Rubalcaba se estrena como l¨ªder de la oposici¨®n
Tanto Rubalcaba como Rajoy cumplieron anoche sus objetivos. El de Rubalcaba era por encima de todo movilizar a un sector de los indecisos tratando de sembrar dudas con el programa oculto del PP y el coste que puede tener en cap¨ªtulos como el seguro de desempleo, la sanidad, la educaci¨®n y las pensiones. A Rajoy le bastaba con no perder un solo voto de los que parecen tenerlo ya decidido y que le dar¨ªan la victoria por mayor¨ªa absoluta. Los dos contendientes ocuparon las posiciones que les asignan las encuestas: Rajoy en el banco azul y Rubalcaba ejerciendo como l¨ªder de la oposici¨®n con preguntas casi siempre aceradas que quedaron a menudo sin respuestas precisas. Lo que suele ocurrir habitualmente en las sesiones de control de los mi¨¦rcoles en el Congreso, con los papeles ya cambiados antes del 20-N.
No ahond¨® sobre las f¨®rmulas del PP para recuperar los millones de puestos de trabajo
Rubalcaba dedic¨® m¨¢s tiempo a destapar minas en el programa del PP que a explicar el suyo propio. Las respuestas de Rajoy, que a lo largo de todo el debate prefiri¨® fiarse de las chuletas que de su memoria de opositor, no se salieron del guion preestablecido. A cada sospecha de su rival contraatacaba con alguna actuaci¨®n del actual Gobierno: son ustedes los que han hecho el mayor recorte social, los que congelaron las pensiones, los que redujeron los presupuestos de sanidad y educaci¨®n, los que pusieron en peligro todas las redes de seguridad con una ruina econ¨®mica que nos ha conducido a esa cifra escalofriante de los cinco millones de parados y a una ca¨ªda de los ingresos del Estado.
La receta de Rajoy, esta s¨ª bien memorizada, es crear empleo para recuperar la recaudaci¨®n fiscal y mantener as¨ª el Estado de bienestar. Metido como andaba Rubalcaba en que su rival le explicase qu¨¦ significa la "capitalizaci¨®n" del seguro de desempleo o sus planes sobre los convenios colectivos de las pymes, no ahond¨® sobre las f¨®rmulas que el PP va a poner en pr¨¢ctica para recuperar los millones de puestos de trabajo. El candidato popular se ajust¨® a sus v¨ªdeos de campa?a: creamos tres millones y medio de empleos, sabemos hacerlo, podemos hacerlo.
Rubalcaba sembr¨® de dudas los planes de Rajoy en materia de educaci¨®n y sanidad por lo que ya vienen ejecutando sus presidentes en las comunidades aut¨®nomas, con especial menci¨®n a la de Madrid. Hubo un momento en el que el l¨ªder del PP respondi¨® con m¨¢s intensidad ante lo que consideraba insidias de su oponente: "No le acepto que sus intenciones sean mejores que las m¨ªas". Y encaden¨® una serie de compromisos que si se instala en La Moncloa se le podr¨¢n exigir: preservar una sanidad universal y de calidad y mantener el poder adquisitivo de las pensiones.
Dado el balance ruinoso de la ¨²ltima legislatura, Rubalcaba supo mantener el tipo reconociendo algunos errores (no haber pinchado a tiempo la burbuja inmobiliaria) y tratando de convencer a una menguante familia socialista de que no ser¨¢ igual la salida de la crisis con ¨¦l que con Rajoy. Lo que le falt¨® probablemente fue la fuerza necesaria para convencer a los electores de que su partido merece una nueva oportunidad de gobernar, lo que era una tarea poco menos que imposible. Demostr¨®, eso s¨ª, que sigue siendo el mejor parlamentario del PSOE para liderar la oposici¨®n a Rajoy, siempre que sus compa?eros socialistas no decidan quemarlo en la hoguera tras una derrota previsible.
Hubo muchos temas olvidados. Alguno de ellos clave para superar la crisis: Europa, citada solo por Rubalcaba para pedir una moratoria en los planes de consolidaci¨®n fiscal, y tangencialmente por Rajoy en los minutos finales. El compromiso mutuo de cooperar en la soluci¨®n definitiva del terrorismo de ETA, cualquiera que sea la posici¨®n que ocupe cada uno, fue un digno broche final.
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