Adolescentes como bisabuelos
A medida que uno va cumpliendo a?os, descubre un motivo de pesar del que nadie le habl¨® nunca ni se suele hablar en general, y que no se cuenta, por tanto, entre las m¨¢s cl¨¢sicas "lacras" de la edad. Quiz¨¢ se deba a que la gente va perdiendo expectativas o es olvidadiza o va cambiando en exceso, y a que deja de desear lo que ansi¨® en su juventud, lo cual dar¨ªa la raz¨®n a ese viejo dicho cuya formulaci¨®n no recuerdo, pero cuyo sentido viene a ser: "Quien es un revolucionario en la veintena, ser¨¢ un conservador en la sesentena, y quien no cumpla con eso se constituir¨¢ en anomal¨ªa y carecer¨¢ de coraz¨®n primero y de raz¨®n despu¨¦s". Supongo que en algunos aspectos yo mismo me atengo al modelo, pero no puedo evitar deprimirme cuando veo que pasan las d¨¦cadas y que ciertas cosas que uno esperaba que cambiaran o desaparecieran en el transcurso de su vida no lo hacen, sino que permanecen m¨¢s o menos inalterables; o bien que retornan con fuerza h¨¢bitos y formas de pensamiento que se cre¨ªan superados o periclitados. En Espa?a es especialmente f¨¢cil tener esa sensaci¨®n, la de que hay un terrible sustrato que tal vez puede quedar oculto durante una temporada, pero que siempre acaba por resurgir. Los que padecimos el franquismo tend¨ªamos a achacarle lo m¨¢s lamentable de nuestra sociedad, y pens¨¢bamos que, cuando terminara, mucho mejorar¨ªa en todos los ¨¢mbitos. No voy a decir que no fuera o no haya sido as¨ª, en gran parte. La mera idea de vivir de nuevo bajo algo reminiscente del franquismo produce escalofr¨ªos de horror, y eso que el Gobierno que vamos a tener a partir de ahora se le puede asemejar a la larga, con su mayor¨ªa absolut¨ªsima y la falta de repugnancia de su partido -incluso "comprensi¨®n"- hacia uno de los periodos m¨¢s criminales y s¨®rdidos de nuestra historia. Pero, independientemente de qui¨¦nes gobiernen, en Espa?a hay cosas que siempre suben a la superficie, una y otra vez: la groser¨ªa y la zafiedad ufanas, la mala leche y el rencor, a menudo inmotivados; el temor a la Iglesia Cat¨®lica y el consiguiente aprovechamiento de ¨¦sta para medrar econ¨®micamente e intervenir en las vidas privadas de los ciudadanos; la falta de piedad, la man¨ªa de echar la culpa de los propios actos y decisiones a otros y no asumir nunca una responsabilidad.
"En las relaciones sentimentales son unas antiguallas, unos simples y unos catetos"
No es que me f¨ªe de las encuestas, que casi siempre est¨¢n mal hechas o son sesgadas, por no decir que nacen ama?adas: las propias preguntas que se incluyen en ellas -y su formulaci¨®n- bastan a menudo para que den un resultado falso y distorsionado. Teniendo todo esto en cuenta, ha habido, sin embargo, una reciente entre adolescentes que me ha dejado abatido. Las respuestas de mil y pico estudiantes de Secundaria en torno a las relaciones de pareja y los "papeles" de mujeres y hombres son tal sarta de t¨®picos, antig¨¹edades y sandeces que casi explican por s¨ª solas por qu¨¦ transcurren los a?os y el fen¨®meno de la violencia machista, por ejemplo, no se mitiga en absoluto, por mucho que se llame la atenci¨®n sobre el problema, se tomen mil medias preventivas y se cursen leyes para castigar duramente a los maltratadores y proteger a las maltratadas. Si un 60% de esas almas a¨²n c¨¢ndidas -esos estudiantes- suscribe que la chica debe complacer a su novio; si un 44% de las almas femeninas encuestadas cree que, para "realizarse" -signifique lo que signifique a estas alturas expresi¨®n tan hueca y necia-, "necesita el amor de un hombre"; si el 90% est¨¢ de acuerdo en que "el chico debe proteger a su chica" (claro que en la investigaci¨®n ni siquiera figuraba la pregunta inversa, si la chica debe proteger a su chico, ni tampoco si ¨¦ste debe complacer a aqu¨¦lla); si el 52% de las j¨®venes opina que los muchachos son agresivos y s¨®lo un 1,8% que son "tiernos" -signifique tambi¨¦n eso lo que signifique-; si el 0% de los varones consultados "se identific¨® con ser comprensivo", como si ser eso -algo ampl¨ªsimo- supusiera una merma de su virilidad o una injuria; si el 34% juzga aceptable espiar el m¨®vil de su pareja si sospecha que ¨¦sta le es infiel, y el 65% ve en los celos una prueba de amor; si todo esto es as¨ª, cabe concluir que los adolescentes actuales no se diferencian apenas no ya de sus padres o abuelos (calculando que los primeros ronden los cuarenta a?os y los segundos los sesenta y cinco), sino de sus bisabuelos, esto es, de gente nacida hacia 1920, antes de la Guerra Civil y de la Rep¨²blica, reci¨¦n terminada la remota Primera Guerra Mundial. Sin duda estos adolescentes llevar¨¢n vidas muy distintas, algunos beber¨¢n y se drogar¨¢n, todos tendr¨¢n su perfil en Facebook y se sentir¨¢n desnudos sin sus m¨®viles, y no pocos se habr¨¢n ya iniciado en el sexo con alegr¨ªa y ausencia de culpa. Pero, en lo relativo a su concepci¨®n de las relaciones sentimentales o de pareja, son unas antiguallas, unos simples y unos catetos de mucho cuidado, y su visi¨®n es en esencia la misma que la que pod¨ªan tener los campesinos m¨¢s ignorantes y arcaicos bajo la Dictadura de Primo de Rivera, pese a que ninguno de estos chicos tendr¨¢ la menor idea de qui¨¦n era este Primo de Rivera ni de qu¨¦ Dictadura fue la suya. ?Qu¨¦ diablos se les ense?a y transmite? Si los resultados de esta encuesta no resultan deprimentes para quienes de j¨®venes cre¨ªamos que el tiempo y la extensi¨®n de la cultura pondr¨ªan fin a las m¨¢s elementales sandeces y t¨®picos, que venga la gente de mi generaci¨®n y lo vea. O incluso la de la generaci¨®n anterior.
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