El tesoro de Carmen Balcells
Pablo Neruda le recomend¨® a Carmen Balcells que tuviera un "pellejo de rinoceronte" para lidiar con esos editores frescos que lo estafaban con sus derechos. No hac¨ªa falta que se lo dijera. La agente literaria ya estaba curtida en miles de batallas y, como le explic¨® a Jos¨¦ Donoso en una carta, "a la hora de los business" era "implacable". Lo fue, sin ninguna duda.
Algunos de los detalles de la ferocidad con que defendi¨® a sus autores han empezado a salir a la luz, una vez que se ha podido acceder a los papeles de su archivo, que el Ministerio de Cultura compr¨® en 2010 por tres millones de euros y que est¨¢ depositado en el Archivo General de la Administraci¨®n (AGA) de Alcal¨¢ de Henares. Son 2.000 cajas. O, como se dice ahora de manera m¨¢s gr¨¢fica: 2,5 kil¨®metros de documentos.
Para cuantos tienen curiosidad por la vida de los escritores y por la industria del libro, lo que hay en esas cajas es un aut¨¦ntico tesoro. Carmen Balcells fue la agente literaria de seis premios Nobel, se ocup¨® de buena parte de las mayores figuras del boom latinoamericano y empuj¨® a la gloria a algunos de los autores espa?oles de mayor proyecci¨®n en los ¨²ltimos a?os.
Garc¨ªa M¨¢rquez la llam¨® Mama Grande. Era implacable para negociar sus derechos, y consigui¨® acabar con viejos abusos que se estilaban en el mundo editorial, pero tambi¨¦n cuidaba a sus autores. Los cuidaba ps¨ªquica, f¨ªsica y espiritualmente. Vaya: si alguno era incapaz, y muchos escritores suelen ser bastante incapaces, de sacarse un billete de avi¨®n, ella hac¨ªa las gestiones.
Salud, dinero y amor: cuid¨® con mimo que a sus autores nunca les faltaran. Sobre todo el segundo: consigui¨® que muchos escritores vivieran sin apuros y ayud¨® a que algunos se enriquecieran; tambi¨¦n ella gan¨® dinero. No es que necesitara un "pellejo de rinoceronte": ten¨ªa la fuerza de la ballena blanca, Moby Dick, y la audacia de un felino. En la ¨¦poca desmesurada de Jes¨²s Gil y Gil, le quiso colocar por mill¨®n y medio de euros un Viaje sentimental por Marbella que iba a escribir Cela. Le visti¨® la oferta con lazos dorados (saldr¨ªan las experiencias m¨¢s sensuales de quien era ya "un paradigma en el arte de vivir"). Balcells lo intent¨®, pero fue Gil y Gil, por una vez, el que fren¨® el disparate.
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