"Si la econom¨ªa espa?ola sigue con los ajustes, le esperan dos d¨¦cadas perdidas"
Que 20 a?os no es nada: hace 20 a?os se desat¨® una crisis en Jap¨®n cuyo parecido con la que viven ahora EE UU, la eurozona y, sobre todo, Espa?a es inquietante. Jap¨®n ven¨ªa de una ¨¦poca deslumbrante en la que parec¨ªa que iba a comerse el mundo. Pero la econom¨ªa cabalgaba a lomos de una burbuja enorme, inmobiliaria y de cr¨¦dito, que explot¨® en 1990. Desde entonces, sus pol¨ªticos han intentado aplicar todo tipo de curas sin apenas ¨¦xito. "El diagn¨®stico fue equivocado", explica en Madrid el influyente Richard Koo, economista jefe del banco de inversi¨®n Nomura. "No supimos ver que el pa¨ªs estaba aquejado de una rara enfermedad econ¨®mica que se da una vez en un siglo, muy parecida a la que afronta ahora casi todo el Atl¨¢ntico Norte, cuyas autoridades demuestran a diario que no han aprendido nada de la experiencia japonesa. Las consecuencias para Jap¨®n fueron dos d¨¦cadas perdidas; si Europa persiste en su p¨¦sima gesti¨®n, le queda por delante d¨¦cada y media de crisis", pronostica el que quiz¨¢ sea el economista japon¨¦s m¨¢s influyente.
"Si Alemania busca bajar el d¨¦ficit con austeridad, tendr¨¢n lo contrario"
"A los bancos hay que darles tiempo y dinero para que se quiten la basura"
El diagn¨®stico err¨®neo, en Europa, es pensar que esta es una crisis fiscal. Falso: la crisis empez¨® en el sector inmobiliario estadounidense y se transform¨® en una tormenta financiera global. Y sigue siendo una crisis bancaria, que ha acabado contagiando a la econom¨ªa (el cierre del grifo del cr¨¦dito degener¨® en desempleo y recesi¨®n) y a las cuentas p¨²blicas (castigadas por las ayudas a la banca y los costes del Estado de bienestar en pleno desplome econ¨®mico). Ha contagiado incluso una suerte de aluminosis al edificio institucional europeo, incapaz de mostrarse resolutivo en unos rescates que parecen m¨¢s dise?ados para salvar a los bancos que para ayudar a los pa¨ªses con problemas. Las entidades financieras, en especial las alemanas, est¨¢n cargadas de activos t¨®xicos (y de deuda p¨²blica, que va camino de alcanzar ese estatus). En Espa?a, la toxicidad procede de un empacho de ladrillo. Pero Berl¨ªn y Bruselas est¨¢n convencidos de que la crisis es esencialmente fiscal, y que el remedio es una sobredosis de ajustes v¨ªa BCE, FMI, reformas constitucionales, lo que sea. "Es un completo disparate", ataca Koo.
Porque esa cura no funciona para el virus europeo, seg¨²n la tesis de Koo. Especialmente en Espa?a. "Imaginemos un pa¨ªs con una enorme burbuja: al estallar, las empresas y familias se quedan cargadas de deudas, y por mucho que los tipos de inter¨¦s bajen a m¨ªnimos la gente se olvida de gastar y las empresas de invertir: la obsesi¨®n es reducir deudas. Lo mismo les pasa a los bancos: no prestan, se dedican a desendeudarse. Sucedi¨® en Jap¨®n y ahora ocurre en Occidente: esa enfermedad se llama recesi¨®n de balance".
En esas condiciones, cuando la demanda privada es an¨¦mica, cuando ni siquiera hay cr¨¦dito, solo el sector p¨²blico puede dar un volantazo para evitar la agon¨ªa. As¨ª lo hizo Jap¨®n en los noventa, y el mundo entero tras la quiebra de Lehman. "Esa reacci¨®n suele ser autom¨¢tica. Luego llega lo dif¨ªcil, el momento del p¨¢nico: en 1997 Jap¨®n cometi¨® un error fatal, se asust¨® del abultado d¨¦ficit en un pa¨ªs envejecido, estancado, sobreendeudado: ?suena familiar? Entonces puso en marcha un duro plan de austeridad y subi¨® impuestos: ?tambi¨¦n le suena? Y eso dio paso a una recesi¨®n profunda y al colapso de la banca: eso a¨²n no le suena, pero le va a sonar". EE UU, sostiene Koo, a¨²n no se ha asustado tanto, pero Europa es otra historia: "Esas curas de austeridad que receta Alemania son contraproducentes". "Si quer¨ªan reducir el d¨¦ficit, van a tener lo contrario: una recesi¨®n como la que viene es la mejor manera de que la crisis fiscal empeore. Sin est¨ªmulos, a Europa le espera una larga temporada de aton¨ªa y a Espa?a dos d¨¦cadas perdidas a la japonesa".
