"ETA se ir¨¢ ahora disolviendo como si fuese un azucarillo"

Michel Unzueta rememora que empez¨® a ir con asiduidad a Madrid a partir de 1966 como asesor de un banco. Pero antes de eso, y nada m¨¢s terminar la carrera de Derecho en la Universidad de Deusto, tuvo la oportunidad de trabajar en la oficina de un modesto contratista. Este hombre, con problemas por un coche cuya importaci¨®n result¨® ser ilegal, cay¨® entonces en manos de Contrabando y Defraudaci¨®n. El asunto oblig¨® a Unzueta a ir a Madrid y meterse en "todos los l¨ªos" de tribunales y de Hacienda, donde por aquel entonces todav¨ªa exist¨ªa lo que los mexicanos llaman "la mordida". Este es su primer recuerdo.

Como pasa en toda vida profesional se llev¨® disgustos y tambi¨¦n muchas alegr¨ªas, porque se encontr¨® con gente "muy maja", como algunos de los funcionarios de la asesor¨ªa jur¨ªdica. "Cuando me tocaba dormir en Madrid, lo pas¨¢bamos muy bien, cen¨¢bamos juntos y tom¨¢bamos algunas copas en esa capital alegre y fr¨ªvola de aquella ¨¦poca. Hoy, tengo un recuerdo amable de todo aquello".

Michel Unzueta Exsenador del PNV y abogado

"En Madrid hab¨ªa gran efervescencia pol¨ªtica; y aqu¨ª, en la higuera"

"Hay que hacer lo que Mart¨ªn Villa y Ros¨®n y dar una salida a los presos"

"En el Club Siglo XXI escuch¨¦ a toda la plana mayor de aquella ¨¦poca"

"Se nos ha olvidado c¨®mo est¨¢bamos en 1976 o 1977, pero era terrible"

"Ruiz-Gim¨¦nez era encantador. Nuestra relaci¨®n fue esplendida"

"Hubo una lealtad entre los adversarios pol¨ªticos que ahora no existe"

"A Abril Martorell le llamaban Fernando el Ca¨®tico, lo que responde a todo lo que pas¨®"

"Nuestros mayores nos dec¨ªan: 'O Espa?a es democr¨¢tica, o no hay nada que hacer"

Despu¨¦s de su etapa como asesor bancario y numerosos viajes a Madrid, aparece en escena el Tribunal de Orden P¨²blico (TOP), sustituto de aquel ins¨®lito Tribunal de Represi¨®n de la Masoner¨ªa, el de la calle del Reloj. "En Bilbao hab¨ªa abogados como Arroita, Renovales, Freije o Gonz¨¢lez Sasia que le dijeron a Juan Ajuriaguerra [el l¨ªder del PNV en la clandestinidad] que necesitaban un relevo, y en aquella ocasi¨®n, sin que yo me enterara, decidieron que el elegido fuese yo", apunta hoy.

Unzueta empieza a acudir al TOP y comienza a conocer la otra faceta judicial de Madrid. Hasta entonces su experiencia a nivel jur¨ªdico era tan solo de despacho, no de juzgado. All¨ª encuentra de todo, pero tiene la suerte de conocer a un procurador "genial", un personaje "incre¨ªble" de Murcia, que iba al tribunal con corbata y alpargatas. Era Gonzalo Castello G¨®mez de Trevijano, hombre conocido, respetado y apreciado por todo el mundo. "Me ayud¨® much¨ªsimo y con ¨¦l empec¨¦ a conocer el Madrid pol¨ªtico. Entonces, los viajes a la capital en coche eran pr¨¢cticamente imposibles", hace memoria Unzueta. "Estabas todo el d¨ªa viajando y los aviones suspend¨ªan la mitad de sus vuelos. Por eso lo mejor era el coche cama. Y como el tren sal¨ªa a las once y media de la noche, el procurador empez¨® a llevarme a las reuniones del Club Siglo XXI, donde escuch¨¦ a Manuel Fraga, a Joaqu¨ªn Ruiz-Gim¨¦nez, a toda la plana mayor de aquella ¨¦poca, incluso a personas del r¨¦gimen convencidas de que las cosas ten¨ªan que evolucionar. Me di cuenta que hab¨ªa una gran efervescencia pol¨ªtica que aqu¨ª no se trataba. Aqu¨ª, viv¨ªamos en la higuera", a?ade.

