El Ej¨¦rcito mata al jefe de las FARC
Tropas colombianas acaban con el l¨ªder guerrillero tras siete horas de persecuci¨®n por la selva - La operaci¨®n comenz¨® hace tres a?os y moviliz¨® a 7.000 hombres
La zona en donde el viernes el Ej¨¦rcito colombiana acab¨® con la vida de Alfonso Cano, el n¨²mero uno de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), es de una belleza imponente, pero tambi¨¦n el escenario m¨¢s inhumano para pelear. Se trata de un macizo monta?oso en el sur de Colombia de verdes intensos, humedad permanente y temperaturas que en ocasiones pueden caer hasta los cinco grados bajo cero. Por eso, tras herirlo en un bombardeo, los militares tardaron siete largas horas hasta concluir su misi¨®n. "Es un d¨ªa muy importante para Colombia", exclam¨® el presidente, Juan Manuel Santos, al dar el parte de victoria despu¨¦s de la medianoche. "Es el golpe m¨¢s contundente dado a las FARC en toda su historia". En efecto, Cano era la pieza fundamental de esta organizaci¨®n que lleg¨® a poner contra la pared al Estado, pero que ahora encadena derrota tras derrota.
Se encontraron siete computadores, 39 memorias USB y 24 discos duros
Cano, de 63 a?os, era el marxista con mayor visi¨®n pol¨ªtica del grupo
De 63 a?os, Cano no se dio nunca por vencido, como lo ratific¨® en su d¨ªa final ante sus adversarios. A partir de unas pacientes y exitosas tareas de inteligencia, estos localizaron su campamento en la espesura de la vegetaci¨®n. "Lo tenemos", inform¨® uno de los pilotos a su comandante, que de inmediato pidi¨® autorizaci¨®n a Bogot¨¢ para bombardear.
Cano sinti¨® la envergadura del ataque, pero mantuvo la frialdad para ordenar la retirada. Estaba muy cambiado, pues se hab¨ªa quitado su espesa barba que lo identific¨® en sus 33 a?os de vida armada. Un comando de fuerzas especiales hizo contacto con miembros de su guardia pretoriana, que sab¨ªan que ten¨ªan que dar la vida antes de permitir su muerte o captura.
El grupo era reducido, pues aunque en la operaci¨®n, iniciada hace un poco m¨¢s de tres a?os, participaban casi 7.000 militares, cualquier movimiento deb¨ªa hacerse con el sigilo de un lince. El fr¨ªo y las minas antipersona que las FARC siembran en puntos estrat¨¦gicos no solo le han cerrado el camino a los militares, sino que les han causado numerosas bajas. De hecho, este s¨¢bado trascendi¨® que en esta b¨²squeda tres j¨®venes soldados murieron de hipotermia y dos m¨¢s al caer a un precipicio.
Por eso desde hace cinco meses, cuando hab¨ªa informaci¨®n certera de la ruta que llevaba, hab¨ªa que extremar las precauciones. En esa fecha se lleg¨® a uno de sus campamentos. Diez minutos antes de que llegaran las tropas al lugar, Cano hab¨ªa estado all¨ª. Esto llev¨® al presidente Santos a informar de que le estaban "pisando los talones".
Consciente de sus dificultades, Cano se mimetiz¨® en un ¨¢rea selv¨¢tica a esperar el agotamiento de los militares. Estos, sin embargo, no dieron su brazo a torcer y trazaron un c¨ªrculo en un ¨¢rea de varios municipios que le impedir¨ªa salir a los departamentos de Cauca y Huila, en el suroccidente colombiano, una zona donde las FARC se mueven como pez en el agua por la experiencia acumulada durante varias d¨¦cadas.
El viernes las fuentes de inteligencia procedieron a informar de su localizaci¨®n exacta. Vino un bombardeo en el que se captur¨® al guerrillero Indio Efra¨ªn. Aunque desde el a?o pasado las fuerzas de seguridad ya hab¨ªan capturado a dos de los hombres m¨¢s cercanos a Cano, y hab¨ªan dado muerte a por lo menos otros cuatro, las tropas entendieron que ahora s¨ª estaban realmente cerca de ¨¦l, porque este era el encargado de su seguridad personal.
Tras el cruce de disparos, se envi¨® m¨¢s tropa y al ingresar en lo que hab¨ªa sido un improvisado campamento, se encontr¨® el cuerpo de El Zorro, operador de radio desde hace 14 a?os en las FARC. En medio de la inspecci¨®n, las tropas encontraron una billetera personal de Cano, siete computadores, 39 memorias USB, 24 discos duros, dos ametralladoras y 194 millones de pesos (unos 74.000 euros) en varias divisas.
