Una "tragedia monstruo"
Producida por el legendario Berliner Ensemble, el teatro creado por Bertolt Brecht, la Lulu de Robert Wilson y Lou Reed estrenada el viernes en Par¨ªs es un fascinante espect¨¢culo distinto en cuanto a la parte musical del doble disco reci¨¦n publicado con el mismo t¨ªtulo, compuesto y grabado por Reed en extra?o pero feliz maridaje con el grupo de heavy Metallica. La funci¨®n teatral tiene menos de ¨®pera rock que el disco, seguramente porque la personalidad pl¨¢stica y dram¨¢tica de Wilson es dominante. La nueva colaboraci¨®n entre los dos artistas (tras Rocker Time en 1996 y POEtry en 2000) resulta, sin embargo, arm¨®nica y casi siempre brillante, contando adem¨¢s con nuevas canciones escritas ex profeso por Reed y no incluidas en el vinilo. De hecho, dos de las mejores piezas musicales interpretadas en el escenario son nuevas: A Gift (con deliciosa letra de Reed que empieza con el verso Solo soy un regalo para las mujeres de este mundo) y la extraordinaria Vicious Circle, encomendada al personaje clave de la Condesa y maravillosamente cantada por la actriz Anke Engelsmann. Al mismo tiempo, Wilson encuentra soluciones de poderosa fuerza visual para las composiciones del cantante, destacando en particular la escena sobre la pieza en mi opini¨®n central del disco, Brandenburg Gate, convertida en un burlesque cantado coralmente por los seis protagonistas masculinos.
La funci¨®n teatral tiene menos de ¨®pera rock que el disco original
El montaje est¨¢ acompa?ado por seis m¨²sicos nada 'heavy'
Como es sabido, la obra original de Franz Wedekind sobre el personaje inocente y maligno de la joven Lulu que provoca la desesperaci¨®n y la muerte de sus amantes antes de caer ella asesinada por el mism¨ªsimo Jack el Destripador, tiene una complejidad y una extensi¨®n que dificulta su plasmaci¨®n esc¨¦nica. Aun en su versi¨®n inacabada, la ¨®pera de Alban Berg captura de modo elocuente el esp¨ªritu de Wedekind, si bien el compositor hizo su libreto mucho antes de que, en 1988, se publicase el texto hoy considerado definitivo de la trilog¨ªa de Lulu, casi mil p¨¢ginas en formato libro.
El espect¨¢culo de Wilson parte de una dramaturgia muy sucinta (de Jutta Ferbers), primando en los elementos grotescos de esta "tragedia monstruo", tal y como la llam¨® el propio Wedekind. Los actores-cantantes son en su mayor¨ªa excelentes, aunque la protagonista, la gran Angela Win-kler, m¨¢s conocida en nuestro pa¨ªs por sus pel¨ªculas con los mejores directores del nuevo cine alem¨¢n, no acaba de acoplarse al peculiar lenguaje gestual de Wilson. Este, en una de sus geniales ocurrencias, le ha dado gran relieve, sin un rol espec¨ªfico, a una anciana y magn¨ªfica actriz del Berliner Ensemble, Ruth Gloss, que cierra de modo inolvidable el primer acto interpretando uno de los cl¨¢sicos de Lou Reed, Sunday morning. El montaje, con el acompa?amiento de seis m¨²sicos nada heavy de atuendo ni de car¨¢cter, abunda en momentos de irresistible comicidad, en un esp¨ªritu que mezcla el slapstick del cine mudo con la caricatura de las ilustraciones infantiles del ¨²ltimo periodo victoriano. Una lectura intuitiva, sorprendente e iluminadora, muy caracter¨ªstica del sello Bob Wilson, un creador antiintelectual que solamente en Espa?a tiene cierta fama de abstracto y arduo (como pudo verse en la m¨¢s bien tibia acogida del p¨²blico del estreno de su Pell¨¦as et M¨¦lisande, el pasado lunes en el Teatro Real).
En Francia, por el contrario, es una figura de referencia, me atrevo a decir que un ¨ªdolo desde los lejanos d¨ªas de los primeros 1970 en que fue apadrinado, con un famoso art¨ªculo extasiado, por el poeta Louis Aragon. Las entradas para las 10 funciones de Lulu en el inmenso Th¨¦?tre de la Ville est¨¢n agotadas desde hace varias semanas, y tiene por ello su l¨®gica que haya sido la capital francesa donde se cerrara el mes de celebraciones wilsonianas con motivo de su 70? aniversario. Cinco grandes ciudades del mundo, Berl¨ªn, Nueva York, S?o Paulo, Mil¨¢n y ahora Par¨ªs, han organizado, siguiendo un modelo muy norteamericano, cenas para invitados de pago en beneficio de Watermill, la fundaci¨®n de investigaciones teatrales y pl¨¢sticas creada y sostenida por ¨¦l en Long Island, precedidas cada una por el estreno de uno de sus espect¨¢culos. La de Par¨ªs, anteanoche, iba a haberse celebrado en la casa de Pierre Berg¨¦, el viudo de Yves Saint Laurent, del mismo modo que la de Mil¨¢n tuvo lugar en la de Giorgio Armani. Pero el gran n¨²mero de los paying guests en Par¨ªs, que inclu¨ªa, entre amigos y mecenas de diversos pa¨ªses, a Isabelle Huppert, una rejuvenecida Anouk Aim¨¦e y el ministro de Cultura, Fred¨¦ric Mitterrand, oblig¨® a desplazarla al (muy) tradicional restaurante de la Rive Gauche Chez Laurent, donde no falt¨® ni el pastel ni las canciones de cumplea?os.
Babelia
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