El crimen
Nada hay m¨¢s atractivo para la ficci¨®n contempor¨¢nea que el crimen. El crimen explica el mundo de una manera sencilla. Junto al amor, es la met¨¢fora favorita para contener en un relato lo universal. Puede que todo fuera distinto si apreci¨¢ramos con m¨¢s ah¨ªnco lo que la ficci¨®n puede decirnos de la educaci¨®n de los hijos, la formaci¨®n ideol¨®gica o el proceso de envejecimiento, pero all¨¢ donde se ponga un crimen, que se quite lo dem¨¢s. Se est¨¢ produciendo un fen¨®meno inhabitual en la televisi¨®n espa?ola. La Sexta y Fox emiten la versi¨®n norteamericana de The killing y AXN ha recuperado la original danesa Forbrydelsen, que tambi¨¦n significa crimen pese a su sonoridad in¨¦dita para nosotros. Si alguien quisiera comparar, lo que llamar¨ªa su atenci¨®n es la similitud. Como ya ocurri¨® con la versi¨®n norteamericana de la preciosa pel¨ªcula de vampiros sueca D¨¦jame entrar, la fidelidad se convierte en la primera declaraci¨®n de admiraci¨®n de los rehacedores de EE UU. Dejada constancia de sus buenas intenciones, pasan a poner la gorra del negocio recaudador, donde son maestros universales.
La serie danesa result¨® ser una pieza maravillosa de observaci¨®n social. Cada cap¨ªtulo sigue uno de los veinte d¨ªas de investigaci¨®n y plantea un falso culpable por jornada. En cada episodio las pistas apuntan hacia alguien y el mecanismo de investigaci¨®n monta y desmonta su culpa. Por ah¨ª pasan familiares, pol¨ªticos, amigos, profesores, amantes y desconocidos. Eso es lo que tiene el crimen cuando est¨¢ bien planteado, presenta al universo con todas sus posibles cargas de responsabilidad y sospecha.
La serie norteamericana sigue la pauta marcada. Pero en ella el fr¨ªo y la desolaci¨®n de Seattle tienen algo de forzado, trabajado. Los personajes son menos cotidianos y costumbristas, son m¨¢s estilizados y distantes. La serie danesa transmite el fr¨ªo de una manera no provocada, los paisajes no parecen ni tan elegidos ni tan distintivos. Finalmente, queda una sensaci¨®n flotante, la de la p¨¦rdida de ra¨ªces. Ninguna de las dos versiones merece otra cosa que la curiosidad y el seguimiento fiel, pero la norteamericana no alcanza a enraizarse en el paisaje, a contar la vida real, como la serie danesa logra dentro de su mecanismo de puzle investigativo siempre incompleto y frustrante.
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