentos de los salarios reales de convenio del 3%), que explican las elevad¨ªsimas tasas de desempleo que experimentamos en cada crisis.
Muchos creen que las reformas estructurales no pueden servir para mejorar el crecimiento econ¨®mico a corto plazo. No es cierto. Primero, porque una mejor perspectiva de crecimiento en el futuro incrementar¨¢ el deseo de las familias y de las empresas que pueden hacerlo de comenzar a consumir e invertir con m¨¢s confianza. Segundo, porque, bien hecho, un programa de reformas estructurales puede contribuir a tirar directamente de la demanda.
Consideren el siguiente escenario. El Gobierno entrante anuncia un paquete de reformas que incluye una reforma en profundidad del perverso marco jur¨ªdico laboral. Entre las medidas anunciadas, un contrato ¨²nico que elimine la perniciosa dualidad y d¨¦ esperanzas a los j¨®venes, y la descentralizaci¨®n completa de la negociaci¨®n colectiva, que permita a las empresas y trabajadores adaptar las condiciones de trabajo a su situaci¨®n particular. Adem¨¢s, tal reforma viene acompa?ada de reformas sustanciales en los servicios profesionales (donde Espa?a tiene alrededor de un mill¨®n de empleos menos de los que nos corresponden, de acuerdo con el reciente informe de FEDEA-McKinsey en el que particip¨¦), de los servicios locales (donde hay tambi¨¦n un enorme potencial de creaci¨®n de empleo) y del mercado de alquiler para movilizar y poner al alcance de todos las m¨¢s de un mill¨®n de viviendas sin vender. Este paquete de reformas llevar¨ªa a un inmediato aumento de la demanda de trabajo, que incidir¨ªa de inmediato sobre el paro y que con suerte pondr¨ªa en marcha un c¨ªrculo virtuoso de mayor crecimiento, menor endeudamiento, mayor confianza y mayor crecimiento.
La clave es que las reformas se hagan con justicia, claridad y decisi¨®n, de modo que los ciudadanos en ning¨²n momento tengan la sensaci¨®n de que "siempre pagan los mismos". Al rev¨¦s, los costes deben ser incurridos por todos, y se debe explicar todas las veces que sea posible que los beneficiarios deben ser los que no pueden permitirse una casa, los excluidos del mercado de trabajo, los que rotan siempre entre contratos temporales y los desempleados. Los indignados, en otras palabras.
El peligro es que a la primera huelga salvaje del metro, de controladores o de cualquiera de los otros colectivos hiper-protegidos de nuestro pa¨ªs, el nuevo Gobierno titubee y se eche para atr¨¢s. No hay lugar para esto. En nuestra breve democracia hemos tenido tres ejemplos de gobernantes que llegaron al poder con una situaci¨®n muy delicada y tuvieron las agallas, incluso jug¨¢ndose la vida, para hacer lo necesario: Adolfo Su¨¢rez, con la reforma pol¨ªtica; Felipe Gonz¨¢lez, con la reconversi¨®n industrial, y Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, con la entrada en el euro. Los espa?oles no somos los griegos ni los italianos. Si se nos explica lo que est¨¢ pasando y lo que hace falta hacer, seremos capaces de entenderlo.
Es dif¨ªcil exagerar lo crucial del momento. Si las cosas se hacen bien, Espa?a tiene un acervo de infraestructuras, de capital humano, de ilusi¨®n y ganas que pueden sacarnos de la crisis y devolvernos al lugar donde nos corresponde en Europa. Somos los primeros en deportes, ?por qu¨¦ no en innovaci¨®n?
Pero si no se hacen las reformas, la situaci¨®n puede convertirse r¨¢pidamente en desesperada. Tenemos un desempleo elevad¨ªsimo que seguramente crecer¨¢ sustancialmente si solo se hace la (desgraciadamente inevitable) consolidaci¨®n fiscal. Tenemos algunas antiguas cajas, ahora fusionadas, que no pueden financiarse y que pueden arrastrar a los contribuyentes a su bancarrota. Tenemos los restos del naufragio de una gigantesca burbuja inmobiliaria sin digerir, con centenares de miles de casas vac¨ªas. Y tenemos un problema de competitividad que nos lleva a necesitar financiaci¨®n exterior para sobrevivir.
Para el Gobierno que entre, es ahora o nunca. Durante la campa?a, los dos partidos pueden hacer un enorme servicio a la sociedad explic¨¢ndole con claridad lo grave de la situaci¨®n y lo necesario de las medidas estructurales. No es momento de frivolidades. Los ciudadanos debemos saber lo que nos espera: Espa?a tiene una enfermedad grave. La terapia es dura y tendr¨¢ efectos secundarios, pero saldremos de esta. Sin duda.
Luis Garicano es catedr¨¢tico de Econom¨ªa y Estrategia de la London School of Economics y director de la c¨¢tedra McKinsey de FEDEA.
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