"Existe inquietud ¨¢rabe por la pol¨ªtica exterior espa?ola tras las elecciones"
Bichara Khader (Palestina, 1944) se considera ¨¢rabe, palestino y cristiano, el credo mayoritario de Zababdeh, la aldea donde naci¨®. Tambi¨¦n belga de nacionalidad, adem¨¢s de espa?ol de adopci¨®n. "En Espa?a encontr¨¦ -asegura- un pa¨ªs de sustituci¨®n para el m¨ªo, de donde sal¨ª en 1965".
Pregunta. ?C¨®mo explica que Europa haya desaparecido de las campa?as electorales, como est¨¢ sucediendo en Espa?a?
Respuesta. La crisis econ¨®mica ha tenido un impacto negativo sobre la totalidad del proyecto de una Europa unida. En el plano interno, se est¨¢ regresando a lo que hace a?os se llamaba el pilar franco-alem¨¢n y, por tanto, eclipsando la acci¨®n colectiva articulada desde entonces, en la que los diversos Gobiernos nacionales pod¨ªan desempe?ar alg¨²n papel. Es un cambio en la concepci¨®n de Europa que tambi¨¦n se percibe desde el exterior.
"No han hecho tantos sacrificios para dejar su revoluci¨®n a barbudos fan¨¢ticos"
"En cualquier caso, tengo m¨¢s esperanzas en T¨²nez que en Libia"
Los europeos han visto a los ¨¢rabes jugarse la vida por la libertad
Las revueltas han favorecido la empat¨ªa hacia estas sociedades
P. ?En qu¨¦ sentido?
R. Si hablamos de la regi¨®n que m¨¢s conozco, el Mediterr¨¢neo y los pa¨ªses ¨¢rabes, nadie sabe qui¨¦n es la se?ora Ashton, aparte de las ¨¦lites. En cambio, todo el mundo ha o¨ªdo hablar de Sarkozy y Cameron. Son los dos personajes que m¨¢s influyen. Espa?a tambi¨¦n viene perdiendo peso desde hace a?os.
P. Sin embargo, Espa?a presta atenci¨®n al Mediterr¨¢neo.
R. Tal vez la explicaci¨®n habr¨ªa que buscarla, adem¨¢s de en la crisis econ¨®mica, m¨¢s reciente, en las tensiones recurrentes con Marruecos y en lo que, en la regi¨®n, se percibe como el auge de una cierta islamofobia, de un lenguaje anti¨¢rabe y antimusulm¨¢n.
P. ?A qu¨¦ tensiones con Marruecos se refiere?
R. El sentimiento mayoritario en Espa?a es favorable a los saharauis, y esto es algo que no pueden ignorar los diferentes Gobiernos. En muchos pa¨ªses ¨¢rabes se interpreta, sin embargo, como una interferencia en la eventual reconciliaci¨®n de Marruecos y Argelia sobre el problema del S¨¢hara.
P. En contrapartida, la sensibilidad hacia los palestinos tambi¨¦n es mayoritaria.
R. Existe inquietud en esos mismos pa¨ªses por la pol¨ªtica exterior que seguir¨¢ Espa?a despu¨¦s de las elecciones. No solo por lo que respecta al conflicto entre israel¨ªes y palestinos, que ha vuelto a tener un papel determinante con las revueltas ¨¢rabes, sino tambi¨¦n por las iniciativas que el nuevo Gobierno adopte o deje de adoptar hacia las zonas de proximidad, como el Mediterr¨¢neo.
P. Hasta ahora eran pol¨ªticas desarrolladas con preferencia dentro de un marco europeo.
R. La pol¨ªtica exterior europea no se distingue con claridad. Los Estados miembros siguen manteniendo una diplomacia nacional que eclipsa la acci¨®n del conjunto, lo que provoca una dualidad en la que, al final, es la Uni¨®n la que sale perdiendo.
P. ?En qu¨¦ se traduce ese salir perdiendo?
R. Cuando los Gobiernos ¨¢rabes quieren que las cosas evolucionen se dirigen a Estados Unidos, a sabiendas de que su pol¨ªtica es poco equilibrada. Cuando necesitan financiaci¨®n o apoyo, entonces s¨ª, recurren a la Uni¨®n Europea. Este reparto de funciones traduce, en realidad, la erosi¨®n del papel pol¨ªtico de Europa, y as¨ª lo reflejan los principales diarios ¨¢rabes.
P. Hablaba antes de un cierto auge de la islamofobia.
R. Se trata de un fen¨®meno m¨¢s amplio. Cuando la econom¨ªa es pr¨®spera existe menos xenofobia, de la que la islamofobia es una manifestaci¨®n concreta. Creo que el rechazo y la desconfianza hacia el islam se debe en gran medida a que, en las sociedades en crisis, se retrata a los musulmanes como espantap¨¢jaros.
P. ?Las revueltas ¨¢rabes no est¨¢n modificando ese retrato?
R. Hasta ahora eran frecuentes los debates acerca de si el islam era compatible con la democracia y si los ¨¢rabes estaban condenados a la violencia y el fanatismo. Pero los europeos han tenido ocasi¨®n de verlos jugarse la vida coreando esl¨®ganes como libertad, vivienda digna o empleo. Las revueltas han favorecido, as¨ª, una mirada m¨¢s emp¨¢tica hacia las sociedades ¨¢rabes. Hasta el punto de que parecer¨ªa que han inspirado movimientos como el de los indignados en Espa?a.
