Europeos, no alemanes
Hay que decirlo con claridad: europeos s¨ª, alemanes no. Aunque nos prometieran unos sueldos como los de los alemanes -nadie lo ha hecho- no se puede aceptar otra cosa que ser europeos, es decir: funcionar en acuerdo con gente muy diversa para cooperar y mejorar la vida de todos respetando la pluralidad social. Esto -no una sucursal de los mercados, de Standard & Poor's o del ultraneoliberalismo- es lo que deber¨ªa ser la Uni¨®n Europea, la que apoyamos los espa?oles.
Recordar tales obviedades es m¨¢s necesario que nunca. ?Somos conscientes de que nos ofrecen pagar impuestos como los alemanes y recibir salarios africanos, quienes tengan trabajo? No exagero: en alg¨²n lugar se empieza a hablar de sueldos de 400 euros. Hace tres d¨ªas en este peri¨®dico una espa?ola se quejaba: "Nos bajan el sueldo y nos suben el alquiler". Era noticia: muchos lectores pod¨ªan compartir la experiencia, una novedad hist¨®rica. ?Qu¨¦ clase de sistema intenta atenazarnos?
El bien com¨²n puede ser el descubrimiento de esta diab¨®lica crisis que ya es una lecci¨®n inolvidable para muchas generaciones
Esta es la realidad que define la nueva Espa?a y, tambi¨¦n, la muy moderna Catalu?a de ahora mismo: la pobreza se expande y abraza a grandes mayor¨ªas. "Un 20% de los catalanes est¨¢ en riesgo de malnutrici¨®n", dec¨ªa un informe publicado en La Vanguardia el 25 de noviembre. El soci¨®logo Manuel Castells advert¨ªa en un reciente art¨ªculo de que "si el euro se desintegra, los ahorros en euro/pesetas se devaluar¨ªan un 40%". La OCDE, en su ¨²ltimo trabajo, sentenciaba que, en el mundo y en Espa?a, hay muchos m¨¢s pobres y menos ricos cuya riqueza crece. Umberto Eco ten¨ªa raz¨®n: vuelve la Edad Media.
Un querido colega alud¨ªa a que "m¨¢s que el fin del euro, nos amenaza la esclavitud ?te imaginas la alegr¨ªa de la City?". Es f¨¢cil, tambi¨¦n, imaginar a los ni?os bonitos del capitalismo salvaje, una ebria minor¨ªa de dementes, jugando a desmontar lo que pacientes mayor¨ªas han construido a lo largo de d¨¦cadas. Esos mafiosos, buitres codiciosos, brokers de la econom¨ªa criminal, ignoran que arremetiendo contra la econom¨ªa productiva cavan su propia tumba. ?Un supermercado con estantes vac¨ªos? ?Es eso lo que se pretende? "Sin trabajo, ?qui¨¦n consumir¨¢ e invertir¨¢?," me dec¨ªa Jeremy Rifkin -v¨¦ase La tercera revoluci¨®n industrial (Paid¨®s)- en 1995. S¨®lo los muy est¨²pidos ignoraban la direcci¨®n que tomaban las cosas.
"Nuestra generaci¨®n ha visto la ca¨ªda del comunismo y ahora la del capitalismo", aseguraba otro amigo que daba por hecho que Europa entraba en el paquete. Estaba seguro, el d¨ªa que hablamos, de que contempl¨¢bamos el suicidio del capitalismo: muerto por propia voluntad. Michel Albert lo pronostic¨® en ?1991!; Capitalisme contre capitalisme advert¨ªa del espect¨¢culo al que hoy asistir¨ªamos muy entretenidos si no fuera porque produce tanto sufrimiento humano: en Grecia el paro es casi tan alto como el espa?ol y el ¨ªndice de suicidios ha aumentado en un a?o un 25% (v¨¦ase Noelle Burgi, investigadora del CNRS, en Le Monde Diplomatique de diciembre).
?Habr¨¢ que vivir sin trabajar, como los millonarios, pero sin dinero? ?Habr¨¢ que vivir sin ponerse enfermo, como los santos? ?Habr¨¢ que vivir? ?No estamos pidiendo dinero a los chinos que, por lo general, son mucho m¨¢s pobres que los europeos y los americanos? ?Qu¨¦ m¨¢s indignidades pueden darse cuando las mayor¨ªas soportan la extorsi¨®n de minor¨ªas t¨®xicas? Por cierto, ?d¨®nde est¨¢n el Parlamento Europeo y los europarlamentarios que votamos y pagamos? ?Es que no hay nada que decir del chiste Merkozy y de la ineptitud y par¨¢lisis de las instituciones comunitarias? ?Queda alguien que no tenga la enfermedad del dinero y prefiera la generosidad o el placer de compartir?
Europeos, no alemanes. Generosos, no codiciosos. Amistosos, no hostiles. El bien com¨²n puede ser el gran descubrimiento de esta diab¨®lica crisis que hoy es ya una lecci¨®n inolvidable para muchas generaciones. Se huele un cambio de vida, se ve claro lo abominable: el sistema consumista de hoy, con sus excesos, huele a muerto (v¨¦ase Joan Subirats: Otra sociedad, ?otra pol¨ªtica?, y Xavier Teis: C¨®mo cambiar el mundo con tu dinero, ambos en Icaria). Hay otras formas de vivir. La crisis es la oportunidad de abrir los ojos.
Margarita Rivi¨¨re es periodista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.