Monumento en La Catedral
Athletic y Bar?a igualan un partido memorable, en condiciones adversas, construido con los mejores materiales y resuelto por 'accidentes' en el ¨¢rea
Hist¨®ricamente La Catedral ha sido el reino del rhythm and blues. Ritmo y alma para los grandes conciertos con un aire de rock and roll, si la ocasi¨®n lo exige, y alguna balada mortecina cuando llega el viento sur. Lo del viento sur era un caso imposible en una noche de fr¨ªo, lluvia y vendavales. El Bar?a tambi¨¦n comparte el mismo gusto musical, as¨ª que Bielsa y Guardiola se plantearon un concierto sin teloneros ni estrellas, tocando al mismo tiempo la misma sinfon¨ªa.
Mejores solistas en el Bar?a, m¨¢s acreditados, frente a un coro rojiblanco que exig¨ªa tanto la garganta de Bielsa como los pulmones de los futbolistas. Y, sin embargo, fue el Athletic el que domin¨® el marcador, el concierto, el que se adelant¨® dos veces, el que so?¨® con llevarse todos los aplausos y a quien le pill¨® el chaparr¨®n casi en el tiempo de descuento, cuando ya desenchufaba las guitarras y se aprestaba a recibir los aplausos de un p¨²blico entregado. F¨²tbol es f¨²tbol, dice la vieja m¨¢xima. Y el f¨²tbol fue f¨²tbol ayer, el que mezcla lo de antes (el sacrificio, la entrega y la fe) y lo de ahora (el toque, la organizaci¨®n, la pizarra). Quiz¨¢s queden en la memoria las circunstancias de los segundos goles, pero el global de la actuaci¨®n reconcilia al f¨²tbol con los valores m¨¢s gen¨¦ticos de ese deporte.
Hubo sacrificio, entrega, fe y tambi¨¦n toque, organizaci¨®n y pizarra
No gan¨® nadie porque ambos discutieron con el mismo arsenal y la misma estrategia
La Catedral viv¨ªa una jornada de puertas abiertas que oficiaba el f¨²tbol con un ritmo fren¨¦tico, se dir¨ªa que f¨ªsicamente imposible, y un f¨²tbol impagable, es decir, el que exige la mejor versi¨®n de cada futbolista, el que busca cada uno de los t¨¦cnicos de cada equipo.
Ni el Bar?a ni el Athletic renunciaron a su idea. Versatilidad azulgrana y movilidad rojiblanca. Xavi marcaba el ritmo del Bar?a con diapasones incre¨ªbles en el m¨¢stil del centro del campo, pero el solista, sin duda, era Cesc, el guitarrista solitario que camina por el escenario sin que nadie le encuentre aunque todo el mundo le escucha.
El Athletic depositaba su ritmo en la fuerza del conjunto -made in Bielsa- y su alma en dos futbolistas singulares: Herrera, un tipo con un electro rojiblanco y cerebro guardiolista, y Llorente, m¨¢s dominador de lo esperado en su duelo con Piqu¨¦.
Hab¨ªa mucho solfeo en el campo, el de Bielsa y el de Guardiola, pero interpretaciones diferentes: m¨¢s ¨¢giles las que constru¨ªa el Bar?a, encontrando sobre todo sus pasillos por la banda izquierda, y m¨¢s voluntariosas en el Athletic, con alguna desafinaci¨®n en el primer toque, pero impagable en el tono coral. Y lleg¨® el gol, cuando Mascherano cometi¨® un error infantil para su jerarqu¨ªa: irse al suelo sin necesidad y vender, por lo tanto, su alma en la jugada, permitiendo que Susaeta se fuera en diagonal, pensara y acomodase el centro a Herrera, un llegador nato, que tuvo tiempo para girar y mandar al otro palo. Un gol preciso y precioso al que respondi¨® el solista, Cesc, con no menor magisterio. Fue un centro de Abidal, con un gesto de tobillo magn¨ªfico, que Cesc cabece¨® con maestr¨ªa inglesa. Se merec¨ªan el gol ambos equipos y lo consiguieron en el tramo de cinco minutos, ratificando una mitad de concierto espectacular.
Ten¨ªa que decaer. El escenario, intacto en 45 minutos, se inund¨® en la segunda mitad porque la lluvia no quer¨ªa perderse el partido. Quiz¨¢s por eso la ¨¦pica, la an¨¦cdota, la circunstancia, parec¨ªan argumentos tan interesantes como el monumento futbol¨ªstico que ambos estaban construyendo. El bal¨®n se fren¨®, especialmente en el campo del Athletic, donde la inundaci¨®n era m¨¢s evidente.
Y lleg¨® el gol de Llorente, tras otro error previo de Mascherano, que concedi¨® un c¨®rner (un atrevimiento en Bilbao) y el accidente se sald¨® con un autogol de Piqu¨¦ tras un despeje de Abidal que dio en Llorente.
La idea, por fuerte que sea, no est¨¢ exenta de las circunstancias. Y se igual¨® para el Bar?a cuando San Jos¨¦ e Iraizoz chocaron en un bal¨®n sin peligro y Messi, el solista esperado y no encontrado, el rey frente a los teloneros, apareci¨® por fin para marcar y romper su maleficio en San Mam¨¦s. Fue un acto de justicia. Dos maravillas para el 1-1, dos accidentes para el 2-2. Cuatro goles para un ejercicio majestuoso, exigido al m¨¢ximo. Cesc hizo de Messi, aunque Messi salvara el ¨²ltimo mueble del edificio. Herrera hizo de Herrera, y comienza a fraguar el futbolista que todo el mundo intuye en tres cuartos del campo pero no ve¨ªa en el ¨¢rea. Ya s¨ª.
No gan¨® nadie en La Catedral, porque el Athletic le discuti¨® al Bar?a con el mismo arsenal y la misma estrategia. Pero entre ambos consiguieron que ganara el f¨²tbol, lo cual no contabiliza en la clasificaci¨®n, pero pasa a la historia. Hay cosas m¨¢s importantes que tres puntos. El f¨²tbol es m¨¢s importante que eso.
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