El 'Bill Gates' ghan¨¦s
En ?frica, innovar es usar nuevas tecnolog¨ªas para resolver viejos problemas. Estos son algunos ejemplos. Primer art¨ªculo de la serie escrita para EL PA?S en un periplo por el planeta digital.
Innovar es resolver un viejo problema con nuevas tecnolog¨ªas. Cada quien en sus propios t¨¦rminos, una tras otra, todas las personas que interrogu¨¦ en ?frica me dieron casi igual definici¨®n de la palabra "innovaci¨®n".
Concepci¨®n bastante alejada de la que uno encuentra en Silicon Valley, donde, por lo general, se asocia a la comercializaci¨®n de nuevos productos o de procesos mejorados y m¨¢s eficientes. La paradoja de este modelo dominante consiste en que incluso las innovaciones m¨¢s aclamadas, m¨¢s populares, son aquellas que solucionan problemas que a¨²n no existen y por tanto crean necesidades que hasta ahora no ten¨ªamos.
Es grande la tentaci¨®n de aventurar que, por tratarse de problemas de otras latitudes, las innovaciones africanas no nos conciernen y habr¨ªa que ignorarlas. Grave error: en primer lugar, porque existen; segundo, porque se asocian a un mercado de m¨¢s de mil millones de personas (el que m¨¢s r¨¢pido crece), y por ¨²ltimo, porque las innovaciones de ?frica pueden revelarse extremadamente ¨²tiles en otras partes.
El 70% de la econom¨ªa de Ghana lo controla el Gobierno: "A esto nos enfrentamos al intentar un Microsoft ghan¨¦s"
En Ghana un 60% de las medicinas son veneno o placebo. Un nuevo c¨®digo permite comprobar por SMS si son falsas
Tomemos el caso de la tan com¨²n tarjeta de cr¨¦dito. ?Apenas si ha cambiado desde los a?os cincuenta del siglo pasado! Si los ejecutivos de Visa, MasterCard, American Express y otros quisieran hacernos la vida m¨¢s f¨¢cil, les convendr¨ªa darse una vueltecita por ?frica.
M-Pesa
A cualquiera de esos titanes de la econom¨ªa le sorprender¨ªa la aparici¨®n de M-Pesa en Kenia: una plataforma que abre nuevos horizontes para la circulaci¨®n de dinero en la cual podr¨ªan inspirarse. No se trata -como cre¨ªa- de un sistema de banca m¨®vil, sino de una tecnolog¨ªa que permite transferir dinero entre tel¨¦fonos. La diferencia es radical: no requiere de una cuenta bancaria.
Justamente de la carencia de instrumentos crediticios partieron los innovadores kenianos. "Hace cuatro a?os, cuando lanzamos M-Pesa [pesa significa dinero en swahili, y M-Pesa, dinero m¨®vil], solo una peque?a fracci¨®n de la poblaci¨®n dispon¨ªa de cuenta bancaria, ya que abrir una cuesta caro", me dijo Waceke Mbugua, responsable de mercadeo en Safaricom.co.ke, primer operador de telefon¨ªa m¨®vil en Kenia y promotor del proyecto.
"Un gran n¨²mero de habitantes viven en las grandes ciudades y env¨ªan cada semana dinero a los familiares que radican en el interior. A falta de acceso al sistema bancario, deb¨ªan llevarlo ellos mismos o confiar en que el fajo de billetes que entregaban al conductor de un autob¨²s llegar¨ªa ¨ªntegro a manos de sus parientes cuando pasara por su pueblo".
Lanzado como proyecto piloto en marzo de 2007 (gracias a una inversi¨®n de Vodafone y a la ayuda del Gobierno dan¨¦s), el servicio ya suma 15 millones de usuarios, el 80% de la base de Safaricom, que detenta el 75% del mercado de voz en el pa¨ªs. M¨¢s impresionante a¨²n: "Los fondos que hoy circulan a trav¨¦s de M-Pesa equivalen al 25% del PIB", asegura Sitoyo Lopokoiyit, economista de la empresa. La mayor¨ªa, en transacciones de medio d¨®lar estadounidense. Y a?ade: "Desde el inicio, nuestro servicio ha transferido 11.500 millones de d¨®lares. No se aplican intereses ni se hacen pr¨¦stamos, y las transacciones se realizan de manera instant¨¢nea. En raras ocasiones el dinero disponible permanece intacto m¨¢s de una semana".
