El ¨¦xito en forma de tic
Uf, el eterno dilema sobre los a?os ochenta. Sus detractores tienden a olvidar que fueron la d¨¦cada de los Smiths o los primeros REM. Y los partidarios han de justificar fen¨®menos como el de Roxette, que despach¨® 75 millones de discos con un pop rampante, liofilizado, sin vitaminas ni minerales. Tras una d¨¦cada de inactividad, el d¨²o sueco regres¨® ayer por Vistalegre con suficiente br¨ªo como para demostrar un par de cosas. Una: su cantante, Marie Fredriksson, se ha recuperado del tumor cerebral que la mantuvo en barbecho. Y dos: la nostalgia mueve monta?as (y a m¨¢s de 6.000 espectadores). Pero si un t¨²nel del tiempo nos devolviera hasta 1988, tendr¨ªamos que volver a escuchar The look a todas horas. Mejor quedarnos como estamos, decr¨¦pitos, aturullados y todo.
Marie, diminuta y corajuda, conserva el pelo plateado y escuet¨ªsimo, mientras a Per Gessle le siguen encantando las posturitas. Completan la escena una corista con pandereta, un guitarrista a lo Jack Black y un bajista y teclista trajeados, pero informales. Tan arquet¨ªpicos que parecen los anfitriones para una gala eurovisiva.
Empezaron con platos fuertes (Dressed for success, Sleeping in my car, The big L) antes de introducir varios temas del ¨¢lbum m¨¢s reciente, Charm school. "Solo unos pocos", prometi¨® Gessle, al que solo le falt¨® a?adir un adverbio: afortunadamente. Wish I could fly supone una fotocopia apresurada de It must have been love (que llegar¨ªa poco despu¨¦s), Only when I dream es paup¨¦rrima y She's got nothing on (but the radio) parece salida de un taller de compositores para triunfitos. El tramo final sirvi¨® para que el p¨²blico recobrase la euforia con How do you do, Spending my time, Joyride o, ejem, una recreaci¨®n guitarrera de Paquito el chocolatero.
En realidad, el ¨¦xito de Roxette sigue nutri¨¦ndose de sus muchos tics: estribillos coreables, pero tan monocordes como los pron¨®sticos electorales del 20N; baladas de mechero, poses de rockeros inspiradas en videojuegos. Quiz¨¢s sirvan para unos achuchones en la noche del viernes, pero necesitamos argumentos de mayor enjundia para doblegar el des¨¢nimo del oto?o.
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