La mejor colecci¨®n de arte (falso) moderno de Europa

Cada vez que un fiscal y un abogado defensor alcanzan un acuerdo, la verdad se queda en el vest¨ªbulo del juzgado. Tambi¨¦n en el caso del falsificador Wolfgang Beltracchi, artista del pincel y fundador de la banda de falsificadores m¨¢s exitosa que se recuerda en Alemania. A finales de octubre y tras solo nueve d¨ªas de juicio oral, un tribunal de Colonia conden¨® a Beltracchi a seis a?os, a su mujer, Helene, a cuatro y a su c¨®mplice Otto Schulte-Kellinghaus a cinco a?os de prisi¨®n. La hermana de Helene, Jeanette, pasar¨¢ un a?o y nueve meses de libertad condicional.

Fue un juicio rel¨¢mpago con penas blandas gracias a que Beltracchi y sus compinches accedieron a confesar sus actividades delictivas: s¨ª, ellos hab¨ªan vendido 14 pinturas de Beltracchi haci¨¦ndolas pasar por obras de Max Ernst, Max Pechstein, Heinrich Campendonk, Andr¨¦ Derain, Fernand L¨¦ger y Kees van Dongen. El jefe de la banda, que tiene 70 a?os, se present¨® durante el juicio como un aventurero risue?o de aires hippies. Pero la sentencia deja en la oscuridad aspectos clave del delito.

Colocaron su primera copia en Christie's por 80.000 euros

La Asociaci¨®n de Galer¨ªas Alemanas (BVDG) denuncia que el fallo impedir¨¢ saber cu¨¢ntas falsificaciones puso la banda en circulaci¨®n. Estaba previsto que el juicio se prolongara varias semanas. La acusaci¨®n ten¨ªa cientos de testigos. Para los galeristas, todo qued¨® en agua de borrajas "en aras de conseguir un juicio r¨¢pido". Se sabe de otras 40 obras seguramente salidas de los pinceles de Beltracchi. Tambi¨¦n hay sospechas de que la banda podr¨ªa haber contratado a otros pintores para fabricar m¨¢s cuadros. Algunos c¨¢lculos sugieren que la banda ha vendido 200 obras falsas en todo el mundo, que hoy estar¨ªan valoradas en cientos o hasta miles de millones de euros. La sola sospecha arroja sombras sobre el multimillonario mercado del arte, en el que una firma pesa mucho m¨¢s que las cualidades de una pieza.

Para vender sus cuadros, los Beltracchi inventaron una patra?a. Compusieron la f¨¢bula de que el abuelo de Helene y Jeannette Beltracchi, Werner J?gers, fue un rico industrial amigo del galerista de Dusseldorf Alfred Flechtheim. As¨ª, contaban, naci¨® la quim¨¦rica Colecci¨®n Werner J?gers de obras de la primera mitad del siglo XX.

J?gers nunca fue el acaudalado experto en arte que fantasearon los Beltracchi, ni tampoco conoci¨® jam¨¢s al c¨¦lebre galerista jud¨ªo Flechtheim. El hombre de negocios de clase media era miembro del partido nazi y su ¨²nica relaci¨®n conocida con el arte es una serie de pinturas de peque?o formato: bodegones y paisajes pintados por ¨¦l mismo. Su gusto estaba bien lejos de lo que entonces era la vanguardia del arte mundial. Dif¨ªcilmente iba el nazi peque?oburgu¨¦s J?ger a mantener una amistad con un c¨¦lebre e influyente galerista jud¨ªo. Tampoco habr¨ªa podido pagarse las obras.

Cuando Helene y Wolfgang Beltracchi se conocieron, este todav¨ªa se apellidaba Fischer. Era un hippie anarcoide aficionado a la motocicleta y a la pintura. Lo que en alem¨¢n llaman un "artista de la vida" (lebensk¨¹nstler), un vividor. Con 39 a?os compr¨® una granja en Renania y fund¨® all¨ª una colonia de artistas. Cuando se cas¨® con Helene en 1993, Wolfgang adopt¨® su apellido y abandon¨® el prosaico Fischer. Dos a?os m¨¢s tarde se vio asfixiado por las deudas hipotecarias y se le ocurri¨® pintar un purrmann, que la galer¨ªa de Colonia Lempertz rechaz¨® porque dudaban de su autenticidad.

Pero la idea de la Colecci¨®n J?ger ya hab¨ªa prendido en la imaginaci¨®n de Beltracchi. Unos meses m¨¢s tarde coloc¨® un Campendonk llamado Ni?a con cisne, nada menos que a Christie's, la casa de subastas m¨¢s importante del mundo. Con el aval de Christie's vendi¨® Beltracchi su primer cuadro propio. Una estafa redonda que le report¨® unos 80.000 euros. El ¨¦xito dio paso a una larga serie de estafas que el condenado calific¨® en el juicio de "sorprendentemente f¨¢ciles".