?Qui¨¦n esconde el tesoro de Alberti?
A la misteriosa desaparici¨®n de buena parte de su legado se une ahora la batalla legal por la residencia romana del poeta, que ayer hubiera cumplido 109 a?os. Sol¨ªa decir que escrib¨ªa para dejar una estela. Tambi¨¦n ha dejado un oscuro laberinto
Trece de julio de 1990. Roma y El Puerto de Santa Mar¨ªa. Mientras en la capital de Italia un cami¨®n atraviesa la ciudad lleno de cuadros, dibujos y serigraf¨ªas de Picasso, Mir¨® o T¨¤pies y de cartas y libros firmados por Neruda o Pasolini, en el hermoso municipio de la bah¨ªa de C¨¢diz un coche nupcial empieza a rodar lentamente hacia los juzgados. El primero ha salido del n¨²mero 88 de la Via Garibaldi, en el barrio del Trastevere, un antiguo convento de color naranja convertido en casa de vecinos, y el segundo de una casa llamada Ora Mar¨ªtima, construida muy cerca del oc¨¦ano, en la urbanizaci¨®n Las Vi?as. Las dos viviendas tienen en com¨²n al poeta Rafael Alberti y se diferencian en que una la comparti¨® con quien fue su mujer durante casi 60 a?os, la escritora Mar¨ªa Teresa Le¨®n, y en la otra va a instalarse con la que est¨¢ a punto de ser su nueva esposa, una profesora 44 a?os m¨¢s joven que ¨¦l, llamada Mar¨ªa Asunci¨®n Mateo. Aunque, en realidad, hay otra diferencia importante: la casa junto al r¨ªo T¨ªber donde pas¨® los ¨²ltimos 14 a?os de su exilio, era suya y de Le¨®n; pero la que est¨¢ en su localidad natal pertenece al Ayuntamiento, que se la ha cedido para que pueda cerrar all¨ª, tranquilamente, el formidable c¨ªrculo de su vida.
Al casarse, Alberti se alej¨® de varios seres queridos. y sus memorias fue-ron censuradas
"Su viuda me llam¨® para amenazarme", cuenta Beatriz Amposta, su novia en los setenta
En 1988 cobr¨® por sus obras completas 6.000 euros. Su casa vale hoy m¨¢s de un mill¨®n
Hoy, 21 a?os m¨¢s tarde y a los 12 de haber fallecido Alberti, el chalet Ora Mar¨ªtima sigue en manos de su viuda; la mayor¨ªa de las obras de arte y manuscritos que salieron de Roma para ser conservados y expuestos en una fundaci¨®n que iba a abrirse en C¨¢diz se traslad¨® en medio de un enorme esc¨¢ndalo a El Puerto de Santa Mar¨ªa y al final fue disuelta, por falta de fondos, en 2010, han desaparecido; y el piso de Via Garibaldi, donde contin¨²a viviendo su novia de los a?os setenta, la bi¨®loga catalana Beatriz Amposta, con la que inici¨® una relaci¨®n cuando Mar¨ªa Teresa ya estaba enferma de alzheimer, arrastra una deuda de m¨¢s de 60.000 euros que los administradores de la finca se disponen a cobrar exigiendo que los herederos se hagan cargo de ella o que la propiedad sea embargada y se subaste.
En Italia, los Alberti hab¨ªan vivido en Mil¨¢n y en otra casa en Roma, pero cuando el poeta recibi¨® el Premio Lenin de la Paz, en 1965, utilizaron el dinero del galard¨®n para comprar el piso de Via Garibaldi, que todos los que conocieron definen como un aut¨¦ntico museo: "Las habitaciones estaban repletas de cuadros de Picasso, Mir¨®, Guinovart, Quatrucci?", contaba en 1976 el pintor y cr¨ªtico Francisco Arniz Sanz en el libro Aproximaci¨®n a Rafael Alberti y Mar¨ªa Teresa Le¨®n. Y no solo eso, porque tambi¨¦n hab¨ªa much¨ªsimas obras propias, como recuerda la sobrina del escritor, Teresa S¨¢nchez Alberti, que fue la encargada, junto con el director del Patronato de Cultura de la Diputaci¨®n de C¨¢diz, el vicepresidente de la Fundaci¨®n Rafael Alberti y la abogada Cristina Almeida, de ir a retirar los materiales de la casa del Trastevere para que fueran llevados a C¨¢diz: "Hab¨ªa infinidad de cosas, por ejemplo, much¨ªsimas litograf¨ªas de mi t¨ªo, a veces tiradas enteras, que en algunos casos, al parecer, se vendieron m¨¢s tarde a la propia Fundaci¨®n al triple de lo que val¨ªan; y cosas in¨¦ditas por todas partes, apuntes, esbozos, cuadernos escritos de pu?o y letra por ¨¦l y por Mar¨ªa Teresa?".
