Un frente alarmante
El terrorismo de ra¨ªz religiosa irrumpe en Afganist¨¢n como elemento desestabilizador
Por si 80 civiles muertos y centenares de heridos en dos d¨ªas a causa de la violencia terrorista no hablaran por s¨ª mismos de la situaci¨®n de Afganist¨¢n, el hecho de que la mayor¨ªa de las v¨ªctimas (en un santuario chi¨ª de Kabul) lo hayan sido por su adscripci¨®n religiosa abre un nuevo y alarmante frente en el pa¨ªs centroasi¨¢tico, tras 10 a?os de intervenci¨®n occidental. De los atentados suicidas contra los chi¨ªes afganos, en la mejor tradici¨®n de la inextricable madeja del terror regional, se ha responsabilizado un fan¨¢tico grupo sun¨ª con base en Pakist¨¢n y estrechos lazos con Al Qaeda y los talibanes, pero tambi¨¦n con el poderoso espionaje militar paquistan¨ª (ISI), actor crucial en la sombra.
Los afganos, chi¨ªes aproximadamente en un 20%, se han visto por su historia generalmente libres de la confrontaci¨®n violenta entre las dos ramas del islam, que ensangrienta el vecino Pakist¨¢n o Irak. Que los ataques del martes hayan ocurrido en la mayor festividad religiosa chi¨ª, y justo tras la conferencia internacional que en Bonn pretend¨ªa impulsar la pacificaci¨®n del pa¨ªs, implica una clara voluntad de hacer de la violencia sectaria un nuevo elemento desestabilizador.
Una reuni¨®n, la de Bonn, que se presum¨ªa un moj¨®n diplom¨¢tico y en la que, pese a las promesas de los all¨ª reunidos para sostener la viabilidad de Afganist¨¢n tras la retirada de las tropas internacionales en 2014, ha prevalecido un talante sombr¨ªo. Inevitable al constatar que 10 a?os despu¨¦s de la invasi¨®n estadounidense, comenzada la reducci¨®n escalonada del masivo despliegue militar occidental, el Gobierno de Hamid Karzai sigue siendo corrompido y parroquial; que no hay atisbo del menor acuerdo con la insurgencia talib¨¢n y que las relaciones entre Washington e Islamabad, que ha boicoteado la conferencia de Bonn, se aproximan a la congelaci¨®n, sacudidas en sus precarios cimientos por los 24 soldados paquistan¨ªes muertos en un ataque a¨¦reo fronterizo estadounidense.
Es una realidad admitida por Kabul que sus tropas y polic¨ªa est¨¢n muy lejos de poder garantizar la seguridad del pa¨ªs. Como lo es que, en las circunstancias econ¨®micas actuales, los miles de millones anuales prometidos y que Afganist¨¢n necesita para evitar su desplome ser¨¢n mucho m¨¢s dif¨ªciles de obtener. La irrupci¨®n sostenida de la violencia religiosa, ensayada tr¨¢gicamente esta semana, dinamitar¨ªa cualquier posibilidad de enderezar el pa¨ªs.
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