22 maneras de lamentarse

Para quien no le conozca, Uri Caine es un se?or que junta a Mozart con un pinchadiscos de moda y un cantante brasile?o que pasaba por ah¨ª, y al final resulta que aquello es el descubrimiento del siglo. Su facilidad para combinar lo incombinable y que el guiso resultante sepa a gloria bendita, desaf¨ªa cualquier l¨®gica. Si no fuera por lo facil¨®n del s¨ªmil, se le podr¨ªa comparar con alguna de nuestras grandes figuras de los fogones. Ferr¨¢n Adri¨¢, por caso.

Que los collages sonoros de Uri Caine ejercen un irresistible poder de fascinaci¨®n m¨¢s all¨¢ de los gustos de cada uno, es cosa que nadie puede negar, y muy pocos pueden explicar. Los encargados de las tiendas ya no saben d¨®nde colocar sus discos, si en la secci¨®n de jazz, en la de cl¨¢sica, o en la de canci¨®n mel¨®dica. A Uri Caine se le ve en los escenarios de jazz tocando jazz, y en los de cl¨¢sica tocando algo que no se sabe qu¨¦ es. Es as¨ª que, en pleno festival de jazz, el habitualmente considerado como m¨²sico de jazz ha venido para tocar en el muy cl¨¢sico y muy formal Auditorio Nacional de la capital de Espa?a, en su sala de c¨¢mara. Y no de smoking, precisamente: una camiseta de saco de color blanco y los pantalones de saldillo a medio caer. Raz¨®n: el estreno en nuestra ciudad de su versi¨®n de Las lamentaciones nocturnas de Jerem¨ªas. Un tema recurrente en la historia de la m¨²sica -el llanto por la destrucci¨®n de Jerusal¨¦n a manos de Nabucodonosor-, desde Thomas Tallis hasta Stravinski. Solo que Caine, como siempre, va a lo suyo. Y lo suyo, no se parece a ninguna otra cosa.

?stas lamentaciones de Jerem¨ªas-Caine, est¨¢n divididas en 22 sketches llamados Lamentaci¨®n 1, Lamentaci¨®n II, y as¨ª sucesivamente. Cada sketch tiene su propio protagonista: la mezzosoprano Cristina Zavalloni, para los textos en hebreo; la cantante de gospel Barbara Walker, para los escritos en idioma ingl¨¦s; y nuestra Carmen Linares, cantando por lo que se le pone por delante en idioma castellano, naturalmente. El sustento instrumental corre a cargo de las violas de gamba de Il Suonar Parlante, y los solistas: Salvador Guti¨¦rrez, a la guitarra flamenca; Achille Succi, al clarinete bajo (espl¨¦ndido), y el propio Uri Caine, al piano.

Que Caine haya reunido sobre un escenario a semejante grupo de artistas de tan diversa procedencia y condici¨®n llama menos la atenci¨®n que el hecho de haber conseguido encontrar el punto com¨²n a todos ellos, manteniendo los sabores originales en boca. Se me entienda: aqu¨ª nadie hace nada que no haga de habitual, la flamenca canta flamenco, y la cantante de gospel, lo suyo. L¨®gico, trat¨¢ndose del Gran Festival de las Lamentaciones. No hay quien sepa m¨¢s de lamentarse que un cantante flamenco, o uno de gospel.

Que cada cosa no vaya por su lado y exista un orden y una coherencia, es m¨¦rito del autor de semejante pandem¨®nium inclasificable y arrebatador en el que no todo est¨¢ escrito. Pero en algo se tiene que notar que es un m¨²sico de jazz.