Mis recuerdos de la Divisi¨®n Azul
EL PA?S desempolva los diarios de Luis Garc¨ªa Berlanga durante su estancia en el frente ruso - Son cuadernos repletos de escritos pol¨ªticos, poemas y dibujos
Uno de los cuadernos ni siquiera tiene tapas y el hilo que cose las p¨¢ginas vive sus ¨²ltimos estertores. Es el m¨¢s antiguo, porque en ¨¦l est¨¢n los apuntes del colegio y los poemas escritos a¨²n en Espa?a, entre ellos el dedicado a Federico Garc¨ªa Lorca. El otro, una libreta con las p¨¢ginas pegadas por su borde superior, todav¨ªa conserva la contraportada. Le quedan algunas hojas en blanco y es menos abigarrado que el anterior. Adem¨¢s les acompa?an unas hojas sueltas: un peque?o diploma para Mar¨ªa Garc¨ªa Garc¨ªa del colegio Sagrado Coraz¨®n de Jes¨²s, cuyo env¨¦s aprovech¨® su hermano para escribir, y un papel de carta en el que aparece impreso un membrete que dice: "Diputado republicano por Valencia". Reci¨¦n sacados de la caja fuerte, y encima de una mesa para ser fotografiados, parecen papeles viejos sin m¨¢s. Y sin embargo pueden ser considerados como una piedra Rosetta del cine espa?ol: son los diarios escritos por Luis Garc¨ªa Berlanga durante su estancia en el frente ruso en la Divisi¨®n Azul a sus 20 a?os. Tocarlos infunde temor y respeto: su autor los conserv¨® durante 70 a?os. Por algo ser¨ªa. En ellos est¨¢ sus primeras berlangadas, sus escritos pol¨ªticos marcados por una visi¨®n rom¨¢ntica de la Falange, cr¨ªticas de cine, una novela, m¨²ltiples reflexiones, decenas de dibujos... y sobre todo poemas, muchos poemas, casi todos dedicados a su amor de juventud, Rosario Mendoza, una de las razones por las que Berlanga se alist¨® en la Divisi¨®n Azul. "Porque, en el fondo, Luis quer¨ªa ser poeta", cuenta Basilio Rodr¨ªguez, presidente del Pen Club en Espa?a, due?o de la editorial Sial, y responsable de la publicaci¨®n de estos cuadernos. Hoy domingo se cumple un a?o del fallecimiento del cineasta espa?ol y es la primera vez que estos diarios salen a la luz p¨²blica.
Hoy se cumple un a?o de la muerte del gran cineasta
Todo el material formar¨¢ parte de un libro de pr¨®xima publicaci¨®n
"En mi familia no sab¨ªamos ni que exist¨ªan", asegura Jos¨¦ Luis Garc¨ªa-Berlanga, el primog¨¦nito del cineasta. "Hasta que un d¨ªa me llam¨® Miguel Losada, me habl¨® de un editor que los ten¨ªa y que quer¨ªa publicarlos y me sobresalt¨¦: '?Qui¨¦n los tiene y por qu¨¦?'. Yo los tengo porque me los dio su padre, pero siempre tuve claro que no eran un regalo, sino que me los hab¨ªa entregado para su publicaci¨®n", cuenta Rodr¨ªguez. En 2006, ¨¦l era uno de los amigos m¨¢s j¨®venes de Garc¨ªa Berlanga. "Nos junt¨¢bamos a comer en una trattoria italiana enfrente de su despacho en Madrid en unos encuentros muy informales. Entre los comensales estaban escritores como Jos¨¦ Alcal¨¢-Zamora, Luis Alberto de Cuenca o Andr¨¦s Aberasturi, y en ocasiones se un¨ªan las poetisas Beatriz Russo, Sol de Diego y Pura Salceda, chicas carnales que tocaban el tema del erotismo en su escritura como a Berlanga le gustaba. En uno de esos almuerzos Luis me dijo que ten¨ªa mucho material po¨¦tico, y creo que fue en el tercer o cuarto encuentro cuando ya me confes¨® que deseaba publicarlo, pero que antes necesitaba corregirlos: no quer¨ªa caer en el rid¨ªculo. Yo me ofrec¨ª a transcribirlos, para que ¨¦l despu¨¦s los editara. Colabor¨¦ con ¨¦l en el primer premio de literatura er¨®tica de Madrid, en otros actos parecidos y un d¨ªa me llev¨® a su casa, me ense?¨® estos materiales, metidos en una caja en el altillo de su casa de Somosaguas, junto a otras cosas, como una espectacular colecci¨®n de literatura y revistas er¨®ticas, o un mont¨®n de zapatos femeninos, como gran fetichista".