El discurso de Koo es casi sacr¨ªlego en Europa. La r¨¦plica es de caj¨®n: no hay margen para gastar. Koo dispara contra el dogma: "La deuda japonesa est¨¢ en el 200% del PIB, la estadounidense y brit¨¢nica en m¨¢ximos, y en cambio los intereses que pagan esos pa¨ªses son baj¨ªsimos. Hay una raz¨®n: los ciudadanos tienen miedo, ahorran mucho y compran deuda p¨²blica: por eso los intereses son m¨ªnimos y a¨²n hay margen para el est¨ªmulo". Europa y su crisis fiscal morrocotuda parecen una excepci¨®n. Koo discrepa: "La ¨²nica diferencia es que al compartir el euro, el ahorro de los espa?oles vuela a Alemania, el pa¨ªs m¨¢s seguro y sin riesgo de tipo de cambio. Gran parte del ahorro europeo va a los bonos alemanes, que paga intereses irrisorios. ?Qu¨¦ hace Alemania con ese dinero? Nada de nada. Pero quiz¨¢ eso cambie: la recesi¨®n les va a golpear. Van a tener que gastar".
"La lluvia de liquidez sobre la banca no sirve: la pol¨ªtica monetaria es in¨²til. Hay que volver a los est¨ªmulos fiscales. Y anunciar que se va a impedir, en el plazo de unos a?os, que los ciudadanos de un pa¨ªs inviertan en la deuda de otro pa¨ªs europeo. De esa manera la deuda de cada pa¨ªs ser¨¢ proporcional al ahorro interno y eso impedir¨¢ cosas raras". ?Habla de controles de capital en el mercado de deuda? "No es realista a corto plazo, pero si Grecia, Italia y Espa?a anuncian que van a poner en marcha esas restricciones en 10 a?os y Bruselas hace lo necesario, tendr¨ªamos una posibilidad de ver una salida".
Koo reclama tambi¨¦n ayudas sin condiciones para los bancos: "Hay que darles tiempo y dinero para que se quiten la basura de los balances y no cierren el cr¨¦dito". Pero Trichet dice que la ciudadan¨ªa no est¨¢ preparada para aceptar una segunda ronda de ayudas a la banca. "Pues ese era su trabajo: convencer a la gente de que eso es imprescindible. Trichet debi¨® ser despedido por no hacer su trabajo", dispara.
?Y Espa?a? "Si el pr¨®ximo Gobierno sigue con los recortes la recesi¨®n ser¨¢ muy dura, el paro crecer¨¢ y el d¨¦ficit aumentar¨¢. Mirar solo las cuentas p¨²blicas no es suficiente: hay que ver lo que sucede en el sector privado, que est¨¢ tratando de reducir deuda a toda costa. Si el sector p¨²blico tambi¨¦n lo hace, la cosa se complica". La respuesta est¨¢ en una Europa menos atrapada por los prejuicios. "Hay que suavizar los ajustes, arreglar los bancos y hacer que quienes tienen margen estimulen su econom¨ªa. Alemania se benefici¨® durante a?os de la pol¨ªtica econ¨®mica europea. Cuando peor le iba, la eclosi¨®n de sus exportaciones no se dirigi¨® hacia Asia ni EE UU, sino hacia Europa. Es el momento de que los alemanes devuelvan a los europeos el favor que les hicieron cuando las cosas les iban mal, cuando disfrutaron de tipos bajos y de la flexibilidad que ahora ellos no conceden a sus socios".
Koo no es precisamente un optimista. Excepto con China: "Los chinos han comprendido los problemas mejor que nadie. En 2009 pusieron en marcha uno de los paquetes de est¨ªmulo m¨¢s ambiciosos y mejor orientados del mundo. Luego siguieron con ellos: son una dictadura, gracias a ello se lo pueden permitir". Mientras Europa y EE UU discuten de riesgo moral, de Keynes y Hayek, de est¨ªmulos y austeridad cargados de dogmas, "China est¨¢ a otra cosa". "A quienes advierten de una burbuja hay que decirles que los chinos nos pueden dar lecciones de realismo", cierra. A la Europa contempor¨¢nea construida con esa extra?a mezcla de creencias cristianas y dudas griegas, que dec¨ªa Polanyi, hay que a?adirle ahora ciertas dosis de realismo chino y las ense?anzas de la experiencia japonesa para recuperar el aliento. Al menos, as¨ª lo ve Richard Koo.
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