Caminata peregrina por Nueva York
Elvira Lindo publica 'Lugares que no quiero compartir con nadie', un recorrido por la Gran Manzana entre el diario, la novela y la gu¨ªa
En el Upper West Side de Nueva York hay un club donde la m¨²sica nunca super¨® los a?os setenta y bandas de artistas negros tocan jazz agitando sus trompetas. "Fuimos al Sugar Bar porque nos lo recomend¨® un amigo relacionado con ese mundillo. Es un sitio muy hortera pero tiene tanta energ¨ªa musical que te dan ganas de subirte a la mesa", cuenta Elvira Lindo, que vive all¨ª cerca. Es un sitio que respeta tanto el t¨ªtulo del nuevo libro de la escritora espa?ola, que queda excluido. Muchos parajes de ese estilo s¨ª aparecen sin embargo en Lugares que no quiero compartir con nadie (Seix Barral), la obra a medias entre novela, diario y gu¨ªa personal de Nueva York que Lindo acaba de publicar.
Gimnasios, parques, alg¨²n que otro bar, charlas con vecinos, caminatas. El Nueva York de Lindo vuela m¨¢s bajo que los rascacielos, a la altura del ser humano. "La imagen de ciudad glamurosa y peliculera no es representativa", asegura la escritora, que desde hace a?os rebota entre el Upper West y Madrid. Tampoco era esa la imagen que le ped¨ªan sus lectores: "Recib¨ªa muchos mails de gente pregunt¨¢ndome por lugares aut¨¦nticos de la ciudad. No s¨¦ qu¨¦ es aut¨¦ntico pero he escrito de mi Nueva York, de lo que me gustar¨ªa conocer de una ciudad".
As¨ª, lejos de las esquinas m¨¢s conocidas o vistas una y otra vez en las grandes pantallas, las 227 p¨¢ginas de Lugares que no quiero compartir con nadie ense?an un Nueva York "acogedor y generoso" y donde, a diferencia de otras ciudades estadounidenses, "se puede andar". Hasta llegar, por ejemplo, ante el micr¨®fono del peculiar cabaret Rose's Turn, donde la escritora se lanza a un improvisado Besame mucho, o a la iglesia de Saint Mary the Virgin, en pleno coraz¨®n de Broadway.
Eso s¨ª, los viajes de Lindo por la Gran Manzana ser¨ªan el sue?o de todo taxista. Entre un lugar y otro hay digresiones a g¨®-g¨® y tantas vueltas como para acabar olvid¨¢ndose del punto de partida. De una cena con un amigo, se pasa a una posible dieta para gordos y, como no, al peque?o gimnasio de Pagu¨ª Pagu¨ª. En la jungla de Nueva York, Lindo no pierde sin embargo la br¨²jula. "Quer¨ªa que fuera un recorrido peregrino, aunque de cierta forma esa espontaneidad es falsa: siempre s¨¦ a d¨®nde voy y d¨®nde tengo que volver", afirma la autora. As¨ª, fue un libro "r¨¢pido de escribir, pero largo de vivir".
Tan largo que Lindo ya se considera neoyorquina: "Nueva York se ha hecho de la inmigraci¨®n, por lo que integrarse no es demasiado dif¨ªcil. De todos modos creo que te haces con una ciudad cuando te vuelves tan mani¨¢tica que vas a buscar el pan a un establecimiento concreto, en vez del otro, porque te gusta m¨¢s". Man¨ªas de una relaci¨®n de 20 a?os, ep¨ªlogo feliz de aquella locura rom¨¢ntica que en 1991 hizo sonar su m¨®vil. "?Te vienes una semana a Nueva York?". Era la voz de Antonio Mu?oz Molina, hoy su marido. "?D¨®nde hay que firmar?", recuerda que pens¨® la actriz.
Fue la primera vez que pasaron una semana juntos de viaje. Se convirti¨® en una vida, en una casa, y en unos vecinos ancianos que les roban la copia de The New York Times que les llega cada ma?ana. "Hay una zona del edificio donde hay cubos de basura para el reciclaje. Los ejemplares de The New York Times se acumulan aparte, en una pila en el suelo. El otro d¨ªa me encontr¨¦ con una se?ora que se estaba leyendo el peri¨®dico del d¨ªa anterior. Seguro que es ella la que se intenta llevar el m¨ªo cada d¨ªa". Cosas que le pasan a Elvira Lindo en Nueva York. Aunque esta tampoco aparece en el libro. Pero, si no, ?qu¨¦ sentido tendr¨ªa el titular?
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