Deme un hombre
Por so?ar, que no quede.
Imagino, por ejemplo, que estoy ante un honrado vendedor de hombres a la medida. Uno de aquellos magn¨ªficos dependientes orgullosos de serlo que luc¨ªan una cinta de metro a modo de guirnalda sobre la solapa del traje. Imagino, por ejemplo, que le digo, "deme un hombre que no pierda jam¨¢s la cara de ni?o; deme un hombre con m¨²sculos de hombre, no con esos brazacos de pollo hormonado que les salen en los gimnasios; deme un hombre que sepa gui?ar el ojo; deme un hombre que ante una escena conmovedora se desarme y sepa expresar melancol¨ªa sin mover un m¨²sculo; deme un hombre con ojos de ni?o y cuerpo de hombre; deme un hombre con un poco de barriga, siempre es m¨¢s acogedor abrazarse a una barriga que a una tableta de chocolate; deme un hombre que de la bondad pase a tener cara de asesino, como si fuera una versi¨®n moderna de James Cagney; deme un hombre que a veces parezca guapo y otras tosco, a veces muy listo y otras algo bobo; deme un hombre que tenga cara de bueno y alma de estafador; que sea un infeliz, un advenedizo, como el gran Gatsby; deme el t¨ªpico hombre chuleta, de los que se rallan enseguida; deme un hombre al que le sienten bien los uniformes, que cuando se vista un uniforme de piloto de la Pan Am parezca un piloto de la Pan Am; deme un hombre que de pronto se rompa y llore con l¨¢grimas verdaderas; deme un hombre al que nadie ha querido, alguien que lleve la cara de perdedor desde la l¨ªnea de salida; deme un hombre con cara de pillo; deme un hombre sin ¨¦poca, con cara de ladr¨®n urbano del XIX, de muerto de hambre de principios del siglo XX, de hombre elegante de los a?os veinte, de millonario insensato de los treinta, de contrabandista de diamantes en Sierra Leona, de chico maltratado por su padrastro o de marido suburbial de los cincuenta; deme un hombre que, aun siendo todav¨ªa un muchacho, sea capaz de estar a la altura de una jaca como Kate Winslet; deme un hombre capaz de echar un polvo en la cocina con Kate Winslett sin quedarse menguado entre las extremidades inferiores de tan tremenda se?ora; deme un hombre que aun rodeado de Meryl Streep y Diane Keaton no solo no sea eclipsado sino que brille; deme un hombre que aunque tenga una discapacidad mental no vea disminuido su atractivo; deme un hombre que cuando se deje el pelo largo parezca una ni?a y, cuando luzca el pelo corto, un terneraco; deme, en resumen, un hombre que contenga en s¨ª mismo a todos los hombres que en el planeta tierra hayan existido desde el primer homo sapiens, del m¨¢s primitivo al m¨¢s sofisticado. Deme, ya s¨¦ que es mucho pedir, al hombre". Por so?ar, que no quede. Despu¨¦s de haber escuchado con atenci¨®n mi requerimiento, el vendedor de hombres a la medida, se pasa la mano por el ment¨®n, se sume en un silencio que se masca, y con la profesionalidad de aquellos antiguos dependientes orgullosos de serlo que gustaban de rastrear en los rincones m¨¢s secretos de la trastienda para satisfacer las necesidades de una clienta caprichosa, dice de pronto: "Solo hay un hombre sobre la tierra que d¨¦ cabida a todos los hombres posibles, Leonardo DiCaprio. No lo tengo en stock, pero se lo pido ahora mismo. Le advierto, eso s¨ª, que tardar¨¢ un poco m¨¢s que otras estrellas de la interpretaci¨®n, dado que DiCaprio es un hombre comprometido con el medio ambiente y ha descartado utilizar jet privado, vendr¨ªa en un vuelo regular". No me importa, no me importa esperar. Le he esperado desde que interpretara al tontorr¨®n de Jack Dawson en Titanic. Le espero con impaciencia desde que lo viera en Atr¨¢pame si puedes. Lo acabo de ver interpretando al siniestro Edgar Hoover, el implacable director del FBI obsesionado con los comunistas y con los detalles sexuales ajenos. Solo DiCaprio puede protagonizar una escena en la que Hoover, el reprimido, se engancha en una pelea de machos con el que fuera su colaborador, Clyde Tonson, y acaba bes¨¢ndole con los labios llenos de sangre. Solo ¨¦l puede interpretar una escena en la que Hoover, el siniestro, se viste con las ropas de su madre que acaba de morir. Solo ¨¦l puede hacerlo y que el espectador en vez de estallar en carcajadas contenga la respiraci¨®n. No es esta pel¨ªcula de Clint Eastwood un cat¨¢logo de todas las v¨ªctimas a las que este s¨®rdido personaje arruin¨® la vida, es un retrato del individuo, desde su juventud hasta una vejez que requiri¨® cinco horas de maquillaje sobre la cara del actor. Los kilos en la barriga, por cierto, no son de l¨¢tex sino producto de su afici¨®n a las cup cakes de chocolate. Para ser Hoover pas¨® horas escuchando discursos del personaje. Para poner la voz en off que recorre la pel¨ªcula imit¨® la manera en que William Holden lo hizo en Sunset Boulevard, con la intenci¨®n de que la narraci¨®n tuviera un toque retro, aquel tono seco y firme que los actores de entonces adoptaban cuando deb¨ªan servir como hilo conductor de una historia. Habr¨¢ a quien le parezca que la pel¨ªcula humaniza en exceso al personaje. Yo tambi¨¦n tengo mis dudas. Las mismas que tendr¨¦ cuando vea a Meryl Streep otorg¨¢ndole una gracia a la Thatcher de la que esta carec¨ªa. Y como el paquete con DiCaprio, obviamente, no ha de llegar, ir¨¦ a verle pronto haciendo de Sinatra o haciendo de Gatsby. Eso s¨ª, por so?ar, que no quede. -
Quiero uno que no pierda jam¨¢s la cara de ni?o; con m¨²sculos de hombre, no con brazacos de pollo hormonado
Solo hay un hombre sobre la tierra que d¨¦ cabida a todos los hombres posibles: Leonardo DiCaprio
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