En esos a?os, Unzueta habla con muchos magistrados y tambi¨¦n con fiscales como aquel "terrible" Mariscal de Gante. "All¨ª, en el TOP, este fiscal siempre empezaba su intervenci¨®n con: 'Una vez m¨¢s vais a juzgar a estas personas que han cometido el error de seguir las equivocadas doctrinas de Sabino Arana'. Hab¨ªa que aguantar aquel chaparr¨®n".

En aquella ¨¦poca, Unzueta defend¨ªa a miembros del PNV, pero tambi¨¦n a alg¨²n detenido que result¨® ser de ETA. Le llamaban de Markina, por ejemplo, dici¨¦ndole: "Me ha dicho Sabin Zubiri, o Juan Ajuriaguerra, que acudamos a ti para defendernos". Cuando asum¨ªa estas causas a todos sus clientes les dec¨ªa: "Si me pod¨¦is pagar el billete o el hotel, bien, pero yo no cobro nada m¨¢s". Defendi¨® a decenas de personas que hab¨ªan sido "pilladas" bien con alg¨²n ejemplar de Gudari o Euzko Deya o por pintar una ikurri?a en una pared, por asociaci¨®n il¨ªcita o por una reuni¨®n clandestina. La mayor¨ªa por propaganda ilegal.

Uno de los personajes "m¨¢s incre¨ªble y sorprendente" que defendi¨® fue el coadjutor de Ondarroa, Imanol Oruemazaga, quien durante un estado de excepci¨®n fue detenido al incaut¨¢rsele en su casa un plano cultural de Euskal Herria que se vend¨ªa en las librer¨ªas y se encuentra todav¨ªa en algunos anticuarios. Esa era la prueba fundamental de la acusaci¨®n. "En el juicio ped¨ª que el secretario diese la vuelta al plano y leyese lo que pon¨ªa al dorso: 'Autorizado por el Ministerio de Informaci¨®n y Tturismo'. Le condenaron a dos a?os, y la Santa Madre Iglesia no le trat¨® muy bien. Se seculariz¨® y seguimos siendo amigos".

Fue la ¨¦poca en la que Michel Unzueta mantuvo amplia relaci¨®n con los letrados Ruiz-Gim¨¦nez, Cortezo, Torres, Satrustegui y Peces Barba. "Joaqu¨ªn era encantador. Sol¨ªa acudir a su despacho cerca de los Nuevos Ministerios y nuestra relaci¨®n fue esplendida. As¨ª, antes de un juicio le consultaba por si hab¨ªa alg¨²n tema especial, como el de la negociaci¨®n de una libertad condicional, o el de una fianza. Su gente, en Orden P¨²blico en Las Salesas, pertenec¨ªa a un mundillo muy enterado que captaban cosas que yo todav¨ªa no alcanzaba", indica.

Llegan los a?os setenta, muere Franco y en las primeras elecciones democr¨¢ticas del 15 de junio de 1977 es elegido senador por el PNV. "A los cinco d¨ªas me llam¨® Ajuriaguerra, y en su forma habitual, muy expeditivo -aunque me echaba broncas me ten¨ªa mucho cari?o-, me dijo: 'Oye, t¨² que vas mucho a Madrid, vete y ent¨¦rate qu¨¦ es lo que va a pasar y qu¨¦ es lo que hay que hacer'. Me abrum¨® mucho, porque mi mundo en Madrid era el de los juzgados y de los colegas. Pero Juan insisti¨®: 'T¨² vete y tr¨¢enos informaci¨®n".

