Contrato ¨²nico y paro
C¨®mo explicar que Francia tuviera al inicio de la crisis una tasa de paro del 7,6% y ahora una del 9,7%, mientras que Espa?a, en las mismas fechas, pas¨® del 9,6% al 21,5%? La explicaci¨®n de esta diferencia trataron de encontrarla Bentolila y Dolado comparando lo que habr¨ªa ocurrido en Espa?a de haber tenido una normativa laboral similar a la francesa en este periodo de crisis inmobiliaria y financiera. Los resultados a los que llegaron son en buena medida muy limitados, puesto que su conclusi¨®n es que de haber sido as¨ª, nuestra tasa de paro ser¨ªa unos 2,5 puntos menos de los que en realidad son.
Todo ello, adem¨¢s, despu¨¦s de analizar y comparar entre los dos pa¨ªses las tres instituciones fundamentales en el mercado de trabajo: protecci¨®n del empleo (costes de extinci¨®n), negociaci¨®n colectiva y protecci¨®n por desempleo. De ellas concluyen que son b¨¢sicamente similares y que las diferencias, si las hay, son m¨ªnimas.
La geograf¨ªa, la estructura productiva y la propiedad son los condicionantes del desempleo
Es evidente que los costes de despido no determinan la tasa de desempleo
Pese a todo, su trabajo les sirve para proponer de nuevo el contrato ¨²nico como medio de escapar de esta lacra del mercado laboral espa?ol que es su intensa volatilidad (crece el empleo con id¨¦ntica potencia con la que decrece).
Lo sorprendente es que, a mi modo de ver, estos dos excelentes acad¨¦micos menosprecien una de las razones fundamentales que explican la extremada volatilidad del empleo en nuestro pa¨ªs: la peculiar estructura de nuestro mercado de trabajo, tan dispar en t¨¦rminos de geograf¨ªa nacional, y la estructura de la propiedad en Espa?a, en aquellas actividades m¨¢s proclives a la estacionalidad, que no son otras que la construcci¨®n, la agricultura y la hosteler¨ªa.
Consideremos esas razones y analicemos unos datos ilustrativos. En t¨¦rminos de empleo, en Francia no ha habido crisis inmobiliaria alguna, sino un leve crecimiento del sector de la construcci¨®n, toda vez que al inicio de la crisis (segundo trimestre de 2007) hab¨ªa en el pa¨ªs galo 1,73 millones de empleos en el sector, y en estos momentos cuenta con 1,87 millones de ocupados; qu¨¦ distinta la realidad espa?ola que en las mismas fechas ha pasado de 2,70 millones de empleos a 1,37 millones. ?nase a ello todo el arrastre que el sector de la construcci¨®n tiene en otros como los muebles, la cer¨¢mica, la gesti¨®n inmobiliaria, etc¨¦tera, y tendremos una primera explicaci¨®n del interrogante con el que comenzaba estas l¨ªneas.
Si ponemos los ojos en el sector agrario volvemos a encontrar en la dualidad hispano-gala otra significativa diferencia. Espa?a cuenta en estos momentos, y ha contado siempre, con m¨¢s asalariados en la agricultura que Francia (y m¨¢s que Alemania e Italia), siendo as¨ª que la poblaci¨®n total asalariada enFrancia supera en m¨¢s de seis millones a la espa?ola.
Superamos al inicio de la crisis, y seguimos superando ahora, a los franceses en la cuant¨ªa de asalariados en el sector del turismo (bares, restaurantes y hoteles); lo hacemos, por lo dem¨¢s, en casi medio mill¨®n de ocupados y eso que Francia nos supera con creces en n¨²mero de turistas.
En definitiva, todos esos argumentos, que se basan en los datos de las EPAS europeas que proporciona Eurostat, son reveladores de una singularidad espa?ola en lo que se refiere a la estructura del empleo por actividades, en general, y, dentro de esta, a la estructura de la propiedad de los negocios o las actividades, en particular.
