La insoportable fragilidad del futbolista
- "Me encanta interpretar papeles en los que se mezclan el ego
y la inseguridad". Jim Carrey, actor.
Leer extractos de la biograf¨ªa de Robert Enke, el portero alem¨¢n que se suicid¨® hace dos a?os tras caer en una profunda depresi¨®n, invita a una casi inevitable reflexi¨®n: qu¨¦ raro que m¨¢s jugadores de f¨²tbol no hagan lo mismo.
El primer acto de la tragedia de Robert Enke tuvo lugar durante el a?o que estuvo en el Barcelona, en la temporada 2002-2003. Fichado del Benfica, dio toda la impresi¨®n el d¨ªa de su presentaci¨®n de que ser¨ªa el portero n¨²mero uno en el Camp Nou para rato. Alto, fuerte, ¨¢gil, guapo, sonriente y -encima- alem¨¢n, reun¨ªa todos los requisitos para militar con distinci¨®n como ¨²ltima l¨ªnea de defensa en un equipo de primera.
Todos creemos que porque ganan dinero y son famosos tenemos el derecho a decirles de todo
Pero result¨® que no; result¨® que Enke era una persona delicadamente susceptible a las cr¨ªticas de los aficionados, de los medios, de sus t¨¦cnicos y de sus compa?eros. Su hundimiento personal comenz¨® la noche en que el Barcelona perdi¨® 3 a 2 en la Copa del Rey contra el Novelda, de Segunda B. El capit¨¢n del Bar?a, Frank de Boer, le ech¨® la culpa p¨²blicamente por uno de los goles, la prensa amplific¨® las declaraciones de De Boer y la afici¨®n empez¨® r¨¢pidamente a dudar de ¨¦l. Acab¨® la temporada relegado al n¨²mero tres de la porter¨ªa, reemplazado por un joven V¨ªctor Vald¨¦s.
En el verano de 2003 se fue a Turqu¨ªa, al Fenerbah?e, donde dur¨® apenas un mes. Enke empez¨® a escribir un diario ¨ªntimo, la cr¨®nica de una incipiente depresi¨®n. "No s¨¦ por qu¨¦ vine aqu¨ª", reflexion¨®. "El a?o en Barcelona realmente me ha cambiado. He permitido que se esfumara toda la confianza acumulada durante mis tres a?os en el Benfica".
Lo curioso, dado su triste final, es que se recuper¨®. Se fue al Tenerife, triunf¨®, y de ah¨ª volvi¨® a Alemania, al Hannover, donde destac¨® de tal manera que fue convocado para la selecci¨®n. Pese a sufrir el inimaginable dolor de ver morir a su hija de dos a?os de una enfermedad en 2006, se hizo con la titularidad de Alemania. Lo que nadie supo, salvo su mujer, fue que mientras en el terreno profesional ascend¨ªa, en lo personal la ansiedad lo estaba carcomiendo.
Las noches eran lo peor. Incapaz de dormir, se met¨ªa en el ba?o de su casa y se quedaba ah¨ª sentado hasta el amanecer. Escrib¨ªa en su diario: "La peor noche que recuerdo"; o, "todo es un sin sentido"; o "?d¨®nde va a acabar todo esto?". Acab¨® en noviembre de 2009 cuando, con 32 a?os de edad, se tir¨® debajo de un tren.
La sorpresa, como dec¨ªamos, es que m¨¢s jugadores de primera no hagan lo mismo ya que pr¨¢cticamente todos viven bajo el mismo nivel de exigencia que Enke, muchos de ellos sometidos a contratiempos, cr¨ªticas e insultos apreciablemente peores. Todos viven al l¨ªmite, sus carreras en juego, sus reputaciones en entredicho, juzgados -en algunos casos por millones de personas a la vez- no por sus trayectorias sino por los ¨²ltimos partidos jugados.
Tremendo c¨®mo Fernando Torres ha aguantado su annus horribilis en la selecci¨®n espa?ola, en el Liverpool y despu¨¦s -tras el traspaso m¨¢s caro en la historia del f¨²tbol ingl¨¦s- en el Chelsea. Sorprendente c¨®mo el joven portero espa?ol del Manchester United, David de Gea, no se cogi¨® el primer avi¨®n a casa tras un muy criticado estreno con los colores del equipo ingl¨¦s. Admirable el autocontrol de Cristiano Ronaldo, que debe luchar en todos los partidos fuera de casa contra el muy natural impulso de saltar a las gradas, como hizo una vez el gran Eric Cantona, y repartir patadas entre los imb¨¦ciles que le acosan.
Todos, por m¨¢s guapos o ricos que sean, o por m¨¢s confianza en s¨ª mismos que aparenten (como Enke el d¨ªa que lleg¨® al Bar?a), son inseguros. La condici¨®n humana lo exige, y la condici¨®n del futbolista, m¨¢s. Todos creemos que porque ganan tanto dinero y son tan famosos tenemos el derecho a decirles de todo; que sus ¨¦xitos nos da licencia para matar.
Tiene que haber otros Robert Enkes sufriendo en silencio en las grandes Ligas europeas, y en las peque?as tambi¨¦n. Seguramente haya muchos m¨¢s de lo que nos imaginamos. Deber¨ªamos todos de pisar con un poco m¨¢s de cuidado y compasi¨®n.
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