No sabiendo qu¨¦ hacer, el senador pens¨® en ir a ver al personaje "de moda", que era Antonio Hern¨¢ndez Gil, luego presidente de las dos C¨¢maras y v¨ªctima de un atentado de ETA, quien le recibi¨® sin demora. Despu¨¦s de que Unzueta le explicase las razones de su visita, Hern¨¢ndez Gil le contest¨®: "?Y usted cree que nosotros sabemos muy bien lo que hay que hacer?"

En la cita, muy cordial, Hern¨¢ndez Gil pidi¨® una carpeta con media docena de hojas que le mostr¨® como borradores de las convocatorias de las C¨¢maras reci¨¦n elegidas. "No hay m¨¢s que esto, se?or Unzueta", le dijo. Ambos mantuvieron una muy buena relaci¨®n a lo largo de las dos primeras legislaturas.

Pocos d¨ªas despu¨¦s, cuando se convoc¨® a las dos C¨¢maras en las Cortes, Manuel Irujo pidi¨® a Unzueta que le acompa?ase a la sesi¨®n plenaria, a la que ambos deb¨ªan acudir como senadores. Cuando llegaron, la calle lateral de la entrada al Congreso estaba llena de individuos con el uniforme de Falange, requet¨¦s, banderas franquistas, flechas y yugos, y solo dos o tres polic¨ªas.

Alzando cuello y mirada al frente, los dos senadores vascos aguantaron todos los insultos que ofrece la lengua castellana. Una vez dentro, recuerda Unzueta, ambos vivieron otro episodio emocionante, cuando un hombre se puso de rodillas y bes¨® la mano a Irujo dici¨¦ndole: "?Don Manuel, tantos a?os esperando!".

As¨ª empez¨® su vida pol¨ªtica en Madrid. Luego, aunque la democracia cristiana se vino abajo, mantuvo contactos con sus dirigentes "para entender lo que hab¨ªa pasado". Esta buena relaci¨®n entre partidos se centr¨® de nuevo en Ruiz Jim¨¦nez, pero no result¨® tan buena con Jos¨¦ Mar¨ªa Gil-Robles, "persona m¨¢s dif¨ªcil que los hijos, estos muy distintos".

El hoy exsenador no quiere olvidar a otro personaje del que guarda gran recuerdo: Antonio Font¨¢n. De la misma forma en que se encontr¨® con Hern¨¢ndez Gil lo hizo con Fontan y su relaci¨®n fue esplendida en todo momento: "Me asesor¨® much¨ªsimo, porque la ventaja que ten¨ªamos es que all¨ª todos ¨¦ramos novatos. La UCD era tambi¨¦n novata, novata como partido, pero ten¨ªa la ventajilla de que muchos de sus diputados o senadores eran gente que ven¨ªa de la Administraci¨®n, con lo cual ten¨ªan alguna experiencia de la que nosotros carec¨ªamos".

Font¨¢n, subraya Unzueta, hizo como presidente del Senado una cosa que entonces le pareci¨® muy positiva: dijo que ¨¦l era el presidente, pero que iba a gobernar con la Mesa y la Junta de Portavoces. "Sab¨ªa que la Junta de Portavoces era el grupo democr¨¢tico en el Senado, y durante todo el verano t¨®rrido de Madrid convoc¨®, casi a diario, la Junta a las cinco de la tarde".

El senador peneuvista fue aprendiendo, defendi¨® sus posturas con estilo, nunca se mostr¨® conflictivo, mantuvo buenas relaciones con los dem¨¢s grupos y teji¨® algunas buenas amistades. Solo recuerda hoy con cierto humor c¨®mo Gonzalo Fern¨¢ndez de la Mora se neg¨® a darle la mano cuando el "¨ªnclito" Luis Olarra, entonces senador real, le quiso presentar al exministro de Franco. Sin embargo, con el general D¨ªez-Alegr¨ªa la relaci¨®n result¨® cordial¨ªsima.

