Ret¨®rica de la democracia
Con motivo del reciente debate electoral, las impresiones fueron clarificadoras: para los socialistas, Rubalcaba hab¨ªa ganado y Rajoy hab¨ªa perdido; para los populares, Rajoy hab¨ªa ganado y Rubalcaba hab¨ªa perdido; para otros partidos, hab¨ªan perdido los dos. Esta sumaria evaluaci¨®n nos permite despejar todas las dudas.
Cuesta en esta democracia que haya debates electorales y no una superposici¨®n de mon¨®logos. Pero el modo de evaluarlos no es distinto al modo en que los partidos eval¨²an un resultado electoral. Si ante el dato objetivo de votos y de esca?os obtenidos, todos los partidos tienen la obligaci¨®n de estar contentos, c¨®mo no hacer lo mismo a la hora de glosar algo tan evanescente como la calidad ret¨®rica o argumental de un candidato. Busquemos una nueva clarificaci¨®n: nuestro candidato no s¨®lo es el mejor, sino que lo demuestra. Cu¨¢l sea el candidato es un aspecto secundario dentro del argumento.
Incluso el Partido Socialista, que afronta una sonora bajada, elaborar¨¢ alguna buena excusa en la noche electoral. Hace mucho tiempo, en unas catastr¨®ficas elecciones auton¨®micas para los populares vascos (dos parlamentarios y menos de un 5% de los votos), el legendario Manuel Fraga o sus asesores (porque supongo que entonces ya hab¨ªa asesores) encontraron un argumento para felicitarse por el resultado: las encuestas de dos meses antes les conced¨ªan exactamente la mitad. S¨ª, con dos parlamentarios, Fraga se felicitaba. Y es que la democracia, combinada con una opini¨®n p¨²blica exigente, es el mejor sistema de organizaci¨®n pol¨ªtica, y no porque d¨¦ la raz¨®n a todo el mundo, sino porque obliga a todo el mundo a simular que se la ha dado.
La democracia se funda, al menos formalmente, en la soberan¨ªa popular. Por eso, para el pol¨ªtico, el pueblo nunca tiene la culpa de nada, ya que hay que rogar su favor constantemente. Frente al hero¨ªsmo ut¨®pico, que a lo largo de la historia siempre termina asesinando (centenares de adversarios o millones de adversarios, seg¨²n la impaciencia del protagonista en su empe?o por arreglarnos la vida) la democracia est¨¢ investida, muy al contrario, de una tranquilizadora modestia.
El ¨²nico aspecto en que la democracia resulta risible es el ret¨®rico. Con motivo de las recientes inundaciones, la izquierda abertzale, reinante en Gipuzkoa, alababa el gran trabajo de los t¨¦cnicos locales y forales, y afirmaba comprender, al mismo tiempo, la indignaci¨®n de los vecinos. Todo Gobierno practica la acrobacia de jalear las denuncias de la ciudadan¨ªa contra su gesti¨®n, si bien reserv¨¢ndose el derecho a se?alar alg¨²n chivo expiatorio, ya sea real o imaginario. De las declaraciones de Bildu se extra¨ªa como conclusi¨®n que la responsable de las inundaciones hab¨ªa sido la oposici¨®n. Pero cu¨¢n errados est¨¢n tambi¨¦n en esto: todos sabemos que el verdadero culpable del mal tiempo suelen ser los mercados.
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