Tras quince d¨ªas de trabajo, el legado qued¨® embalado en 386 cajas de cart¨®n. Y cuando el tesoro lleg¨® a la capital andaluza y empez¨® a hacerse su inventario en un almac¨¦n de la calle del Rosario, se pudo comprobar que, sobre todo, esas cajas estaban llenas de problemas.
El lunes 16 de julio, tres d¨ªas despu¨¦s de su boda con Mar¨ªa Asunci¨®n, ese legado, que fue tasado por los especialistas en unos dos mil millones de pesetas, fue presentado por el autor de Marinero en tierra y su nueva mujer a la prensa. Fue la ¨²ltima vez que se les vio sonre¨ªr, porque a partir de ese instante todo fueron conflictos, malas noticias y sorpresas desagradables.
Nada m¨¢s casarse, Alberti se alej¨® de muchas de las personas a las que quer¨ªa. Sus memorias, La arboleda perdida, fueron censuradas, como puede comprobarse comparando las primeras ediciones de su segundo tomo y las ¨²ltimas, y desaparecieron de sus p¨¢ginas sus amigos m¨¢s cercanos y en ocasiones hasta su hija Aitana y su sobrina Teresa, que era quien lo hab¨ªa cuidado desde su retorno a Espa?a, quien se ocupaba de casi todos sus asuntos dom¨¦sticos y en cuya casa vivi¨® mientras se recuperaba del accidente de coche que tuvo en 1987. "La boda la organizaron mientras yo estaba en Italia ocup¨¢ndome de su patrimonio", asegura Teresa. "Yo me enter¨¦ de que se hab¨ªa casado por los peri¨®dicos. Nada m¨¢s regresar a mi casa, lo telefone¨¦ y me dijo: 'No quiero que vengas'. Y al d¨ªa siguiente, llamaron a mi puerta y cuando abr¨ª era un notario que ven¨ªa a exigirme que le devolviese los poderes que me hab¨ªa dado mi t¨ªo para que me ocupase de sus asuntos".
Alberti y su esposa, Mar¨ªa Asunci¨®n Mateo, que no ha querido participar en este reportaje, empezaron a presentar una queja tras otra en la Diputaci¨®n de C¨¢diz, un d¨ªa porque las tareas de clasificaci¨®n iban despacio; otro porque el almac¨¦n de la calle del Rosario no reun¨ªa las condiciones necesarias; o porque se hab¨ªan mezclado obras de arte con objetos personales que no ten¨ªan por qu¨¦ estar incluidos en la donaci¨®n. El resultado fue que los pol¨ªticos que gobernaban la instituci¨®n accedieron a disolver la Fundaci¨®n Rafael Alberti y poner en manos de la pareja todo aquello que hab¨ªa llegado a C¨¢diz por deseo del autor de Cal y canto y pagado con dinero p¨²blico. El matrimonio anunci¨® entonces que se abrir¨ªa una nueva Fundaci¨®n en El Puerto de Santa Mar¨ªa, en una casa en la que el escritor vivi¨® de ni?o, y que en ella, como a¨²n puede leerse en su p¨¢gina web oficial, estar¨ªan "depositados no solo los recuerdos de la infancia del universal poeta, sino tambi¨¦n la donaci¨®n que junto a su primera esposa, Mar¨ªa Teresa Le¨®n, hizo en 1978 a su ciudad natal". Eso nunca fue cierto, porque la gran mayor¨ªa de las obras que fueron sacadas de Via Garibaldi nunca han vuelto a salir a la luz y, desde luego, jam¨¢s han sido vistas en las salas de ese centro al que el escritor Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald, falseando una vocal, sol¨ªa referirse como "la fundici¨®n."