Unzueta echa hoy en falta que antes de iniciarse el largo proceso constituyente las fuerzas democr¨¢ticas no hubiesen celebrado entonces una especie de conferencia constitucional en la que cada uno precisase su visi¨®n de pa¨ªs, un resumen de los puntos clave. Ah¨ª es donde se perdieron, porque no hubo previo debate. "Nosotros nos encontramos con un borrador de la Comisi¨®n que nos dio un d¨ªa Miquel Roca, que al d¨ªa siguiente public¨® EL PA?S, y en la que no particip¨® directamente el PNV, lo que fue otro fallo", dice.

De los trabajos de la ponencia constitucional no se enteraban de casi nada; apenas lo que les dec¨ªa Roca y lo que publicaba la prensa. Luego, "aisl¨¢ndose de todo el mundo", redactaron sus enmiendas en el convento de Larrea, en Amorebieta, y all¨ª naci¨® lo que ser¨ªa despu¨¦s la Disposici¨®n Adicional Primera. La presentaron y comenzaron las dif¨ªciles negociaciones.

Hay peque?os contactos, sobre todo por el art¨ªculo 2, y todo eso va fracasando. Entonces, nombran interlocutor a Fernando Abril Martorell. "Con su estilo muy caracter¨ªstico, muy poco apacible, nos pregunta: '?Vosotros qu¨¦ quer¨¦is?' Y le explicamos record¨¢ndole el Estatuto de 1936. A Abril le llamaban Fernando el Ca¨®tico, y creo que el calificativo responde perfectamente a todo lo que pas¨®", ironiza el exsenador.

Comenzaron entonces a reunirse en su despacho de la Castellana y algunas veces en el Congreso. Empezaba a hablarles de que en una se?ora coru?esa hab¨ªa sido atropellada y que resulta que esa se?ora... nada ten¨ªa que ver con el tema. "Gastaba tiempo, y no hac¨ªamos nada". Muchas veces les citaba a las once de la noche y sal¨ªan casi de madrugada, sin que se amarrase nada en concreto. "Solo resbal¨¢bamos por el texto constitucional, excepto en el articulo 151, en el que s¨ª hubo una aportaci¨®n concreta nuestra al conseguir introducirlo", precisa.

En una de esas reuniones, recuerda Unzueta, Abril Martorell, enfadado con ellos, tir¨® al techo una manojo de llaves: "!Vosotros qu¨¦ os pens¨¢is! Mal, mal", se quejaba.

Tras otra cita en Presidencia a las dos de la madrugada les oblig¨®, para evitar a la prensa, a salir por los s¨®tanos y seguir caminando por el and¨¦n de una alcantarilla -"una imagen rocambolesca" para una negociaci¨®n sobre una Constituci¨®n-, junto con dos o tres guardias civiles con capote y linterna, que terminaron sac¨¢ndoles a la calle de G¨¦nova, donde esperaban sus coches.

La ¨²ltima reuni¨®n destacable se produjo con ocasi¨®n del pleno que debati¨® la Disposici¨®n Adicional. Abril se presenta con un borrador y les dice que tiene el visto bueno de Alfonso Guerra. Xabier Arzalluz, Marcos Vizcaya y otros diputados del PNV lo leen. Arzalluz dice que s¨ª; Abril, que no. El documento desapareci¨® y no se conserva copia. Es la s¨ªntesis de esos momentos. "Despu¨¦s Adolfo Su¨¢rez le dijo a Abril que se retirara de las negociaciones con nosotros. En el Senado seguimos hablando con Antonio Font¨¢n, mucho m¨¢s receptivo por su conocimiento de la situaci¨®n navarra y alg¨²n contacto con nacionalistas hist¨®ricos. Pero la mano negra no le dej¨® avanzar", indica.