Jos¨¦ Luis Garc¨ªa-Berlanga corrobora esa visi¨®n del editor. "En ese desv¨¢n hay una colecci¨®n fascinante, de primera calidad. A mi padre le conoc¨ªan en las principales librer¨ªas europeas por su af¨¢n coleccionador. Hasta ten¨ªa un carn¨¦ especial de la librer¨ªa neoyorquina The Strand, con el que le dejaban subir al piso donde guardan el erotismo. Pero no creo que haya mucho material cinematogr¨¢fico, salvo muchas revistas de cine y alg¨²n guion m¨¢s. Todo est¨¢ a la espera de que iniciemos una fundaci¨®n Berlanga".
Rodr¨ªguez recibi¨® los manuscritos. "Desde el primer momento tuve conciencia de su gran valor: es historia viva de ¨¦l y de Espa?a. Los llev¨® en su zurr¨®n y los guard¨® durante siete d¨¦cadas. Pero cuando empezamos la labor, cuando empez¨® a hablar de los poemas que quer¨ªa publicar, se rompi¨® la cadera, se enclaustr¨® en casa y se nos impidi¨® a los amigos acceder hasta ¨¦l. Nos cortaron la comunicaci¨®n". Los originales acabaron en la caja fuerte del editor. "Yo no pod¨ªa editarlos sin un consentimiento".
Aqu¨ª entra Miguel Losada, el responsable de la secci¨®n de cine del Ateneo de Madrid, poeta publicado por Rodr¨ªguez y experto en cine. Ambos planean sacar una colecci¨®n cinematogr¨¢fica, la Colecci¨®n Lumi¨¨re, para otra editorial de Rodr¨ªguez, Pigmali¨®n. Deciden arrancarla con estos cuadernos y aguardar a que Berlanga mejore. Esperan dos a?os. Pero Luis Garc¨ªa Berlanga fallece el 13 de noviembre de 2010. "Tras el l¨®gico duelo, Miguel, que conoce a Jos¨¦ Luis, habla con ¨¦l. S¨ª, recib¨ª varias ofertas econ¨®micas muy jugosas; sin embargo, siempre fui consciente de que no eran m¨ªos, que me los dej¨® en dep¨®sito". Tras la primera sorpresa, la familia Berlanga accede a su publicaci¨®n. "Yo solo he visto los facs¨ªmiles, nunca el original", dice Garc¨ªa-Berlanga, "pero me parece un material fundamental para entender a mi padre". El libro se presentar¨¢ el pr¨®ximo d¨ªa 23 en un acto en la Academia de Cine, donde Rodr¨ªguez devolver¨¢ los cuadernos a los Berlanga. "He editado 500 libros; este es para m¨ª como un hijo", confiesa su responsable. La edici¨®n, cuidada, tiene la transcripci¨®n casi completa de los diarios y muchas de sus p¨¢ginas, estallidos de dibujos, de color y de textos comprimidos, se reproducen en formato facs¨ªmil.
