El hundimiento
Da la impresi¨®n de que, en el actual Titanic -por acudir a una f¨¢cil met¨¢fora de naufragio- que encierra a los componentes de la Uni¨®n Europea, quienes se han equivocado de rumbo o, peor a¨²n, los que han obtenido grandes fortunas haciendo que se equivoquen los dem¨¢s, se encuentran en el bar, corri¨¦ndose una francachela. ?Que se ahogan en tercera clase? ?Ah, mientras no nos lleguen sus gemidos ni sus pataleos!
El problema es que Papandreu ha abierto un agujero que conduce a la barra del bar. La suya es una decisi¨®n posiblemente demag¨®gica y algo oportunista, una forma de salvar la cara ante los votantes. Pero es una decisi¨®n desesperada y tambi¨¦n oportuna: a ver qu¨¦ hac¨¦is con esto, a ver si segu¨ªs brindando por no estar ah¨ª abajo, con la plebe.
Qu¨¦ susto, qu¨¦ rasgadura de cl¨¢mides y qu¨¦ estiramiento de melenas, se ha producido entre los bacalaocortantes de la UE y sus ac¨®litos. Estos tah¨²res se sienten ofendidos. Papandreu, el arrogante patricio socialista griego, ha roto la baraja. ?Qu¨¦ esperaban? ?Modales, a estas alturas? ?Despu¨¦s de haber aceptado, sin que se les moviera un pelo de una ceja, que la presidencia del Banco Central Europeo sea ocupada por Mario Draghi?
Cierto, para opinar sobre esta debacle hay que saber econom¨ªa. Pero hay que tener, sobre todo, decencia y memoria. Y la memoria nos dice que Draghi, con su sonrisa de caim¨¢n bien alimentado, fue directivo en Europa del banco estadounidense Goldman Sachs, precisamente en 2002, cuando el Gobierno griego de entonces -conservador: saga Karamanlis- requiri¨® a dicha entidad maquillar sus cuentas p¨²blicas y sus cifras reales de d¨¦ficit.
As¨ª que no nos vengan ahora con esa virtuosa reacci¨®n de "esto no se puede hacer". ?Qu¨¦ es lo que no debe hacerse? Todas las reglas ya han sido rotas.
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