Llamen a mi protector
Europa ha vuelto a quedarse corta a la hora de restaurar la confianza en sus bancos. Es cierto que obligar a las entidades crediticias a recaudar 114.700 millones de euros de capital adicional es un gran avance respecto a los anteriores ejercicios de recapitalización. Pero los reguladores tendrán que estar atentos para asegurarse de que sus demandas no empeoran la crisis crediticia del continente. Y, en cualquier caso, la confianza no volverá hasta que los Gobiernos de la eurozona presenten una solución para sus problemas de deuda.
El agujero de capital -ligeramente superior a la cantidad aproximada de 106.000 millones de euros publicada hace dos meses- se debe a tres factores. Primero, los reguladores aplicaron una versión de las nuevas normas de Basilea más estricta que la anterior. Segundo, fijaron un porcentaje de capital principal de máxima calidad del 9%, por encima del mínimo mundial del 7%. Finalmente, obligaron a los bancos a valorar su exposición a los bonos soberanos conforme a unos precios de mercado mermados.
Sin embargo, el objetivo no es tan inalcanzable como parece en principio. Casi un tercio -unos 37.000 millones de euros- es para los bancos de Grecia y Portugal, los cuales ya han recibido rescates soberanos. Otros 6.300 millones están destinados al banco belga Dexia, que se está desmantelando parcialmente.
Los bancos tienen tres formas de recaudar los 71.000 millones de euros restantes antes del plazo tope de finales de junio. Pueden usar los ingresos retenidos para reponer capital; pueden vender activos; o pueden emitir nuevos valores. Dada la depresión de los mercados de valores, seguro que algunos van a necesitar ayuda estatal.
El riesgo, sin embargo, es que los bancos cumplan sus objetivos reduciendo los préstamos o haciendo chanchullos con la forma de calcular sus activos ponderados por riesgo. La primera opción empeoraría la ya grave crisis crediticia de Europa. La segunda socavaría aún más la confianza en los porcentajes de capital de los bancos. La Autoridad Bancaria Europea dice que estos métodos no serán aceptados. Pero no tiene autoridad directa sobre los bancos y tiene que depender de los reguladores nacionales para soportar la presión de unos Gobiernos cortos de dinero para que se reduzca la cuantía del capital.
Aun cuando la recapitalización siga adelante según lo previsto, probablemente no bastará para reabrir el mercado de la deuda bancaria sin garantías, que, en la práctica, lleva cerrado desde el verano. Eso depende de que los Gobiernos de la eurozona presenten una solución más convincente para sus problemas de deuda, preferiblemente con alguna ayuda del Banco Central Europeo. Hasta entonces, la recapitalización bancaria de Europa va a seguir siendo algo secundario. -
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