A partir de entonces, Alberti no volvi¨® a publicar m¨¢s libros de poemas. S¨ª redact¨®, en cambio, varios testamentos: firm¨® uno el 9 de mayo de 1991; otro, 24 horas despu¨¦s; uno m¨¢s al a?o siguiente, el 10 de octubre; otros dos el 11 de junio de 1993 y el 25 de mayo de 1995; y finalmente, tres m¨¢s, el 27 de febrero, el 3 de abril y el 10 de diciembre de 1996. En el definitivo no le dejaba pr¨¢cticamente nada a su hija Aitana, mientras que a su viuda le otorgaba "todo el contenido de las casas donde han residido" y "el ejercicio de los derechos de explotaci¨®n de toda su obra, tanto literaria como pict¨®rica, en toda la amplitud prevista por la Ley de Propiedad Intelectual"; y a los dos hijos de esta, los derechos de autor de sus libros m¨¢s se?alados, para ¨¦l Marinero en tierra, Ora mar¨ªtima, Baladas y canciones del Paran¨¢ y Los ocho nombres de Picasso y para ella La arboleda perdida, Sobre los ¨¢ngeles, A la pintura y Retornos de lo vivo lejano. De la casa de Via Garibaldi no se dec¨ªa nada, pero ese silencio tiene una explicaci¨®n: Alberti no quer¨ªa dejar desamparada a Beatriz Amposta, y aunque primero le ofreci¨®, como recuerda Teresa S¨¢nchez, vender ese inmueble y comprarle un apartamento, m¨¢s tarde le mand¨® un documento en el que la autorizaba a vivir en la casa del Trastevere y la nombraba propietaria del libro que hab¨ªa escrito para ella, Amor en vilo. Todo ello parece combinar mal con las acusaciones a Amposta de tener ocupada su casa, no permitirle entrar en ella y haberle robado un cuadro de Motherwell y una cer¨¢mica de Picasso, que est¨¢n publicadas en un dudoso tercer tomo de La arboleda perdida del que su editor, Mario Muchnik, afirma tener mil pruebas que demuestran, como m¨ªnimo, que Alberti no fue su ¨²nico autor.
"Rafael y yo mantuvimos una amistad muy intensa tras romper nuestra relaci¨®n sentimental, que acab¨® en 1981, tras regresar de un viaje a Nueva York en el que, por cierto, escribi¨® un poema en el que vaticina el derrumbe de las Torres Gemelas", dice Beatriz Amposta; "¨¦l me telefoneaba pr¨¢cticamente todos los d¨ªas, hasta que hubo una ¨²ltima conversaci¨®n en la que me dijo: 'No puedo llamarte m¨¢s, me lo han prohibido'. Cuando se cont¨® que hab¨ªa venido a Roma y que yo no le hab¨ªa dejado entrar en su casa, ?resulta que est¨¢bamos juntos en el Hotel d'Inghilterra! Si yo dej¨¦ mi casa en piazza Santa Mar¨ªa y me vine a vivir a Via Garibaldi fue porque ¨¦l me lo pidi¨®, me dijo que le estaban expoliando y me suplic¨® que me encargara de cuidar sus cosas. As¨ª lo hice, hasta que ¨¦l mand¨® a su sobrina Tere a buscarlas. Despu¨¦s, su viuda me llam¨® para amenazarme, para decirme que me iban a desahuciar y que me preparase, porque la apoyaban Felipe Gonz¨¢lez y el Rey? He estado quince a?os luchando en los tribunales, que me han dado la raz¨®n uno tras otro, porque yo estoy aqu¨ª legalmente y tengo mis derechos. Y en cuanto a los famosos 60.000 euros, en Roma como en todas partes las derramas las tienen que pagar los propietarios, no los inquilinos. Si Rafael me hubiera pedido que me marchara, yo le habr¨ªa dicho: dame tres meses para buscar otro lugar. Pero ¨¦l no hizo nada de eso, sino todo lo contrario. Y finalmente, en cuanto a la comunidad de vecinos de esta casa, resumo qui¨¦nes son recordando que cuando yo le propuse al Ayuntamiento de Roma que se pusiera en la fachada una placa que recordase que aqu¨ª hab¨ªa vivido Rafael Alberti, se opusieron".
Aitana Alberti, que vive desde hace d¨¦cadas en Cuba, cree que la situaci¨®n no puede tardar en resolverse: "Han pasado 11 a?os desde su muerte, y es el momento de que se liquide de una vez por todas la sociedad de bienes gananciales que un¨ªa el patrimonio com¨²n de mis padres. Y esa casa tendr¨¢ que pasar a manos de sus herederos. A m¨ª, en cualquier caso, lo que me gustar¨ªa es que en Via Garibaldi se abriera alguna clase de centro de estudios del exilio. Esa casa fue un punto de encuentro de todos los antifranquistas, una especie de isla a salvo de la dictadura terrible que hab¨ªa en Espa?a, y por ella pasaron los intelectuales m¨¢s importantes del siglo XX. Creo que son dos razones de peso para ser conservada".