Hoy d¨ªa, los kenianos lo utilizan para pagar cuentas de electricidad, agua, televisi¨®n por cable, los pagos del colegio de sus hijos y hasta pueden comprar en varias tiendas, incluso algunas muy peque?as. Retiran o depositan dinero gracias a una red de m¨¢s de 2.000 puntos de venta distribuidos en todo el pa¨ªs donde compran esas tarjetas que, al rascarse, revelan el c¨®digo con el que alimentar¨¢n sus cuentas.
"M-Pesa facilita la vida de la gente y le ayuda a ahorrar dinero en desplazamientos", puntualiza Waceke Mbugua.
Safaricom equipa en la actualidad cajeros autom¨¢ticos (ATM) capaces de entregar dinero a una persona, cuya instrucci¨®n es enviada desde un m¨®vil. Hace poco lanz¨® una tarjeta de d¨¦bito que puede cargarse desde un tel¨¦fono, desvinculada de bancos, pero utilizable fuera del pa¨ªs.
Tengo cuentas bancarias (nada cuantiosas) y tarjetas de cr¨¦dito de las que la mayor¨ªa de los kenianos carecen, pero la verdad es que cuando un usuario lleg¨® a recargar su m¨®vil a uno de los puntos de venta en Nairobi y me explic¨® que compraba verduras y pagaba la electricidad con su aparato, tuve la certeza de que el m¨¢s moderno no era quien uno habr¨ªa pensado.
ShopAfrica53
Lo que m¨¢s deslumbra, obviamente, es cuando la innovaci¨®n proviene de los propios africanos. Ah¨ª proliferan las peque?as iniciativas, muchas con base en el uso de SMS que suple los servicios que normalmente se consiguen en la web -ver el art¨ªculo Los insospechados recursos de los SMS en p¨¢gina siguiente-.
Pero existen adem¨¢s iniciativas muy ambiciosas, lanzadas por individuos con perfil continental.
A Herman Chinery-Hesse me lo presentaron como el Bill Gates de ?frica. No posee ni por asomo la riqueza ni el poder del fundador de Microsoft. Aunque hace 20 a?os cre¨® una gran compa?¨ªa de software para las PME en Ghana. Y en la realidad es mucho mejor de lo que la mala comparaci¨®n pudiera sugerir: abierto, c¨¢lido, due?o de una visi¨®n clara de lo que aspira a hacer por su pa¨ªs y su continente.
Despu¨¦s de graduarse de ingeniero en Estados Unidos, Chinery-Hesse regres¨® a su tierra en 1990 para fundar SoftTribe.com, que vende software para empresas. Les facilita administrar sus puntos de venta, sus relaciones con los clientes o el tr¨¢mite para reservar pasajes (en el caso de empresas de transporte). Hoy gana "millones de d¨®lares", reconoce sin entrar en m¨¢s detalles.
Su ¨¦xito, sin embargo, alcanz¨® el punto donde ya no era viable crecer m¨¢s. ?Por qu¨¦? El 70% de la econom¨ªa est¨¢ bajo control del Gobierno, y las multinacionales cuentan con los medios para ejercer presi¨®n a fin de poder servirse con la cuchara grande, vali¨¦ndose incluso de sus embajadores de ser necesario. Situaci¨®n empeorada por el modelo tradicional de contratos anuales y de grandes equipos t¨¦cnicos. "A esto nos enfrentamos cuando quisimos construir un Microsoft ghan¨¦s", me explic¨®.
Para sortear tales inconvenientes subi¨® SoftTribe a las nubes. Su software est¨¢ disponible en la web, y sus clientes apenas necesitan un ancho de banda muy limitado para bajar los m¨®dulos que necesiten.
En vez de un contrato anual, les solicita una m¨®dica cuota (50 d¨®lares) y/o un pago en funci¨®n de su utilizaci¨®n (pay as you go). A una compa?¨ªa de autobuses, por ejemplo, le propone apenas un cargo extra del 1% por boleto. Es menos oneroso para el cliente y, con m¨¢rgenes peque?os en cada transacci¨®n, genera una cantidad apreciable de dinero. "Para cambiar ?frica hay que cambiar la mentalidad de la mayor¨ªa de los africanos, dirigi¨¦ndose a la base de la pir¨¢mide". La pir¨¢mide de su inter¨¦s es la de las empresas.