Losada ha estado seis meses leyendo con lupa esas p¨¢ginas, en realidad sus facs¨ªmiles, porque los originales estaban a buen recaudo en la caja fuerte, para hacer la transcripci¨®n. "Conoc¨ª a Berlanga hace como poco 15 a?os y he realizado mi labor con todo el cuidado del mundo. No es una edici¨®n cr¨ªtica, se han respetado incluso algunos errores y dejado en blanco las palabras ilegibles, sino que queda en manos de los investigadores esa labor de reflexi¨®n. Yo he sido fiel a lo que est¨¢ ah¨ª". Y lo que est¨¢ muestra a un fascinante Berlanga poeta, al chaval que se va a Rusia el 14 de julio de 1941 por dos razones: intentar que condonen la pena de muerte impuesta a su padre, diputado republicano del partido de Alejandro Lerroux, y hacer m¨¦ritos delante de una chica, Rosario Mendoza. "Es curioso. Un familiar m¨ªo en Valencia me contaba que conoc¨ªa a una mujer, su t¨ªa Charo, que dec¨ªa que hab¨ªa sido medio novia de mi padre. Y ahora ato los cabos: ?era cierto!", recuerda Garc¨ªa-Berlanga. Desgraciadamente, Mendoza falleci¨® el a?o pasado. Hay tambi¨¦n mucha escritura de creaci¨®n; el famoso Soneto a una pistola, el ¨²nico poema publicado en vida de Berlanga; textos sobre los hermanos Marx, Josef von Stenberg o Paul Val¨¦ry; una escaleta para un posible guion; bastantes hai-kais, que es como se denominaban en esa ¨¦poca a los haikus; greguer¨ªas; fragmentos de una alocuci¨®n; un texto que ser¨ªa la base de su corto El circo; dibujos y m¨¢s dibujos con autorretratos e incluso un perfil de Rosario Mendoza... Y un art¨ªculo laudatorio de Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera. "Es l¨®gico. Ten¨ªa 20 a?os y su mejor amigo era Jos¨¦ Luis Colina, falangista antifranquista, que le mete en vena esa visi¨®n rom¨¢ntica de Primo de Rivera", explica Losada. A la vuelta de la guerra, Colina se convertir¨ªa en su coguionista.
Una de las cartas que Berlanga esboz¨® en sus cuadernos est¨¢ destinada a Colina. Arranca con En campa?a, a 1 de enero de 1942 y escribe: "Estoy sentado solo en la habitaci¨®n, hace escasamente dos horas que ha empezado el a?o y acabo de bajar del servicio". Aunque Berlanga no peg¨® un tiro, su servicio entra?aba cierto peligro. D¨ªa s¨ª, d¨ªa no, sub¨ªa a una torre, un gigantesco dep¨®sito de agua, en Kritivischchi, cerca de Stalingrado, y desde all¨ª oteaba con prism¨¢ticos a los rusos que se encontraban a unos 500 metros, al otro lado del r¨ªo Wolchov. En un a?o, no vio gran cosa. Pero justo en su d¨ªa de asueto, los sovi¨¦ticos derribaron a ca?onazos la torre, matando al otro vig¨ªa, el tambi¨¦n valenciano Eduardo Molero.
Los cuadernos confirman que Berlanga era un gran escritor. Que el cine gan¨® un genio, pero que la poes¨ªa perdi¨® a un artista. Tanto Losada como Rodr¨ªguez repiten: "?l quer¨ªa haber sido considerado poeta". Ahora ya podemos leer por qu¨¦.
LOS TESOROS DEL CINEASTA
Escritos sobre cine.
"El cine ha perdido su mejor cualidad: la violencia".
"El cine llegar¨ªa a la perfecci¨®n el d¨ªa en que Gabriel Mir¨® llegara al alma del cinema".
"Los hermanos Marx nos hacen ver la verdadera naturaleza de las r¨ªgidas formas establecidas; as¨ª, si no llega a ser porque ellos nos lo han descubierto, una corbata hubiera seguido siendo un elemento de lujo en la indumentaria, en vez del suculento bocado que en realidad es".
