El 18 Brumario
Durante a?os, el Partido Popular sostuvo una tesis seg¨²n la cual en Espa?a solo se producen cambios en medio de una crisis nacional y de una grave crispaci¨®n social. Por eso el partido conservador lleg¨® a la conclusi¨®n de que la ¨²nica forma de retornar al poder consist¨ªa en mantener un discurso duro, capaz de generar un feroz enfrentamiento social y una insoportable crispaci¨®n pol¨ªtica. Con ese fin no tuvo escr¨²pulos en descalificar a todas las instituciones del Estado con motivo de los atentados del 11-M, utilizar el terrorismo como arma arrojadiza contra el Gobierno, a cuyo presidente lleg¨® a calificar de c¨®mplice de los etarras, o de proclamar el famoso "Espa?a se rompe" al calor de la reforma del Estatuto de Catalu?a. Pero ese discurso ultramontano, pese a los errores del Gobierno, inhabilit¨® durante mucho tiempo al PP para ganar unas elecciones.
El principal m¨¦rito de Rajoy ha sido, hasta ahora, el saber ejercer de obediente segundo
Pero ahora, debido a la grave crisis econ¨®mica y a sus devastadoras consecuencias sociales, el PP est¨¢ a punto de recuperar el poder pol¨ªtico en Espa?a y de situar a su l¨ªder en la Moncloa. En efecto, mucha gente, de las m¨¢s variadas procedencias, espera que Mariano Rajoy, pese a sus antecedentes, pueda mejorar la deteriorada situaci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica espa?ola. Lo m¨¢s asombroso del caso es que Rajoy no ha realizado todav¨ªa un solo movimiento que justifique semejante expectativa y pese a todo, la esperanza, o quiz¨¢ se trate solo de un deseo, existe.
Conoc¨ª a Rajoy hace muchos a?os, cuando ambos dispon¨ªamos de un esca?o en el Parlamento de Galicia. Desde entonces siempre lo he considerado un hombre flexible y dialogante, pero tambi¨¦n, considerando su formaci¨®n, cultura y trayectoria, un pol¨ªtico profundamente conservador, incluso reaccionario. Su trayectoria pol¨ªtica posterior lo ha llevado a ocupar diversos e importantes ministerios, en los que, por cierto, nunca ha sido capaz de dise?ar estrategias de futuro, siendo la huella dejada dif¨ªcilmente detectable. Su principal m¨¦rito pol¨ªtico ha sido, hasta ahora, saber ejercer de obediente segundo, primero de Fraga y despu¨¦s de Aznar. Por eso cuando reflexiono sobre la posibilidad real de que semejante personaje llegue a la presidencia del Gobierno no puedo evitar que me venga a la memoria el 18 Brumario, obra en la que Karl Marx analiz¨® con enorme brillantez como en medio de una grave crisis nacional, Luis Bonaparte, un hombre mediocre y grotesco (los calificativos son de Marx), pudo llegar al poder en Francia en 1852.
Con estos antecedentes, Rajoy present¨® el pasado fin de semana en Santiago su programa electoral, o lo que as¨ª se denomina. Pese a su evidente ambig¨¹edad y a las deliberadas ocultaciones, algunas l¨ªneas fuerza del proyecto conservador aparecen muy claras. La primera, una modificaci¨®n profunda de las relaciones labores que permita recortar los derechos de los trabajadores y minar su capacidad de negociaci¨®n y resistencia. La segunda, una involuci¨®n de los derechos sociales conquistados en las dos ¨²ltimas legislaturas. La tercera, y quiz¨¢ la m¨¢s inquietante, la constituye la propuesta de pol¨ªtica fiscal. Las rebajas de impuestos a las rentas de capital o del impuesto de sociedades, benefician a las rentas m¨¢s altas, disminuyen la progresividad fiscal, reduce la renta p¨²blica y el peso relativo de los impuestos directos. Por el contrario, poco o nada dice acerca de c¨®mo combatir el escandaloso fraude fiscal existente en Espa?a. Y todo ello en uno de los pa¨ªses m¨¢s injustos de la UE, en el que los asalariados pagan a la Hacienda p¨²blica el doble que las rentas del capital, en el que han aumentado los impuestos indirectos y el fraude, las desigualdades y el diferencial con Europa en protecci¨®n social. As¨ª las cosas, Rajoy deber¨ªa reconocer que sus propuestas, especialmente las sociales, son papel mojado, o, a lo sumo, insoportable ret¨®rica electoral.
Salvo que el PP haya descubierto y hecho suya la teor¨ªa del profesor Laffer consistente en afirmar, contra toda evidencia, que con la reducci¨®n general de impuestos el total de la renta p¨²blica no solo no disminuir¨ªa, sino que experimentar¨ªa un enorme crecimiento. O quiz¨¢, el PP se haya decantado por darle la raz¨®n a David Stockman, director de Administraci¨®n y Presupuestos del Gobierno de Ronald Reagan, cuando afirmaba, con una met¨¢fora menos que elegante: "Si uno alimenta al caballo [los ricos] con avena de sobra, algo acabar¨¢ cayendo en el camino para los gorriones [los pobres]". Es posible que con semejantes propuestas, el PP gane las pr¨®ximas elecciones generales. Pero estoy seguro que merecer¨ªa la pena evitar que tal cosa suceda. Porque m¨¢s vale prevenir que lamentar.
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