No satisfecho con sus ¨¦xitos, Herman Chinery-Hesse est¨¢ lanzando un proyecto todav¨ªa m¨¢s ambicioso. Se trata de ShopAfrica53.com, una especie de centro comercial en l¨ªnea, cuyo objetivo es "servir de intermediario a las peque?as empresas africanas", me cont¨® en su veranda.
El sistema se basa en tres pilares. El primero, un sitio web por pa¨ªs, que permite a los comerciantes anunciar sus productos, y a los clientes, ordenarlos. Todas las transacciones se realizan a trav¨¦s de SMS.
El segundo es un sistema de cr¨¦dito bautizado Tarjeta de Libertad Africana (africanlibertycard.com). Esas tarjetas que se raspan, pueden adquirirse en distintos puntos de venta para transferir dinero entre m¨®viles, pagar facturas y disponer de fondos para gastar en ShopAfrica53.
El tercero es una de las enormes astucias de Chinery-Hesse. Toda la log¨ªstica se apoya en los correos tradicionales (DHL y otros Fedex), adiestrados en ir a buscar un producto al monte y despacharlo a Zaragoza, Toulouse o Miami. En ese r¨²brica, todo se hace tambi¨¦n a trav¨¦s de SMS. ShopAfrica53 solo tiene que poner el dinero a disposici¨®n de los proveedores a final de mes. Cuando inquir¨ª sobre el coste de sus operaciones, Chinery-Hesse respondi¨® con una sonrisa de oreja a oreja: "La diferencia entre los salarios de ?frica y los de Europa o Estados Unidos nos deja un margen respetable, del que sacamos provecho".
Reconoce que har¨¢ falta cierto tiempo para que su proyecto se imponga: "Tal vez cinco a?os", pero ser¨¢ una cosa enorme. M¨¢s efectivo que lo que cualquier ayuda del exterior habr¨ªa logrado durante el mismo lapso. "No s¨¦ de ning¨²n pa¨ªs que se haya desarrollado gracias a la ayuda externa. Es una cortina de humo. Nosotros lo haremos mejor y, adem¨¢s, con dignidad", afirma rotundo.
La palabra "dignidad", soltada en medio de una amena conversaci¨®n, revela una conciencia social, pol¨ªtica, presente en todos mis interlocutores. De hecho parece que hoy en ?frica no puede emprenderse nada... sin ser emprendedor social y, en muchos casos, hasta activista.
Si Steve Jobs hubiera sido africano...
Los elementos para entender la convergencia cada vez m¨¢s creciente entre activistas y empresarios me los dio Bright Simmons, un empresario ghan¨¦s de 29 a?os.
Con Mpedigree.org, Bright innova en un ¨¢mbito que podr¨ªa salvar miles de vidas: detecta medicamentos falsos gracias a los SMS enviados directamente por los compradores a una base de datos que se mantiene rigurosamente al d¨ªa. Estima que en su pa¨ªs el 60% de las medicinas en venta son o placebos o veneno, un fen¨®meno muy com¨²n en ?frica. Mpedigree se encuentra todav¨ªa en su fase inicial, pero estima que para finales de a?o cubrir¨¢ el 8% de los medicamentos en el mercado nacional.
Se trata de una empresa sin fines de lucro basada en un modelo econ¨®mico sencillo: tomar muestras entre el 0,5% y el 1% de cada caja de medicinas. Los laboratorios est¨¢n encantados de participar en un sistema que evite la falsificaci¨®n.
Lanzar en ?frica un proyecto de tal naturaleza toma demasiado tiempo. De hecho, agrega Simmons, "hace falta crear todo un ecosistema que allane el terreno donde una innovaci¨®n florezca". En su caso, por ejemplo, tuvo que luchar para obtener un mismo y ¨²nico c¨®digo de acceso para todos los operadores de Ghana y el resto del continente. Los laboratorios farmac¨¦uticos han aceptado revisar las cajas de sus medicamentos y a?adir un c¨®digo oculto bajo una superficie que, al rasparse, revela un c¨®digo que el consumidor env¨ªa por SMS para verificar si se trata de una falsificaci¨®n.
