Buscarse la vida
Hay conceptos, como el muy popular de buscarse la vida, que se prestan a mogoll¨®n de interpretaciones. En principio, sus ra¨ªces suenan a proletarias, o haciendo caso al poeta Cesar Vallejo, al instinto de supervivencia de los que nacieron un d¨ªa en el que Dios estaba enfermo, o a la soledad extrema del que no ha tenido padres o padrinos que garantizaran econ¨®micamente su presente y su futuro, que le permitieran nadar tranquilamente en ese tormentoso mar que es el mundo, e incluso pasar su existencia toc¨¢ndose los genitales. Por ejemplo: ?Se puede considerar que lo ¨²nico que ha hecho I?aki Undargarin, eximio balonmanista y duque por la gracia de alg¨²n poder terrenal o divino, es buscarse la vida a trav¨¦s del ancestral cambalache consistente en yo te doy si t¨² me das y mientras tanto que le vayan dando al mundo, a la honradez, a la moral, a esas cositas tan pomposas como in¨²tiles?
Veo una serie de HBO (con la que estoy mosqueado ¨²ltimamente, ya que no todo el monte es or¨¦gano, ni Sopranos y escuchas, sino que tambi¨¦n hay sangre m¨¢s estomagante que fresca derramada por esos vampiros tan idiotas como posmodernos) titulada Buscarse la vida en Am¨¦rica. Debido al enunciado, imaginas que va a pertenecer al glorioso g¨¦nero de perdedores, con halo rom¨¢ntico o sin ¨¦l. Y efectivamente, los protagonistas son dos perdedores neoyorquinos, pero de dise?o, de los que saldr¨ªan en la portada de la secci¨®n de tendencias, para darles un cabezazo en la nariz nada m¨¢s verlos y sin necesidad de explicaciones. Son dise?adores de vaqueros japoneses, no tienen claro en qu¨¦ loft y con qu¨¦ modelo o dise?adora van a dormir cada noche, hacen taichi, siempre est¨¢n invitados a exposiciones guays, pillan ¨¦xtasis para sus amigos brokers, etc.
Me reconcilio con la verdadera naturaleza de tener que buscarse la vida cuando observo al brioso minusv¨¢lido El Langui en la ¨¦pica tarea de meterse en la ba?era en la pel¨ªcula El truco del manco. Despu¨¦s este le habla con gracia y veracidad a Cayetana Guill¨¦n. Me fascina tanto el personaje que ni siquiera me distrae el magn¨ªfico escote de su interrogadora.
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