P. ?Son comparables las revueltas ¨¢rabes con esos movimientos?
R. En la forma, s¨ª. En un caso y en otro se trata de tomar el control del ¨¢gora, de recuperar la palabra, de expresar un sentimiento de ciudadan¨ªa activa. En el fondo, por el contrario, hay diferencias profundas. Los indignados no pretenden un cambio de r¨¦gimen, sino una profundizaci¨®n y una moralizaci¨®n del sistema democr¨¢tico.
P. En cuanto a las revueltas ¨¢rabes, se empieza a hablar de un supuesto oto?o tras la primavera.
R. Demasiada euforia es un error; demasiado escepticismo puede pervertir nuestra mirada. Estamos ante un proceso, ante una fiebre revolucionaria que conduce, o que deber¨ªa conducir, hacia un fervor democr¨¢tico. El paso de una etapa a otra est¨¢ cargado de riesgos, no es un camino de rosas. Como en toda transici¨®n, el futuro est¨¢ abierto a cualquier posibilidad. Los pesimistas est¨¢n convencidos de que estas revoluciones ser¨¢n secuestradas por los ej¨¦rcitos, desviadas por los islamistas o por los restos de los viejos reg¨ªmenes.
P. ?Y cu¨¢l es su posici¨®n?
R. Las revueltas marcan un antes y un despu¨¦s, de manera que el futuro ya no ser¨¢ igual al pasado. Los ciudadanos que se han rebelado contra sus Gobiernos exigen que las cosas cambien. No han hecho tantos sacrificios para dejar su revoluci¨®n en manos de barbudos fan¨¢ticos o de partidos que no respeten sus demandas. En cualquier caso, tengo m¨¢s esperanzas en T¨²nez que, por ejemplo, en Libia.
P. Sin embargo, la victoria de los islamistas ha producido inquietud.
R. T¨²nez es el paradigma de la revoluci¨®n feliz. Dispone de todos los ingredientes del ¨¦xito. Es verdad que existe inquietud en Europa tras las elecciones, pero tal vez no est¨¦ justificada. Conviene empezar por el principio: en T¨²nez ha habido unas elecciones democr¨¢ticas, las primeras de su historia independiente. Y En Nahda no ha obtenido la mayor¨ªa absoluta en la Asamblea Constituyente, por lo que tendr¨¢ que negociar y entenderse con las restantes fuerzas.
P. ?T¨²nez sigue siendo, entonces, el modelo?
R. En Egipto los manifestantes gritaban "T¨²nez es la soluci¨®n", no "El Cor¨¢n es la soluci¨®n", como hac¨ªan los Hermanos Musulmanes dos d¨¦cadas atr¨¢s. T¨²nez ha sido un modelo de protesta. No porque haya sido la revoluci¨®n de Facebook, Twitter o Internet, sino porque la han llevado a cabo actores verdaderos, ciudadanos de carne y hueso.
P. ?Por qu¨¦ en Europa y Estados Unidos se ha insistido tanto en el protagonismo de las nuevas tecnolog¨ªas?
R. Se trata de un modo de reivindicar indirectamente el ¨¦xito. Es como decir: "Nuestras tecnolog¨ªas han contribuido a difundir el mensaje democr¨¢tico". Sin embargo, Al Yazira ha desempe?ado un papel mucho m¨¢s importante en las revueltas que las nuevas tecnolog¨ªas. No hay que confundir los instrumentos con los actores. Los actores, los verdaderos actores, fueron esos j¨®venes que, despu¨¦s de comunicarse vali¨¦ndose de Facebook, Twitter o Internet, salieron a manifestarse a las calles asumiendo el riesgo de que podr¨ªan no volver nunca a sus casas.
P. Muchos, en efecto, no volvieron.
R. Los sistemas autoritarios administran el miedo. Cuando los ciudadanos dejan de sentirlo, los sistemas autoritarios se hunden. Los tunecinos y egipcios que gritaban en las calles nahnu bala juf, no tenemos miedo, fueron quienes acabaron con sus respectivas dictaduras.
P. Adem¨¢s de T¨²nez como modelo de revuelta, se habla de Turqu¨ªa como modelo de soluci¨®n pol¨ªtica.
R. El modelo turco no es exportable: en ning¨²n pa¨ªs ¨¢rabe existe un Ataturk que vaya a imponer el laicismo por procedimientos autoritarios. El creciente protagonismo de Turqu¨ªa en la regi¨®n no tiene nada que ver con el islamismo y el laicismo, sino con las valientes posiciones de Erdogan en asuntos tales como el conflicto entre palestinos e israel¨ªes.
P. ?Tendr¨¢, por fin, una salida?
R. Los ciudadanos ¨¢rabes han conocido dos revoluciones, una contra el colonialismo y otra contra la dictadura. La tercera revoluci¨®n ser¨¢ contra la ocupaci¨®n israel¨ª, porque Palestina est¨¢ en la mente de todos. No tendremos primavera ¨¢rabe con el invierno de la ocupaci¨®n israel¨ª. Por mi parte, quisiera llegar a vivir esa salida para no tener que someterme nunca m¨¢s a que, cuando vuelvo a mi aldea, cuando vuelvo a Zababdeh, la polic¨ªa israel¨ª me pregunte: '?Qu¨¦ est¨¢s buscando aqu¨ª?'. Es demasiada humillaci¨®n.
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