La mayor¨ªa de las veces, infraestructura y valor (capital) son insuficientes. Esta limitaci¨®n explica por qu¨¦ ?frica requiere de emprendedores sociales para innovar. "La gente detr¨¢s de Mpedigree han sido activistas. Est¨¢ en el ADN de nuestra compa?¨ªa", explica. Y a?ade: "Si Steve Jobs hubiera sido africano, habr¨ªa sido un emprendedor social".
Los insospechados recursos de los SMS
Esta primera vuelta por ?frica me muestra una gran verdad: las nuevas tecnolog¨ªas cuentan menos que los problemas que resuelven. Todos mis interlocutores africanos coinciden al respecto.
El ejemplo m¨¢s impactante es, sin duda, el uso sistem¨¢tico y extremadamente ingenioso que hacen de los SMS, esos mensajes de texto corto que casi todos los tel¨¦fonos del mundo pueden enviar y recibir.
La idea general consiste en poner al alcance de quienes no pueden comprar un smartphone los servicios m¨¢s avanzados, por lo regular a disposici¨®n de cualquiera en la web. Una idea que comienza a ser fuente de inspiraci¨®n en los pa¨ªses desarrollados.
He aqu¨ª tres casos tomados de Senegal, Ghana y Kenia, pa¨ªses donde la penetraci¨®n de la telefon¨ªa m¨®vil todav¨ªa est¨¢ lejos del 100%, pero el n¨²mero de smartphones asciende apenas a miles o decenas de miles.
En Senegal, Manobi ofrece tanto servicios de geolocalizaci¨®n a los productores de cacao como a la infraestructura hidr¨¢ulica. "Es casi imposible acceder a Internet en las zonas rurales", explica Emmanuel Bocquet, director t¨¦cnico de la empresa, "pero los SMS llegan a todos los lados". Basta con asegurar la interfaz entre los tel¨¦fonos y las bases de datos. Una vez configurado, el sistema permite el intercambio de informaci¨®n. "Si se descompone una de las bombas de agua donada por Unicef, alguien env¨ªa un SMS a la base de datos de Manobi, la cual inmediatamente avisa a un especialista", agrega Bocquet.
La tecnolog¨ªa de NandiMobile, una compa?¨ªa ghanesa, facilita que las empresas conozcan la opini¨®n de sus clientes y se comuniquen con ellos. "Relaciona las preguntas formuladas por el usuario a respuestas previas o grabadas de antemano. Poco a poco aprende a responder por s¨ª misma", dice Edward Tagoe, director de negocios y desarrollo. Esta facultad permite que las empresas permanezcan atentas a los comentarios de sus clientes, igual que sus hom¨®logas estadounidenses o europeas. NandiMobile recibi¨® este a?o el Premio a la Mejor Empresa en la conferencia Launch celebrada en San Francisco.
En Nairobi, m-farm ayuda a los granjeros a saber el precio vigente de sus productos, tanto en el mercado interno como en otros sitios del pa¨ªs. "El agricultor env¨ªa un SMS al c¨®digo 3535 con el nombre del producto y la ubicaci¨®n de su inter¨¦s, y en menos de 10 segundos recibe el precio, que le ayuda a decidir d¨®nde vender", me explic¨® Linda Kwamboka, cofundadora de m-farm.
Un SMS que dice: precio, col, Embu (una ciudad), obtiene el precio de un saco normal -de 126 kilos de col- en Embu. Pero si luego redacta: precio, col, Nairobi, sabr¨¢ si le conviene m¨¢s ir a vender a la capital. Los otros dos m¨®dulos permiten "comprar juntos" o "vender juntos", siempre por SMS.
Dicho sistema no es exclusivo de ?frica.
La empresa Dotgo.com acaba de internarse en la misma brecha... pero en Estados Unidos. Si el usuario env¨ªa un SMS a The New York Times, recibe los t¨ªtulos de la secci¨®n de su inter¨¦s. Funciona de modo semejante para conocer los horarios de los pr¨®ximos trenes de Nueva Jersey. Y parece ser la mejor manera de registrarse en Foursquare cuando uno llega a alg¨²n sitio. Gracias a los SMS, los propietarios de un smartphone obtienen respuestas m¨¢s r¨¢pidas y otros ganan en posibilidad de interacci¨®n sin el elevado coste de aparatos sofisticados y planes de precios descomunales.
Lindo ejemplo de c¨®mo las tecnolog¨ªas utilizadas en ?frica pueden resolvernos problemas.
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