Sostiene Eguiguren

En los ¨²ltimos d¨ªas, EL PA?S ha publicado extractos de un libro escrito por Jes¨²s Eguiguren, presidente del PSE, y el corresponsal pol¨ªtico de este peri¨®dico, Luis Rodr¨ªguez Aizpeolea, en el que se ofrecen detalles, en buena parte desconocidos, sobre la negociaci¨®n con ETA entre 2005 y 2007. Se trata del testimonio de un negociador que, en primera persona y con documentos en mano que avalan muchas de sus afirmaciones, relata c¨®mo fue el di¨¢logo m¨¢s prolongado que ha mantenido un Gobierno en democracia con la banda terrorista.

Eguiguren es pr¨¢cticamente el ¨²nico protagonista directo de todo el proceso, ya que particip¨®, con diversos interlocutores, en los contactos previos, en la mayor¨ªa de las reuniones del Gobierno con ETA y asimismo en las negociaciones celebradas en oto?o de 2006 (en Loiola) y en mayo de 2007 (en Ginebra) con el PNV y Batasuna. Su publicaci¨®n, de indiscutible inter¨¦s p¨²blico, es adem¨¢s un ejercicio de transparencia indispensable en democracia.

El proceso no obedeci¨® a una iniciativa unilateral de ETA (la famosa carta remitida a Zapatero), sino que fue el resultado de contactos previos en los que se hab¨ªan pactado una serie de condiciones, incluyendo el contenido de la declaraci¨®n del presidente del Gobierno meses despu¨¦s del inicio del alto el fuego. Otro dato es que la negociaci¨®n Gobierno-ETA apenas lleg¨® a iniciarse: hubo varias reuniones, pero en ellas se habl¨® de cuestiones de procedimiento y se intercambiaron reproches; pero no se negoci¨®. No hubo por tanto negociaci¨®n alguna en secreto autorizada por Zapatero antes de llegar al Gobierno, ni traici¨®n alguna al Pacto Antiterrorista, sino que conoci¨® las gestiones de Eguiguren despu¨¦s de ser elegido presidente.

Tambi¨¦n tienen inter¨¦s los contactos entre los tres partidos vascos ya citados. Se plantearon como alternativa al bloqueo de las conversaciones y son, en sentido estricto, unas negociaciones pol¨ªticas, con el tema de Navarra como eje central. Aunque el preacuerdo alcanzado no lleg¨® a firmarse, se estaba invirtiendo el orden de negociaci¨®n previsto: primero la paz y luego la pol¨ªtica. Se acept¨® as¨ª negociar bajo la amenaza de ETA de romper la tregua, lo que a su vez explica la presentaci¨®n de nuevas (y estramb¨®ticas) exigencias; un error que pudo condicionar el desenlace.

Pero al final no hubo cesiones del Gobierno en acercamiento de presos, libertades condicionales, terceros grados u otros tratos de favor, que s¨ª se produjeron durante la tregua de ETA en la etapa del Gobierno de Aznar. Ni siquiera se aplic¨® el m¨¢s que cuestionable compromiso de Eguiguren de evitar detenciones, pues hubo operaciones policiales durante toda la tregua.

Sin el cerco policial, ETA no hubiera dejado las armas, pero sin la desafecci¨®n que cre¨® en la izquierda abertzale la violenta ruptura de la negociaci¨®n por parte de ETA tras el atentado en la T-4 tampoco se hubieran creado las condiciones para que los etarras cedieran. Esta es la tesis central del libro, bien fundamentada por el testimonio y los documentos aportados.