En esa ¨¦poca, Unzueta tambi¨¦n mantuvo buenas relaciones con ministros de UCD como Alberto Oliart, en la negociaci¨®n del Estatuto, y ?scar Alzaga. "En el tema de la Constituci¨®n, Adolfo Su¨¢rez no intervino directamente y en el Estatuto dej¨® a su equipo que lo hiciera. Su intervenci¨®n debe situarse al final de la negociaci¨®n, que llev¨® mano a mano con el lehendakari Garaikoetxea. En La Moncloa nos trat¨® con todo cari?o y cortes¨ªa".

Y lleg¨® la ¨²ltima noche en que dieron las mil, porque Alzaga se opon¨ªa a la transferencia de Educaci¨®n. Esa batalla dur¨® muchas horas. Por fin, a las siete de la ma?ana, se present¨® un camarero que sirvi¨® el desayuno en los jardines de La Moncloa: chocolate con churros. Durante la ma?ana se remataron los flecos y, antes de la reuni¨®n de la Comisi¨®n Paritaria Constitucional y de la Asamblea de Parlamentarios Vascos, convocada a las cuatro, se fueron a cambiar de ropa al Hotel Palace, ya lleno de gente. Tras la aprobaci¨®n del Estatuto en la reuni¨®n de la tarde, volvieron a La Moncloa a tomarse una copa de champ¨¢n para celebrarlo.

"Siento respeto y admiraci¨®n por Su¨¢rez. Cuando le¨ª este verano el libro de Javier Cercas Anatom¨ªa de un instante, me pareci¨® que le pone muy mal al expresidente. No es muy justo".

- Tras tantos a?os, ?qu¨¦ mirada tenemos de todo aquello?

- "Aquello fue un momento posiblemente irrepetible. Entre los que ¨¦ramos adversarios pol¨ªticos en general, salvo en el caso de Fernando el Ca¨®tico, hubo una lealtad reciproca que me parece que ahora no existe. En todos hab¨ªa un sentimiento de que era necesario acabar con el pasado, que la Transici¨®n ten¨ªa que seguir adelante y que hab¨ªa que pasar a un sistema parlamentario constitucional. Eso estaba claro. La monarqu¨ªa en aquel momento ni se discuti¨®. Ajuriaguerra, Irujo y J¨¢uregui, que eran nuestros mayores, no se cansaban de decirnos: 'O Espa?a es democr¨¢tica, o no hay nada que hacer. No hag¨¢is nada que sea un obst¨¢culo'. Y eso nos lo dijeron por activa y por pasiva, porque ellos sab¨ªan lo que es la historia".

- ?Para Euskadi qu¨¦ represent¨® y qu¨¦ ha representado?

- "A pesar de que la izquierda abertzale ha puesto a parir al Estatuto, y que este ha tenido su parte de historia negra, creo que este pa¨ªs ha cambiado mucho. Me acuerdo de c¨®mo est¨¢bamos en 1976 o 1977; aquello se nos ha olvidado, pero era terrible. Hay que recordarlo".

- ?Qu¨¦ sinti¨® al conocer el ¨²ltimo comunicado de ETA y cu¨¢l es su opini¨®n?

- "Alegr¨ªa. Respiras un poco. Una respiraci¨®n honda. La parte m¨¢s sangrienta se ha acabado. No creo que vuelvan a coger las armas. Me parece muy bien que digan un d¨ªa que se han disuelto, pero no le doy especial valor a eso. Puede suponer en el terreno simb¨®lico, pero nada m¨¢s. Si lo hacen, ?bendito sea Dios!, pero ah¨ª no quemar¨ªa energ¨ªas. Ahora se ir¨¢n disolviendo como si fuesen un azucarillo. Y luego hay que hacer lo que hicieron Mart¨ªn Villa y Ros¨®n con los polimilis y dar una salida a los presos".