"Hoy, m¨¢s que nunca y ya para siempre, el cine ha dejado de ser ese simple espect¨¢culo, ese puro entretenimiento de la tarde del s¨¢bado para convertirse en la m¨¢s formidable fuerza de nuestra ¨¦poca; y su trascendencia llega ya a todos los sectores, tanto culturales como pol¨ªticos, sociales o econ¨®micos de cualquier naci¨®n poderosa. Aqu¨ª est¨¢ Von Sternberg que sin ser un vanguardista, lo que equivale a un fracaso econ¨®mico, es un revolucionario del cine, pero de un cine francamente comercial, de f¨¢cil ¨¦xito en cualquier p¨²blico. Y esta es la ventaja de Sternberg sobre los dem¨¢s intelectuales del cine, su abierto camino hacia el gusto del gran p¨²blico, sin ninguna concesi¨®n por su parte, que es lo m¨¢s dif¨ªcil. Cada uno de sus films, tiene ya la unidad art¨ªstica suficiente para constituirse por s¨ª solo en exponente completo del estilo, personal¨ªsimo y m¨¢gico, de este genio azul y violento, Von Sternberg, maestro de la fluidez cinematogr¨¢fica".
Poemas a Rosario Mendoza
R O S A r i o = Belleza
r o s a R I O = Limpieza
r O S A R I O = Tristeza
r o s A R I O = Pureza
r O S A R i o = Valent¨ªa
r O S A r i o = Fortaleza
r o s a r I O = Independencia
r o s a r i o = Religiosa devoci¨®n
A¨²n no
huele a carb¨®n el aire,
yo espero desde aqu¨ª
que t¨² pases,
que vengas y me digas el aire
necesario para amarte.
La verde verdad
Por el cielo, amor, por el cielo
se cruzan,
blanco y velo, las palomas
del sue?o.
Por el cielo, s¨ª.
Por el cielo, no.
Ay que bajan.
Ay que vienen.
Ay que las tengo yo.
Ay sue?o de reci¨¦n casada.
Fabuloso ojo determinado
y ciego.
?C¨®mo ver¨¢s, caleidoscopio
del mar
a la ciudad
desnuda?
?C¨®mo ver¨¢s, c¨®mo, la lenta verdad
en la ciudad?
No, es m¨¢s all¨¢
junto a lo que es campo y viento
desconocido.
Silencio. A callar,
que veo, que ya estoy viendo
la ciudad.
Otros textos
[Extra¨ªdo de una novela]
Pod¨ªa haber hecho contigo un cuento, quiz¨¢ un libro, otros lo hicieron con menos motivos; pero he preferido guardar para m¨ª solo, este trozo doloroso de esa vida que se desenvuelve paralela a la m¨ªa y que en tantas ocasiones llega a encajar perfectamente.
[Extracto de El circo]
Es por esto por lo que los viejos deportistas no conformes con los nuevos modos, decidieron seguir practicando el "sport" a su manera. Y como todos los estados del mundo estaban guardados por viejas bayonetas del Marne y de Verd¨²n, no tuvieron otro remedio que construirse sus campos. Y naci¨® el circo.
Porque el circo no es otra cosa que el olvidado estadio de 1900 cubierto con una lona.
Texto pol¨ªtico
Se es falangista o no se es. Este dilema fundamental surge inconscientemente ante cualquier problema con el que nos tropecemos. Y la manera de reaccionar define, si es que se puede definir, el estilo.
En campa?a, a 1 de enero de 1942
Yo tambi¨¦n tengo muchas cosas que decirte. Pero yo no puedo escribir 25 cuartillas. Estoy sentado solo en la habitaci¨®n, hace escasamente dos horas que ha empezado el a?o y acabo de bajar del servicio. Le¨ª tus cartas hace dos o tres d¨ªas cuando las recib¨ª; ahora quer¨ªa releerlas pero no lo he hecho. Prefiero escribirte as¨ª, con m¨¢s espontaneidad, sin estar demasiado sujeto a tus palabras.
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