Mi obsesi¨®n
Viajo en el AVE hacia Sevilla ilusionado por revivir como espectador la final que disput¨¦ y gan¨¦ en esa ciudad y por tratar de ver c¨®mo mis compa?eros logran ahora esta Copa Davis que se merecen. Es imposible que no me acuerde de aquellos d¨ªas de 2004, de aquel p¨²blico y de c¨®mo, a?os despu¨¦s, Jos¨¦ Perlas, mi entrenador durante tantas temporadas, el mismo con el que crec¨ª en el circuito, se sigue emocionando cuando recuerda aquel triunfo. Aquella semana, la gente m¨¢s cercana a m¨ª conoc¨ªa lo que significaba para m¨ª la final, que quiz¨¢s era mi ¨²ltima oportunidad para ganar la Copa Davis, las ganas que ten¨ªa de celebrar ese t¨ªtulo. Se portaron fenomenalmente conmigo. Esos d¨ªas marcaron bastante a toda la gente que me quiere. Las cosas ocurrieron as¨ª: francamente, seg¨²n un guion que yo habr¨ªa escrito.
La Davis de 2004 era el ¨²ltimo gran reto de mi carrera. Se convirti¨® en mi mayor motivaci¨®n
De repente, Rafa pasaba con solo 18 a?os de actor secundario a jugar un papel fundamental
Es diciembre de 2004 y estoy ante el ¨²ltimo gran reto planteado en mi carrera. Todo gran tenista quiere ganar tres cosas: un torneo grande, el n¨²mero uno de la clasificaci¨®n mundial y la Copa Davis. A los 28 a?os, yo ten¨ªa las dos primeras y me faltaba la tercera. Espa?a hab¨ªa ganado su primera Copa Davis en Barcelona en 2000, pero yo no hab¨ªa estado en ese equipo. No hab¨ªa jugado ninguna eliminatoria por una lesi¨®n. La selecci¨®n hab¨ªa formado una base que ya no se toc¨®..., aunque yo albergaba alguna esperanza. No estar en la final fue una decepci¨®n; esperada, pero decepci¨®n. Pude tirar la toalla. Pas¨® lo contrario: la Davis se convirti¨® en una obsesi¨®n. Las fijaciones pueden ser positivas o negativas. Yo funcion¨¦ siempre con obsesiones, con metas, convirti¨¦ndolas siempre en algo positivo, en una motivaci¨®n para conseguir el objetivo.
Por eso le met¨ª much¨ªsimo esfuerzo para conseguir la Copa Davis. Despu¨¦s de las semifinales de 2004, que ganamos a Francia, yo estaba mal f¨ªsicamente. La temporada hab¨ªa sido larga y dura para m¨ª. En realidad, hab¨ªa empalmado la de 2003 con la de 2004 porque el a?o anterior tambi¨¦n hab¨ªamos llegado a la final, que perdimos en Australia. Tras el Abierto de Estados Unidos de 2004, me vino un baj¨®n total. Par¨¦ y decid¨ª arriesgarme: jugar solo la Copa de Maestros en Houston para prepararme y llegar a la Davis con optimismo y ganas. La jugada sali¨® bien.
Sigo recordando 2004. All¨ª est¨¢ el estadio de La Cartuja. M¨¢s de 27.000 espectadores haciendo tanto ruido como para que pensara que no pod¨ªa fallarles. La situaci¨®n es ¨²nica. Nunca hab¨ªa visto nada igual en mi carrera. Nunca imagin¨¦ lo que pod¨ªa pasar. Primero viene a hablar conmigo Toni Nadal. Luego llega Rafa. "Carlos", me preguntan, "?estar¨ªas m¨¢s tranquilo si jugase Ferrero? Si es as¨ª, nosotros no jugamos". ?Los capitanes hab¨ªan decidido que jugara ¨¦l un partido individual del viernes! Un punto primordial. De repente, Rafa, con solo 18 a?os, pasaba de actor secundario a jugar un papel fundamental en la final. Fue una decisi¨®n arriesgada y valiente de los entrenadores. Nadal no era entonces Nadal. "Os apoyo", les contest¨¦; "aqu¨ª estoy para lo que necesit¨¦is". En el fondo, sin embargo, ten¨ªa dudas: le esperaba Andy Roddick, Rafa ten¨ªa 18 a?os y bastante inexperiencia... Pero en ese fin de semana su car¨¢cter nos hizo ver que era un jugador especial. Vence a Roddick el viernes, como yo a Mardy Fish. Perdemos el dobles el s¨¢bado. Puedo con Roddick el domingo. Ganamos la Davis. ?Gan¨¦ la Davis!
Ahora, en 2011, la Ensaladera vuelve a decidirse en La Cartuja. Es Espa?a-Argentina. Cualquiera puede ganar a cualquiera. La selecci¨®n espa?ola, jugando en casa, con Nadal y Ferrer, tiene un plus. Por eso es favorita, sea quien sea el rival: lleva a?os sin perder como local... Pero el tenis le debe una Davis a Argentina. Ojal¨¢ que no se la d¨¦ en 2011.
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