El error Berlusconi
Mientras Italia no despida a su primer ministro su deuda seguir¨¢ en crisis y tambi¨¦n las europeas
La crisis econ¨®mica mundial tiene uno de sus focos m¨¢s agudos en Europa, hasta el punto de que la convulsi¨®n permanente de las deudas europeas y la inquietud por su sistema financiero frenan el crecimiento global; y la crisis econ¨®mica europea tiene hoy su foco principal en Italia. La prima de riesgo italiana (488 puntos b¨¢sicos) indica que la credibilidad de su deuda est¨¢ al borde del colapso; y, de paso, la ca¨®tica situaci¨®n del pa¨ªs est¨¢ provocando que los diferenciales de otros pa¨ªses (como Francia o Espa?a) tambi¨¦n se vean sometidas a tensiones que no se corresponden con sus fundamentales o con los esfuerzos de ajuste presupuestario que realizan.
La crisis italiana se explica por dos factores cr¨ªticos. El primero, en orden e importancia, es pol¨ªtico y se llama Silvio Berlusconi. Mientras las fuerzas pol¨ªticas italianas y el propio Berlusconi no acepten que el primer ministro es un obst¨¢culo para la credibilidad del pa¨ªs en Europa, los inversores no estar¨¢n en disposici¨®n de confiar de nuevo en la deuda italiana. Berlusconi tiene pues que dimitir o ser expulsado del Gobierno. Es una r¨¦mora para su pa¨ªs, porque sus declaraciones y actitudes indican claramente que ni ¨¦l ni sus fieles entienden la gravedad de la situaci¨®n italiana. Cada d¨ªa que pase Italia con Berlusconi al frente del Gobierno ser¨¢ un d¨ªa perdido para la recuperaci¨®n de su econom¨ªa.
El segundo factor, estrechamente relacionado con el primero, es que Italia no dispone de un programa de ajustes y reformas econ¨®micas que permita reducir su endeudamiento o evitar que crezca mediante una paulatina reducci¨®n del d¨¦ficit. Existe, eso s¨ª, una confusa mezcla de declaraciones, propuestas sin concretar y planes concretos rechazados por la oposici¨®n e incluso por miembros de la coalici¨®n gobernante, que revelan mejor que cualquier otra descripci¨®n la ca¨®tica situaci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica del pa¨ªs. Es el enfermo de Europa que contagia la infecci¨®n a todos.
Este no es un caso de responsabilidades ¨²nicas. Llama la atenci¨®n la muy escasa exigencia de la CE y el eje franco-alem¨¢n a los gobernantes italianos. Roma deber¨ªa tener en marcha ya su propio plan de reducci¨®n del d¨¦ficit, pero ni Merkel ni Sarkozy ni el BCE son capaces de exigirlo. Europa, de nuevo, parece presa de par¨¢lisis ejecutiva y reproduce, una y otra vez, los errores de 2008, 2009 y 2010. Los problemas se enquistan, bien sin que se les aplique una soluci¨®n o bien porque las grandes decisiones se concretan con mucho retraso.
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