?Qu¨¦ va a pasar con el euro?
Esta es una pregunta que precisa una respuesta clara y convincente, una respuesta basada en la l¨®gica econ¨®mica y en los condicionantes pol¨ªticos.
Despu¨¦s de Grecia e Italia, que han pasado por crisis pol¨ªticas que han obligado a cambios de gobierno r¨¢pidos, esta semana ha sido dura para muchos pa¨ªses y, en particular, para la econom¨ªa espa?ola. El comportamiento de la prima de riesgo nos ha tra¨ªdo a todos por la calle de la amargura. Las voces que mantienen que la zona euro se rompe empiezan a ser legi¨®n. Se gu¨ªan, dicen, por la l¨®gica econ¨®mica.
La puesta en marcha de la uni¨®n monetaria deber¨ªa haber estado sustentada en econom¨ªas s¨®lidas con reputaci¨®n a la hora de gestionar sus cuentas p¨²blicas y en econom¨ªas m¨¢s homog¨¦neas en t¨¦rminos de cultura econ¨®mica. Como este no ha sido el caso, contin¨²a el argumento, la ¨²nica alternativa posible es la que contempla una ruptura de la zona euro que puede producirse en dos escenarios: el que implica que pa¨ªses como Grecia, Espa?a, Portugal salgan de la zona euro y recuperen sus antiguas divisas o una ruptura m¨¢s "suave" de reagrupamiento de la zona euro en dos partes, la zona euro central con pa¨ªses, como Alemania, Austria, Holanda y Finlandia, y el resto, que tendr¨ªan que solucionar sus problemas de endeudamiento excesivo recurriendo a la utilizaci¨®n de un euro devaluado que les permitir¨ªa obtener ganancias en competitividad.
Un arreglo con dos euros, el fuerte y el d¨¦bil, conviviendo de forma arm¨®nica no es ninguna soluci¨®n a medio plazo
Habr¨¢ que aceptar que, desde que se implant¨® el euro, se precisa mayor centralizaci¨®n en la gesti¨®n econ¨®mica europea
Hay un tercer escenario que no contempla la ruptura del euro, al que me referir¨¦ m¨¢s adelante.
No asigno mucha viabilidad al primer escenario de ruptura el euro porque significar¨ªa una cat¨¢strofe para el PIB europeo. Tampoco el segundo escenario tiene, a mi juicio, demasiada l¨®gica econ¨®mica. Si sab¨ªamos, y ha quedado corroborado, que la Europa del euro no constitu¨ªa una "zona monetaria ¨®ptima", ?por qu¨¦ hemos de pensar que el ¨¢rea formada por Grecia, Irlanda, Portugal, Espa?a, Italia y quiz¨¢ Francia fuera a constituir una zona monetaria ¨®ptima para una moneda m¨¢s d¨¦bil? Esta especie de arreglo con dos euros, el fuerte y el d¨¦bil, conviviendo arm¨®nicamente no creo que sea ninguna soluci¨®n a medio plazo. Me inclino, por tanto, a pensar que si se rompe el euro se romper¨¢ con todas sus consecuencias y con todos los costes que ello genera.
Pero estas no son las ¨²nicas opciones. Todav¨ªa subsisten otras voces que opinan que el euro puede mantenerse, aunque su futuro dependa de reformas sustanciales que implicar¨¢n cambios a medio y largo plazo de calado; cambios en los tratados y cambios en los estatutos por los que se rige desde su constituci¨®n el BCE (Banco Central Europeo), que no tendr¨ªa que dedicarse s¨®lo al control de la inflaci¨®n, sino que, a imagen de otros bancos centrales, deber¨ªa ocuparse tambi¨¦n del devenir econ¨®mico de la Eurozona.
Hay quien mantiene que el mero hecho de que el BCE deba velar por la estabilidad financiera faculta a ¨¦ste a actuar sosteniendo con determinaci¨®n la deuda de pa¨ªses como Italia y Espa?a. Es posible. Pero los cambios necesarios para que Alemania tolere una monetizaci¨®n de la deuda p¨²blica en la zona euro, que puede generar una inflaci¨®n posterior, pasan porque los Estados miembros dejen de tener el margen de maniobra que les permite dise?ar sus pol¨ªticas presupuestarias, impositivas, laborales, etc¨¦tera. Quedar¨ªa margen, claro est¨¢, para elaborar pol¨ªticas propias, pero ¨¦stas estar¨ªan restringidas por acuerdos fiscales y de otra ¨ªndole de obligado cumplimiento. Los a?os de funcionamiento del euro han dejado claro que la interrelaci¨®n entre la pol¨ªtica monetaria y la pol¨ªtica fiscal es evidente y la matem¨¢tica "desagradable" de la que hablaban Sargent y Wallace, algo a aceptar sin reservas.
La situaci¨®n que vivimos es no s¨®lo un caos econ¨®mico brutal; constituye un fracaso de gesti¨®n de los l¨ªderes europeos de primera magnitud y deja entrever una situaci¨®n de crisis de los Estados. Para poder seguir manteniendo el euro, que ha resultado ser, hasta hace bien poco, origen de beneficios econ¨®micos para todos los Estados, van a tener que replantearse cu¨¢les son sus competencias. Habr¨¢ que aceptar que las econom¨ªas nacionales, desde que se implant¨® el euro, son econom¨ªas regionales y que se precisa una mayor centralizaci¨®n en la gesti¨®n econ¨®mica europea. Los cambios son inevitables, pero, sobre todo, lo que es inevitable es que los pa¨ªses centrales, Alemania fundamentalmente, deseen que el euro se mantenga y se vean obligados a defender esta posici¨®n en brev¨ªsimo plazo. Si el BCE se pudiera comportar como la Reserva Federal de EE UU muchos de los problemas que nos aquejan habr¨ªan quedado ya resueltos, y los acreedores, en lugar de actuar con una visi¨®n muy de corto plazo, ser¨ªan capaces de operar con visiones de medio plazo que permitir¨ªan encontrar soluciones sostenibles a econom¨ªas como la italiana o la espa?ola.
No tengo dudas al asignar una mayor probabilidad a la ¨²ltima de las tres alternativas mencionadas. Las dos primeras, o no tienen l¨®gica econ¨®mica o implican un coste excesivo. Incluso un pa¨ªs como Alemania, con una cultura econ¨®mica diferente, tendr¨¢ que aceptar que este es el caso.
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