La satisfacci¨®n entre los militares fue grande porque, en el pasado, el decomiso de los computadores de Ra¨²l Reyes -muerto en un bombardeo en Ecuador en marzo de 2008- y Jorge Brice?o, alias Mono Jojoy -tambi¨¦n ca¨ªdo en otro bombardeo en las selvas del oriente colombiano en septiembre de 2010-, permiti¨® penetrar en el cerebro de las FARC, lo que las debilitar¨ªa a¨²n m¨¢s.
Sin embargo el mayor tesoro, aunque de gran valor estrat¨¦gico, no eran en ese momento los computadores, sino algo m¨¢s simple y preciado para Cano en una fuga donde la neblina dificulta la visibilidad: sus gafas.
El d¨ªa pas¨® con gran tensi¨®n en tres escenarios distintos. En el escarpado terreno del municipio caucano de Su¨¢rez donde Cano, el marxista puro a quien el presidente ?lvaro Uribe defini¨® como el "fil¨®sofo del terrorismo", hu¨ªa; en Bogot¨¢, donde el joven ministro de Defensa, Juan Carlos Pinz¨®n (39 a?os), acompa?ado de toda la c¨²pula militar, daba instrucciones; y en la costa Caribe, en la que el presidente Juan Manuel Santos, recib¨ªa los datos. A las dos de la tarde, la emisora La W, dio un extra con la informaci¨®n. El revuelo fue general porque se trataba del m¨¢s importante guerrillero de las FARC, no solo por su liderazgo, sino por su formaci¨®n acad¨¦mica. Cano era el marxista m¨¢s preparado en la historia de la lucha armada en Colombia y el de mayor visi¨®n pol¨ªtica. Tanto, que en los fracasados di¨¢logos de paz en el Cagu¨¢n (1998-2002) cre¨® el Movimiento Bolivariano, una organizaci¨®n que le servir¨ªa de instrumento para la paz o de plataforma pol¨ªtica para la guerra. Todo depend¨ªa del resultado. Como las conversaciones fracasaron, el movimiento pas¨® a ser clandestino y Cano traz¨® las pautas de su nuevo aparato ideol¨®gico. Entre tanto, lider¨® en el interior de las FARC el Plan Renacer, para volver a tomar ox¨ªgeno. Toda la pol¨ªtica giraba en torno a ¨¦l.
El ministro de Defensa tuvo que salir por la noche a aclarar algunas de las informaciones que daban cuenta de la muerte de Pacho Chino, el hombre m¨¢s cercano a Cano. Al hacerlo, en los medios de comunicaci¨®n el frenes¨ª baj¨® y se crey¨® que de nuevo el esfuerzo se hab¨ªa perdido. Sin embargo, a esa misma hora los militares ya hab¨ªan recogido un cuerpo que por sus caracter¨ªsticas f¨ªsicas coincid¨ªan con las de Cano. Fue llevado en helic¨®ptero a la ciudad de Popay¨¢n, donde le practicaron en el Instituto de Medicina Legal las pruebas dactilares. S¨ª. Era Cano. Sin embargo, el Gobierno orden¨® repetir los ex¨¢menes para evitar cualquier equ¨ªvoco. A las diez de la noche ya no hab¨ªa dudas y la noticia se extendi¨® como la p¨®lvora.
En un viernes donde los noticieros de la noche tienen poca sinton¨ªa porque la gente est¨¢ rumbeando, todos se volcaron a la televisi¨®n. El parte de victoria lo dio el propio presidente Santos a medianoche, una hora absolutamente inusual, aunque en esta ocasi¨®n era seguido por todo el pa¨ªs.
Miles de colombianos sacaron ayer banderas y el eco de los vivas al Gobierno y al Ej¨¦rcito se escuchaba n¨ªtido. Aunque Cano dec¨ªa que representaba al pueblo, su vida hab¨ªa terminado en medio del rechazo general porque los medios usados para alcanzar el poder generaron una espiral de violencia dolorosa. En este momento hay todav¨ªa unos 8.000 hombres de las FARC armados, pero sin un l¨ªder que les diga qu¨¦ hacer.
El declive de la guerrilla
- Manuel Marulanda o Tirofijo. L¨ªder hist¨®rico de las FARC. Seg¨²n inform¨® la organizaci¨®n, muri¨® de un infarto a los 78 a?os en marzo de 2008. Sobre ¨¦l pesaban m¨¢s de un centenar de ¨®rdenes de captura.
- Jorge Brice?o o Mono Jojoy. Encarnaba la brutalidad de una guerrilla despiadada. Muri¨® en una operaci¨®n militar en septiembre de 2010.
- Ra¨²l Reyes. N¨²mero dos, portavoz y asesor del Bloque del Sur de las FARC. El Ej¨¦rcito acab¨® con ¨¦l en una operaci¨®n en marzo de 2008.
- Mart¨ªn Caballero. En el momento de su muerte -en octubre de 2007- era jefe del frente 37 de las FARC.
- Iv¨¢n R¨ªos. Asesinado el 3 de marzo de 2008 por su jefe de seguridad, alias Rojas, quien le cort¨® una mano para presentarla como prueba.
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