Dos mundos que fuman juntos
En la antigua f¨¢brica de tabacos conviven, unidos por un jard¨ªn, un centro autogestionado y el Ministerio de Cultura, que prev¨¦ una reforma integral en marzo
Como en tantos otros edificios, el lugar de encuentro es el sitio de fumar. En la antigua F¨¢brica de Tabacos es un bonito jard¨ªn dieciochesco presidido por una fuente que divide el edificio en dos: a un lado, la parte cedida por el Ministerio de Cultura al Centro Social Autogestionado Tabacalera; al otro, la sala de exposiciones que gestiona el propio Ministerio.
En el jard¨ªn que ambos usan como fumadero, un hombre de la parte autogestionada medita en la postura de la flor de loto mientras Ariadna Cantis, comisaria de la ¨²ltima exposici¨®n en la parte oficial -Performance & Arquitectura-, echa un pitillo antes del ensayo general. "La apuesta de utilizar el edificio tal y como est¨¢ me parece estupenda, especialmente en tiempos de crisis; es un espacio muy potente, el propio edificio performea...".
Las ocho performances que tuvieron lugar el jueves se grabaron y se pueden ver hasta el d¨ªa 27 en unas salas oscuras de techos altos y arcos desconchados que no son tan f¨¢ciles de visitar, ya que solo abren de vez en cuando para exposiciones temporales. En una se proyect¨® un v¨ªdeo de un pasillo de Tabacalera sobre el que un actor desnudo pasea en Segway; en otra, el p¨²blico termin¨® una construcci¨®n hecha con una red y pinzas de tender. En Ikea Disobedients, el arquitecto Andr¨¦s Jaque construy¨® una torre de objetos dom¨¦sticos. "Una cocina, un ba?o, una cama, un gimnasio en el que los vecinos -que no son los t¨ªpicos que aparecen en el cat¨¢logo de la tienda sueca- hacen sus cosas juntos... Es un espacio p¨²blico hogare?o". Que se parece mucho a la definici¨®n de lo que uno encuentra al otro lado del edificio.
Cruzando una puerta -que se puede atravesar de la parte oficial a la autogestionada pero no al rev¨¦s, porque el guarda de seguridad no te deja-, un mont¨®n de vecinos de Lavapi¨¦s hacen tambi¨¦n sus cosas juntos. Algunos bailan perezosamente en una fiesta africana, otros toman ca?as en el bar. Los hay que recogen las cestas de verduras de una cooperativa ecol¨®gica y los que buscan algo bonito en la tienda de ropa gratis. Unos usan ordenadores, otros hacen artesan¨ªa. En una antigua sala de empaquetar tabaco (en el suelo una flecha se?ala hacia d¨®nde iban los Fortuna y hacia d¨®nde los Ducados), acrob¨¢ticas muchachas se desenroscan de telas que cuelgan de las gr¨²as industriales. Al otro lado de una puerta se escucha el tintineo de las copas y canap¨¦s de la inauguraci¨®n que tiene lugar en la parte oficial. Pero los de un lado y otro solo se ver¨¢n si salen al jard¨ªn a fumar.
Tabacalera es impactante como continente y como contenido: un vestigio ¨²nico del patrimonio preindustrial madrile?o que ha vuelto a la vida tras una d¨¦cada vac¨ªo. Un experimento que uni¨® la predisposici¨®n de la instituci¨®n que lo cedi¨® y entreg¨® 15.000 euros a los vecinos, y el enorme esfuerzo de autogesti¨®n de estos. Pero ese acuerdo vence en marzo.
En el lado autogestionado preocupa que se lleve a cabo la obra que convertir¨¢ la f¨¢brica en el prometido Centro Nacional de las Artes Visuales, un macroproyecto de 30 millones de euros con una azarosa historia: en 2008, el entonces Ministro de Cultura concedi¨® el proyecto al Estudio Nieto y Sobejano, lo que provoc¨® una impugnaci¨®n del proceso de adjudicaci¨®n por parte del Consejo Superior de Arquitectos. Se hizo el concurso debido y volvi¨® a ganar el mismo estudio. "En ning¨²n caso el proyecto eliminar¨ªa el centro autogestionado", explica Fuensanta Nieto, y a?ade que los presupuestos de 15.000 euros y de 30 millones no son equiparables: "No se puede comparar lo que cuesta una arquitectura ingeniosa para salir del paso con lo que vale una rehabilitaci¨®n que cumpla toda la normativa". El proyecto tambi¨¦n prev¨¦ una espectacular pantalla de leds que cubre la fachada sur y que sirve como "una piel contempor¨¢nea que, sin tocar, el edificio lo hace visible".
El lado autogestionado tambi¨¦n tiene sus arquitectos. Pablo Farf¨¢n es miembro del colectivo Autoconstrucci¨®n, que ayud¨® a "rehabitar" el edificio: "Es el paso previo a rehabilitar, consiste en hacer un lugar seguro e higi¨¦nico, evitar que entre agua, poner luz, estabilizar cubiertas y, sobre todo, limpiar mucho". Se consigui¨® con mano de obra voluntaria y un presupuesto min¨²sculo (menos de cuatro euros por metro cuadrado). "El edificio lleva en pie y funcionando m¨¢s de 200 a?os, no hay que gastarse un dineral en tunearlo".
Aun tuneado, al nuevo centro no le vendr¨ªa mal seguir conviviendo con su compa?ero de pitillos. Un jueves cualquiera, la Tabacalera est¨¢ llena. Y lo que suele faltar en los centros de arte "oficiales" no es arquitectura contempor¨¢nea, sino gente.
Tabacalera
- Autor. Manuel de la Ballina.
- Obra. 1780 - 1792.
- Estilo. Industrial neocl¨¢sico.
- Ubicaci¨®n. Embajadores, 51 y 53.
- Funci¨®n original. Real f¨¢brica de aguardientes, naipes y papel sellado y, posteriormente, f¨¢brica de tabacos.
- Funci¨®n actual.De sus 30.000 metros cuadrados, 9.000 son del Centro Social Autogestionado. El Ministerio de Cultura gestiona en otra ala una sala de exposiciones. El resto est¨¢ vac¨ªo.
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