Cultura encogida
Los s¨ªntomas con relaci¨®n a la promoci¨®n de la cultura catalana no son buenos. Tan temibles como los recortes presupuestarios son los encogimientos de mentalidades. Hab¨ªamos avanzado un poco en una pol¨ªtica cultural m¨¢s abierta y cosmopolita, pero parece que el car¨¢cter cerrado, provinciano y grupal vuelve a apretar fuerte. El panorama es tan complejo que hoy preocupa tanto a la intelectualidad conservadora como a la progresista.
Todo el conflicto con el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (Conca) y su paulatino adelgazamiento hasta que han dimitido la pr¨¢ctica totalidad de sus miembros y, consecuentemente, el jurado de los Premios Nacionales de Cultura, no puede ser evaluado m¨¢s que como un proceso negativo. Hab¨ªamos trabajado a fondo para ser como Inglaterra, con su Arts Council, y no lo hemos conseguido. El Conca se comprime y pierde su raz¨®n de ser si se reduce su independencia del poder pol¨ªtico de turno.
Tenemos valores para contrarrestar el vac¨ªo del consumo y la banalidad que comporta la industria tur¨ªstica
Tampoco el procedimiento seguido para la elecci¨®n del nuevo director del Museo Nacional de Arte de Catalu?a (MNAC) ha resultado apasionante. El director elegido, Josep Serra, ha dirigido muy bien el Museo Picasso y no hay duda de que era el mejor de los candidatos presentados, pero el hecho de la escasez de competidores es un mal s¨ªntoma, ya que dentro y fuera de Catalu?a hay muchos expertos y expertas que podr¨ªan haber concursado: o dirigir el MNAC no es nada apetecible o algo se ha gestionado indebidamente, de manera que se ha desalentado a los posibles aspirantes. Quisi¨¦ramos que el MNAC fuera como el Louvre, pero sigue siendo un museo con un inmenso potencial y un escaso atractivo para la mayor¨ªa de los visitantes de Barcelona, un museo que no ha podido superar a¨²n los end¨¦micos obst¨¢culos de dif¨ªcil accesibilidad e imagen excesivamente institucional.
La paradoja es que estos s¨ªntomas no se corresponden con el alto valor que la cultura catalana contempor¨¢nea ha tenido hasta ahora. No solo por lo que respecta a la creaci¨®n literaria y al no menos importante mundo editorial catal¨¢n, sino sobre todo a las artes figurativas y la cultura de las formas. Los artistas de un pa¨ªs peque?o siguen haciendo las mejores aportaciones: en artes pl¨¢sticas (Antoni Muntadas recibe distinciones y presenta exposiciones reveladoras), en fotograf¨ªa (Joan Fontcuberta acaba de ganar el Premio Nacional de Ensayo), en arquitectura (Benedetta Tagliabue, de EMBT, ha aumentado su reconocimiento internacional con el pabell¨®n de Espa?a en Shanghai), en urbanismo (Joan Busquets es el primer espa?ol que recibe el prestigioso premio holand¨¦s Erasmus), en cine (Pa negre, de Agust¨ª Villaronga, est¨¢ seleccionada para los Oscar) y un largu¨ªsimo etc¨¦tera. Formamos parte de una cultura que ha demostrado unas capacidades especiales para la imaginaci¨®n pl¨¢stica y espacial.
A la cultura catalana le ha faltado el suficiente soporte institucional. Y no pretendemos que sea similar al de otros pa¨ªses que s¨ª promocionan su cultura, como Francia y Holanda, solo que los gobernantes conf¨ªen realmente en los valores de su propia cultura. Si as¨ª fuera, quiz¨¢s entender¨ªan que en un periodo de crisis cada pa¨ªs debe reforzar y sacar partido de aquello en lo que ya es fuerte, como el arte y las industrias culturales en el nuestro, y potenciar que en cada una de las ¨¢reas surjan nuevos creadores. Se debe evitar que se produzca una involuci¨®n que genere generaciones perdidas. Y no por falta de ideas y de obras, que han existido y pueden existir con poco dinero y poco apoyo, sino por falta de difusi¨®n y proyecci¨®n en un mundo global en el que lo que no se transmite no existe. Por ello, los recortes no deber¨ªan afectar ni a la promoci¨®n de los j¨®venes ni a la difusi¨®n internacional de la cultura catalana.
Tenemos unos valores que pueden contrarrestar el vac¨ªo del consumo y la banalidad que comporta la industria tur¨ªstica, pero los estamos comprimiendo y encogiendo. Al lado de las cifras de la macroeconom¨ªa y de los coeficientes asfixiantes de las deudas, de los millones en corrupci¨®n, en pensiones y dietas abusivas, con estos recortes, para ahorrar con el chocolate del loro, ?no estaremos hipotecando nuestra cultura y nuestro futuro?
Josep Maria Montaner es arquitecto y catedr¨¢tico de la ETSAB-UPC.
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