Manuel Lourenzo, el teatro de la vida
El teatro son gritos en la plaza. Lo repite con frecuencia Manuel Lourenzo. Un d¨ªa uno llega y se pone a dar gritos en una plaza y acude la gente y los escucha y se hace part¨ªcipe de aquellos gritos... Me comentaba hace a?os Manuel que esa definici¨®n tan gr¨¢fica se la hab¨ªa o¨ªdo a D¨ªaz Pardo.
Manuel Lourenzo no puede vivir sin el teatro, sin esa necesidad constante de que los m¨²ltiples personajes que han salido de su fecunda imaginaci¨®n griten sus ansias, sus desvelos... Y tambi¨¦n s¨¦ que el teatro gallego, el teatro ib¨¦rico, tampoco ser¨ªa lo que es sin su aportaci¨®n fecunda.
Actor vers¨¢til, dramaturgo espl¨¦ndido, escen¨®grafo, traductor, maestro... Su magisterio no es el del que aplica con did¨¢ctica eficaz una serie de conocimientos; sus ense?anzas llevan el sello indeleble de los cl¨¢sicos; dejan huella. Este hombre de Ferreira do Valadouro, cuando dicta sus magisterios, incorpora el sello de lo original con un profundo sentido pr¨¢ctico, rechaza lo superficial, el adorno balad¨ª, que tanto se estila en estos d¨ªas.
Manuel Lourenzo es propietario de una vasta cultura, lector incansable y due?o de una memoria prodigiosa que le permite analizar, compendiar, una obra, una ¨¦poca, un autor, en pocas singladuras. Esa cultura le convierte en un contertulio exquisito, en un conferenciante ameno y profundo al mismo tiempo. Siempre se aprende algo nuevo escuch¨¢ndole.
Sus traducciones de los autores cl¨¢sicos son un ejemplo de estilo ling¨¹¨ªstico y de concreci¨®n dram¨¢tica: Goethe, B¨¹chner, Fassbinder, Puschkin, Ch¨¦jov, Strindberg, Brecht, Genet, M¨¹ller, S¨®focles, Eur¨ªpides... la tragedia y la mitolog¨ªa son tratadas con un fino y justo humorismo que le sirven para interpretar la realidad y explicar el comportamiento humano, y adquieren grandeza y personalidad propia en nuestra lengua materna. En esa lengua, que defiende, como si fuese un hijo reci¨¦n nacido, con u?as, dientes y palabras; esas palabras justas, atinadas, sin concesiones a lo f¨¢cil y com¨²n, a los oportunismos fr¨ªvolos de cada momento.
Y por esos escenarios anda gritando sus afanes el furioso Pedro Madruga, los hijos de Galahad no quieren devolver el Santo Grial, Medea ya entiende la venganza de otra manera, Fedra persigue a¨²n ese amor incestuoso, a su Electra le sienta mal el luto y el Conde Dr¨¢cula es un inocente y elegante fidalgo, decadente como un personaje de don Ram¨®n Otero Pedrayo... Hay en los textos de Lourenzo teatro para todos los gustos y necesidades: m¨ªnimo, urgente, furioso... comprometido con la sociedad en la que vive. Nada le es ajeno, no acepta esta sociedad idiotizada y la desmenuza y critica, con elegancia y efecto, con esa melancol¨ªa ir¨®nica que cualquier lector/espectador puede usar como caleidoscopio.
Pero es en O circo de medianoite, para quien esto escribe su m¨¢s lograda obra, donde retuerce el cuello y destripa unos personajes, reflejo anticipado de los monstruos que hoy nos gobiernan y que ya invaden toda Europa.
Y, sobre todo, mantiene contra todos los vientos y mareas, contra mediocridades y parvadas, una constante militancia en una cultura y lengua que muchos a?os de historia pretendieron ahogar.
Pretenden, todav¨ªa, ahogar.
Pelda?os
1943. Nace en Ferreira do Valadouro.
1962-64. Marcha a vivir en Alemania.
1965. Participa en la creacion del grupo de teatro O Facho.
1967. Funda el Grupo de Teatro Circo.
1978. Es cofundador de la Escola Dram¨¢tica Galega.
1980. Crea la Compa?ia Teatral Luis Seoane.
1997. Obtiene el Premio Nacional de Literatura Dramatica.
1998. Participa en la creacion de Casa Hamlet.
2001. Recibe el Pedr¨®n de Ouro.
2008. Premio Nacional de Artes Esc¨¦nicas.
2011. Premio Otero Pedrayo.
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