Pis de gato
Me desconcierta. Siempre que voy por primera vez a un peluquero, pone a caldo al peluquero anterior. Siempre. No falla. Qu¨¦ mal elegidas las mechas, madre de Dios, estas capas est¨¢n fatal hechas, hija, las puntas te las cortaron con un hacha, ?verdad? Una se queda mirando al peluquero con cara de sapo, con la angustia de descubrir que ha sido v¨ªctima de una estafa y de que ha estado haciendo el rid¨ªculo por la calle durante meses. Pero con el tiempo, he dejado de castigarme. Me he dado cuenta de que lo que pasa no tiene nada que ver conmigo, ni con mis mechas, ni mis puntas. Lo que pasa s¨®lo es una muestra m¨¢s del conocido efecto pis de gato. S¨ª, se?or. Es eso.
Cuando alguien llega a un sitio nuevo, ocupa un cargo nuevo, necesita marcar territorio. Orinar en c¨ªrculo, como los gatos, para que conste que ha llegado y que est¨¢ ah¨ª para quedarse. Necesita cambiar las cosas, todas, incluso las que estaban bien, para reforzar su identidad y gritarle al mundo que su presencia ¨²nica y singular es imprescindible en ese lugar. Es algo muy llamativo, porque pasa siempre y en todas partes. Lo hace el peluquero con tu peinado, pero tambi¨¦n lo hace el fontanero, el empresario, el maestro y el hostelero.
Te pasas la vida tomando caf¨¦ en tu bar de cabecera, un bar humilde que funciona bien. De repente, el local cambia de propietarios y lo primero que hace el nuevo due?o, si tiene posibles, es cambiar la barra de sitio. No importa que antes estuviera mejor, no importa que ahora quepan la mitad de mesas y que haya que entrar al ba?o de canto o haciendo el pino puente. La barra se cambia y se cambia. Y punto. Pasa igual cuando en una empresa ponen jefe nuevo. Indefectiblemente, se sabe har¨¢ un mont¨®n de cambios, la mayor¨ªa absurdos. Reestructurar¨¢ el organigrama, a pesar de que funcionaba como un reloj, pero tambi¨¦n renovar¨¢ el uniforme de las mujeres de la limpieza y cambiar¨¢ la marca de caf¨¦ de la m¨¢quina. Hay algo enfermizo en esta necesidad de dejar huella y borrar los rastros anteriores a cualquier precio. Para poder evolucionar, necesitamos por fuerza conservar las cosas buenas que hicieron los que vinieron antes que nosotros y beneficiarnos de ellas. Francamente, a veces me sorprende que hayamos conseguido salir de las cavernas.
Ahora que vamos a estrenar gobierno, estoy esperando con ansia ver qu¨¦ cambios nos traer¨¢, hacia d¨®nde apuntar¨¢ el chorro de pis de gato. Son tiempos malos mal¨ªsimos, probablemente nunca hizo tanta falta una buena dosis de pis de gato. Pero esperemos que el chorro no salpique a lo loco, destrozando lo bueno y lo malo indiscriminadamente, por pura necesidad egoman¨ªaca de decir "yo estuve aqu¨ª".
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