Sin voto
Nuestros conciudadanos de origen extranjero y sin nacionalidad espa?ola no votar¨¢n lista alguna el pr¨®ximo d¨ªa 20 para elegir a nuestros representantes en las Cortes Generales del Estado, por lo tanto, no son tema de campa?a electoral. A lo peor tampoco es tema el ¨ªndice irrisorio de natalidad en las anchas tierras hispanas o en la estrecha y maltrecha franja valenciana, aunque el asunto de los escasos nacimientos entre los aut¨®ctonos, desde hace algunas d¨¦cadas, est¨¦ relacionado con la llegada de emigrantes; como lo est¨¢ sin duda alguna el efecto llamada causado por el aparente desarrollo y bienestar econ¨®mico, originado antes del estallido de la crisis y el pinchazo en la archiconocida burbuja inmobiliaria. En este colectivo de nuevos ciudadanos la penuria de la crisis se agudiza un tanto m¨¢s que entre los aut¨®ctonos: eso ocurre en el Pla de Lluch o en el Pireo. Lo sabe quien no finja ceguera, vecinos; como sabemos que miles de ellos proceden de otras culturas, otras costumbres ancestrales, otras creencias religiosas y en determinados casos, unos ¨ªndices de natalidad diferentes de los que tienen en el Mas dels Ginjolers.
Por eso vivimos una situaci¨®n nueva y unos nuevos problemas originados por la mejor o peor integraci¨®n social de este nuevo colectivo de ciudadanos. Problemas que, aunque no son tema de campa?a electoral, tendremos que solucionar con tiento, orientados por la famosa frase del novelista suizo Max Frisch, referida a los obreros extranjeros en Centroeuropa: fuimos a buscar fuerzas para trabajar en nuestras f¨¢bricas y nos llegaron seres humanos. Y hay que tratar, tambi¨¦n en campa?a electoral, todos los problemas, incluido el del ¨ªndice de natalidad. Lo cuenta el pol¨ªtico socialdem¨®crata Thilo Sarrazin en su libro Alemania se deshace: el empresario ?ger dec¨ªa el a?o 2004, en declaraciones p¨²blicas al peri¨®dico H¨¹rriyet, que el a?o 2100 habr¨ªa en Alemania 35 millones de turcos y 20 millones de alemanes, y que los turcos conseguir¨ªan, gracias a sus hombres fuertes y f¨¦rtiles mujeres, cuanto hab¨ªan pretendido los emperadores otomanos sitiando Viena. Explic¨® m¨¢s tarde el empresario turco-alem¨¢n que todo era una broma para animar a las alemanas a tener m¨¢s hijos. Hablar, discutir, reflexionar, polemizar y, puntualmente, incluso provocar c¨ªvicamente: ese es el camino y no el silencio, el prejuicio o el rechazo.
En ning¨²n caso puede ser un camino transitable la manifestaci¨®n xen¨®foba contra una hipot¨¦tica invasi¨®n isl¨¢mica; el desfile con antorchas muy al estilo de la Germania a?os treinta con pancartas alusivas a la falta de trabajo y a la emigraci¨®n sobrada y otras lindezas de la misma ¨ªndole que solo pueden generar odio y malestar social, tal como ocurri¨® en la laboriosa Onda el pasado s¨¢bado, aunque el gobierno municipal del PP y otras formaciones pol¨ªticas en el consistorio hab¨ªan aconsejado que no se celebrara el cortejo para evitar confrontaciones. Y hay que loar la sensatez y la prudencia municipal, aunque sea en campa?a electoral.
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