Pero traslad¨¦monos a nuestra realidad y analic¨¦mosla desde el punto de vista auton¨®mico. ?Qu¨¦ explicaci¨®n tiene que mientras que Andaluc¨ªa, en la crisis, ha pasado de una tasa de paro del 14,8% al 30,9%, Navarra lo haya hecho del 5,6% al 12,6%? La geograf¨ªa del paro en Espa?a y su evoluci¨®n en estos a?os, revela una cuesti¨®n elemental que no puede ser atribuida ni a los costes del despido, ni a la estructura de la negociaci¨®n colectiva, ni a la generosidad de las prestaciones por desempleo porque, por fortuna, y por muchos a?os, las tres instituciones tienen id¨¦ntica regulaci¨®n en todo el territorio nacional. ?Qu¨¦ diferencia entonces a las regiones espa?olas que tienen tasas de paro tan desiguales? Sin duda alguna la estructura productiva que incide en el empleo, y la estructura de la propiedad que es la determinante de la tasa de salarizaci¨®n de las actividades econ¨®micas.
Es por eso por lo que, por ejemplo, todas las regiones del Cant¨¢brico han tenido, y tienen, una tasa de paro muy inferior a la media nacional. Entre otras cosas porque el Pa¨ªs Vasco, por poner un caso paradigm¨¢tico, ten¨ªa en la construcci¨®n un 9,7% del empleo al comienzo de la crisis y ahora un 6,65%, en tanto que Andaluc¨ªa que ten¨ªa un 15,0%, lo ha visto reducido hasta un 7,5%. A ello hay que a?adir una estructura muy distinta de la propiedad de la tierra (minifundio-latifundio) y una distinta, por m¨¢s d¨¦bil y menos salarizada, actividad en el sector tur¨ªstico.
En la realidad nacional es por tanto sobradamente evidente que los costes de despido no determinan la tasa de desempleo porque de otro modo no habr¨ªa manera de explicar las dispares tasas de paro que ofrece la geograf¨ªa nacional; el remedio y correcci¨®n de esta realidad no puede ser el contrato ¨²nico, a menos que de modo taumat¨²rgico se produjera una modificaci¨®n del modelo de crecimiento de nuestro pa¨ªs. En la realidad internacional, por otra parte, cabe hacerse una pregunta: ?en qu¨¦ pa¨ªses de nuestro entorno est¨¢ en vigor? En ninguno. ?Existe evaluaci¨®n de su vigencia en un periodo temporal razonable? Ni existe ni puede existir m¨¢s que en las mentes de quienes lo proponen y defienden porque no se conoce evidencia emp¨ªrica alguna. Llama la atenci¨®n, entonces, que en torno a una cuesti¨®n de esta envergadura para millones de trabajadores se haya producido una conjunci¨®n de pareceres que trasciende lo pol¨ªtico y pretende pertenecer a la esfera de lo cient¨ªfico, de lo que no se puede ni se debe discutir
En este ¨¢mbito, una reciente visita a nuestro pa¨ªs de Pissarides, profesor de la London School of Economics y Nobel de Econom¨ªa en 2010, dej¨® constancia de su apoyo al contrato ¨²nico y al significado que ¨¦l encuentra asociado al mismo. As¨ª, cuando se le inquiere en qu¨¦ direcci¨®n deber¨ªa de ir la reforma laboral de nuestro pa¨ªs, su respuesta es inequ¨ªvoca y esclarecedora: "Deber¨ªa existir solo un tipo de contrato. Antes que nada creo que los contratos de trabajo deber¨ªan dejarse en manos del sector privado. El Gobierno no deber¨ªa interferir. Lo que s¨ª es asunto del sector p¨²blico es la prestaci¨®n por desempleo". (EL PA?S, 29 de octubre de 2011).
Ah¨ª lo tienen: contrato ¨²nico y Gobierno ausente, a no ser que haya que pagar el desempleo. En suma, no llama en absoluto la atenci¨®n que quienes desconf¨ªan de todo lo p¨²blico, excepto cuando el lobo de la crisis ense?a las orejas, sostengan con entusiasmo esta construcci¨®n intelectual del contrato ¨²nico que la academia les ha servido en bandeja; es natural tambi¨¦n que lo hayan asumido como propio y lo apoyen con entusiasmo; lo que s¨ª extra?a es que esta visi¨®n, aparentemente cient¨ªfica del papel del Gobierno, del que se predica y exige su neutralidad en lo relativo a normativa laboral, sea compartida por alguno de los que aqu¨ª han defendido el contrato ¨²nico con denuedo desde la academia. Yo no creo que sea as¨ª. No me lo puedo creer.
Luis Mart¨ªnez Noval ha sido ministro de Trabajo y Seguridad Social.
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