"La pol¨ªtica ha fracasado. Tanto Berlusconi como la oposici¨®n"
La incertidumbre se abre paso tras el alivio por la marcha del gobernante
El Palacio Grazioli que Berlusconi eligi¨® como residencia en Roma es el teatro estas horas de los humores inciertos de los italianos. El edificio renacentista, con su fachada rosada, a un paso de los Foros Imperiales, fue escenario de fiestas nocturnas a base de sexo pagado y chistes malos, lugar de encuentro entre ministros y diputados, s¨ªmbolo de la privatizaci¨®n descarada del poder pol¨ªtico. Bajo sus ventanas se citaron miles de personas el s¨¢bado, en cuanto fue oficial la dimisi¨®n de Silvio Berlusconi. Bloqueaban el tr¨¢fico del Corso Vittorio Emanuele, cantaban y ondeaban banderas tricolores en una espont¨¢nea apropiaci¨®n del espacio colectivo, como si tuvieran una renovada confianza en lo p¨²blico. Pero el alivio y la alegr¨ªa de la noche amanecieron matizados por la cautela y las dudas que planean sobre el futuro pol¨ªtico y del pa¨ªs.
"Il Cavaliere convirti¨® la pol¨ªtica en algo sucio", dice un catedr¨¢tico
"Hacen falta d¨¦cadas para arreglar esto", afirma una exaliada del primer ministro
Subiendo a un tren que lleva a Mil¨¢n hab¨ªa muchos m¨¢s peri¨®dicos de lo habitual. Todos hablan de Il Cavaliere desarzonado. Al cabo de pocos minutos la conversaci¨®n entre los viajeros se centra en el gran evento de la v¨ªspera. "Estoy muy preocupado", comenta Gualtiero Via, 50 a?os, profesor de literatura e historia en un instituto de Bolonia. "Un Gobierno que act¨²a bajo la dictadura del BCE me da miedo. Espero medidas contra los funcionarios, recortes en los sectores que ya agonizan, como la escuela p¨²blica. Presentaban a Berlusconi como la cruz del pa¨ªs, pero no conf¨ªo en que esto mejore a partir de ma?ana", dice de un tir¨®n, precisando que ¨¦l tiene un pasado de militante en el PCI y que nunca le vot¨®.
"?Cree que van a cambiar las cosas? ?Que se acabar¨¢ la crisis?", lanza su pregunta con tono ret¨®rico una se?ora con una ni?a peque?a en el regazo. Nadie muestra optimismo. Dos chicas sobre los 20 a?os que comparten los cascos de Ipod lo intentan. "Hombre, por lo menos vamos a dejar de disculparnos cuando en la facultad charlamos con alg¨²n estudiante de Erasmus", considera una de ellas. "Estoy asustada y expectante", expresa Teresa Dami, florentina de 29 a?os, que investiga el Alzheimer y que piensa emigrar a EE UU en cuanto termine el doctorado, "si no cambian las cosas, claro". La idea predominante parece m¨¢s bien gatopardiana: un gran revuelo para no cambiar nada. "Cruzo los dedos", zanja detr¨¢s de la pantalla de su port¨¢til un hombre de acento milan¨¦s. Sonr¨ªe disculp¨¢ndose: "No quiero hablar de ello. Hablamos demasiado de pol¨ªtica, no merece tanta atenci¨®n".
Gianfranco Pasquino, catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas en la Universidad de Bolonia, tiene su explicaci¨®n: "Berlusconi le ha quitado dignidad a la pol¨ªtica. Sus chistes, las bromas, los cuernos en las fotos con los l¨ªderes internacionales, el bunga bunga han transformado la pol¨ªtica en algo sucio; el pa¨ªs se ha vuelto vulgar...".
El profesor se refiere a uno de los esc¨¢ndalos sexuales del primer ministro. El 27 de mayo de 2011, en Mil¨¢n, una bailarina que se hace llamar Ruby Robacorazones acaba en la comisar¨ªa tras una denuncia por hurto. La chica, menor de edad, es trasladada a una unidad de menores. Son las 23.44 cuando suena una llamada en la comisar¨ªa: es Silvio Berlusconi, que llama desde Par¨ªs, donde se halla en visita oficial. Pide que la chica sea puesta en libertad de inmediato porque es "sobrina de Mubarak [expresidente de Egipto]". Sin embargo, Ruby o Karima (su verdadero nombre) es marroqu¨ª. Y menos a¨²n es familiar del depuesto dictador. Solo es la ni?a mimada del primer ministro italiano, que, para evitarle la c¨¢rcel, se involucra personalmente y miente a un funcionario p¨²blico. La fiscal¨ªa descubre una corte de prostitutas que frecuenta la mansi¨®n del primer ministro en Arcore, a las puertas de Mil¨¢n. Mientras en los peri¨®dicos trascienden los interrogatorios de las chicas, el Parlamento vota que Berlusconi fue enga?ado y los diputados del PDL defienden al jefe diciendo que su ¨²nica culpa es la de ser demasiado generoso e ingenuo. "Berlusconi ha hecho a?icos la dignidad de la pol¨ªtica", comenta Pasquino. Algo en lo que coincide Daniela del Boca, profesora de Econom¨ªa Pol¨ªtica en la Universidad de Tur¨ªn y conferenciante en EE UU: "Su herencia es la de haber corrompido la clase dirigente hasta sus ra¨ªces y de haber hecho de eso la normalidad". Alguien dir¨ªa la banalidad del mal.
"Las dimisiones tard¨ªas dejan claro que la pol¨ªtica ha fracasado. Berlusconi y la oposici¨®n", afirma Sara Giudice, hasta hace un a?o miembro del PDL y ahora en el Tercer Polo (centro).
"La oposici¨®n tambi¨¦n registra su fracaso: no pudo derrumbar el Gobierno. Nadie de los que se sientan en el Parlamento es capaz de enfrentarse a la situaci¨®n dram¨¢tica. Recurrir a un paracaidista, a un tercer hombre, a un t¨¦cnico, significa decretar que esta clase pol¨ªtica es in¨²til", lamenta Giudice, que mira al futuro con ganas de vivir un rescate diferente: "Hay que renovar a los pol¨ªticos, para que la gente vuelva a so?ar. Berlusconi legitim¨® conductas espeluznantes, envileci¨® la imagen femenina, otorgando papeles de poder a cortesanas corruptas. Aunque arreglemos la deuda ser¨¢n necesarias d¨¦cadas para arreglar eso".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.