La segunda glaciaci¨®n
La cita con las urnas llega en una situaci¨®n ag¨®nica de la econom¨ªa espa?ola y en medio de la crisis m¨¢s aguda que haya vivido la Uni¨®n Europea. A los cinco millones de parados se suma el tard¨ªo reconocimiento de que estamos en zona de crecimiento cero y con riesgo de ca¨ªda, lo que el lenguaje de los mercados traduce en un 7% de inter¨¦s para las obligaciones del Tesoro a diez a?os y un diferencial con el bono alem¨¢n que se aproxima a los 500 puntos. El cat¨¢logo completo que oblig¨® a otros pa¨ªses a pedir el rescate.
La UE discute mientras tanto planes de emergencia que profundizan en los mecanismos de control del gasto en l¨ªnea con la austeridad trazada sin concesiones por Alemania. Ya no basta con someter a visado previo el presupuesto, se plantea la figura de una especie de supercomisario con capacidad para controlar su ejecuci¨®n. Este nuevo cometido exige modificar el Tratado de Lisboa, pero todo sacrificio es bienvenido ante el dios de la austeridad.
Aunque cada vez m¨¢s voces piden est¨ªmulos al crecimiento, Alemania impone reducir el d¨¦ficit
No as¨ª cuando se pone sobre la mesa una posible reforma del Tratado para que el Banco Central Europeo pueda incorporar misiones que trascienden su actual tarea de perro guardi¨¢n de la inflaci¨®n. Francia, que empieza tambi¨¦n a padecer algunos rigores del mercado, propone asignar al BCE el cometido de velar por la salud general del euro, lo que le conducir¨ªa a convertirse en prestamista de ¨²ltimo recurso, con capacidad para comprar deuda en el mercado primario. Ni m¨¢s ni menos que el Banco de Inglaterra, que le permite al Reino Unido financiarse al 2% a pesar de que su d¨¦ficit y su deuda sean mayores que los de Espa?a. Merkel se cierra en banda a esta posibilidad. Los alemanes se niegan a que su austeridad luterana sirva de aval para los epic¨²reos excesos mediterr¨¢neos.
Los Tratados se pueden reformar para establecer garant¨ªas adicionales al ajuste, pero no para introducir mecanismos que alivien la presi¨®n. Aunque cada vez m¨¢s voces proclamen la necesidad de arbitrar est¨ªmulos al crecimiento, el mensaje de la primera potencia europea, cuando no la orden, sigue inalterable: la senda de la virtud discurre por la reducci¨®n programada del d¨¦ficit, sin concesiones que conducir¨ªan a cometer los mismos pecados.
Malos tiempos para la moratoria de dos a?os que Rubalcaba propone y que algunos centros de an¨¢lisis europeos comparten. Rajoy no tiene dudas en sumarse a la ortodoxia germana: compromiso total con el objetivo de reducir el d¨¦ficit al 4,4% el pr¨®ximo a?o. Como primera medida de Gobierno anticipa una Ley de Estabilidad que desarrolle la reforma constitucional que acord¨® con Zapatero sobre el techo de d¨¦ficit. La norma condicionar¨¢ el gasto de todas las Administraciones a sus ingresos efectivos, con sanciones para quienes la incumplan. Acto seguido, la reforma laboral y la reforma financiera. Y a confiar en que los incentivos fiscales a las peque?as y medianas empresas reviertan la curva del empleo.
En la recta final de campa?a Rajoy ha pisado al fin el tercio en el que le cit¨® Rubalcaba durante el debate televisivo: el de los recortes. Salvo las pensiones, todos los dem¨¢s cap¨ªtulos del gasto entran en fase de revisi¨®n y ajuste, sin descartar la congelaci¨®n salarial de los funcionarios. Llegado a un punto en el que considera ya consolidada su victoria, ha optado por desvelar en parte algunas de las p¨®cimas m¨¢s amargas que se dispone a aplicar. No evitar¨¢ seguramente con ello la contestaci¨®n social que predice Dolores de Cospedal, pero podr¨¢ invocar en su defensa que no ocult¨® del todo la fase m¨¢s dolorosa del tratamiento.
El 9 de mayo de 2010 Zapatero dio un brusco golpe de tim¨®n ante la presi¨®n de Europa y sobrevino a nuestro pa¨ªs la primera glaciaci¨®n. El diferencial con el bono alem¨¢n estaba en torno a 200 puntos. De entonces a hoy todos los ¨ªndices de nuestra econom¨ªa han empeorado hasta niveles cr¨ªticos. El mapa de isobaras anuncia ahora la llegada de una segunda glaciaci¨®n que se extiende por todo el Mediterr¨¢neo.
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