Las palabras destino y sentido son la misma con las letras en un orden diferente. Ahora, dos bufetes de Madrid, ?cija Abogados y el Estudio Legal P¨¦rez-Alhama, tratan de volverlas a convertir en una sola para que la casa de Rafael Alberti y Mar¨ªa Teresa Le¨®n no llegue en ruinas al futuro. No ser¨¢ f¨¢cil. El abogado Juan Jos¨¦ P¨¦rez Calvo, del Estudio Legal P¨¦rez-Alhama, a quien los administradores de Via Garibaldi han pedido que localice a los herederos del inmueble, del cual en el registro solo constan como propietarios el poeta y su esposa, fallecidos, respectivamente, en 1999 y 1988, y que les reclame la deuda, dice que esta se debe "a que no se ha pagado ninguna de las cuotas mensuales desde 1990, ni tampoco el tanto por ciento que le corresponde a ese piso por las reparaciones y restauraciones que se han llevado a cabo en estos a?os, muchas de ellas impuestas por el Ayuntamiento de Roma. Y si nadie paga, el embargo se pondr¨¢ en marcha".
Otro despacho de Madrid, ?cija Abogados, representa a Aitana Alberti y tambi¨¦n trata de solucionar el asunto de la casa del Trastevere: "Nosotros pusimos una demanda en C¨¢diz, donde muri¨® Alberti, y cuando la jueza que la tramitaba se inhibi¨® de ella porque, seg¨²n dijo, 'el caso le ven¨ªa grande', pusimos otra en Majadahonda (Madrid), donde falleci¨® Mar¨ªa Teresa Le¨®n, para solicitar que se haga un inventario de los bienes del matrimonio y que se liquide la sociedad de gananciales. En lo que respecta a Via Garibaldi, 88, al ser un bien tangible, las cuentas est¨¢n muy claras: a Aitana Alberti le corresponde un 66% de la propiedad; a los descendientes de los otros dos hijos de su madre, que viven una en Par¨ªs y el otro en Burgos, un 12% a cada uno; y a la viuda de Alberti, un 10%. Eso es inamovible. En cuanto a Beatriz Amposta, reside all¨ª porque Alberti la autoriz¨® a ello". ?Entonces? "Bueno, pues entonces habr¨¢ que llegar a un acuerdo econ¨®mico entre las partes", dice Juan Jos¨¦ P¨¦rez Calvo, "y si no se alcanza, emprender un litigio. Y en cualquier caso, alguien va a tener que pagar la deuda, o al final la casa ser¨¢ subastada". El horizonte se est¨¢ poniendo negro sobre la casa de color naranja, cuyo precio de mercado ronda el mill¨®n doscientos mil euros. En 1988, a Alberti le pagaron por sus obras completas poco m¨¢s de seis mil.
Hay demasiadas manos tendidas y una sola llave. El poema sobre las Torres Gemelas al que se refer¨ªa Beatriz Amposta se public¨® en el libro Versos sueltos de cada d¨ªa y dice, entre otras cosas: "Aqu¨ª no baja el viento, / se queda aqu¨ª en las torres, / en las largas alturas, / que un d¨ªa caer¨¢n, / batidas, arrasadas de su propia ufan¨ªa". Ojal¨¢ que esos versos sean menos clarividentes que su autor, que este 16 de diciembre hubiera cumplido 109 a?os, y no adivinen hoy el futuro de su casa de Roma como ¨¦l adivin¨® entonces el de los rascacielos de Nueva York.
Benjam¨ªn Prado, escritor, es el autor de 'A la sombra del ¨¢ngel (13 a?os con Alberti)'.
Las otras joyas del poeta
El legado de Rafael Alberti inclu¨ªa "obras de Picasso, Mir¨®, Antonio Saura o T¨¤pies" y otros que citaba el inventario que se hizo de los bienes al llegar estos a C¨¢diz, donde se recogen obras de "Siqueiros, Jos¨¦ Caballero, Hern¨¢ndez Momp¨®, Kokochinsky, Lucio Mu?oz o Viola; dibujos de V¨¢zquez D¨ªaz; grabados de Manuel ?ngeles Ortiz, Mir¨®, Genov¨¦s o Guinovart; cuartillas con poemas, dedicatorias, cartas y telegramas?", aparte de obras del propio Alberti y cartas y libros firmados por Pablo Neruda, Louis Aragon, Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, Paul ?luard, Jos¨¦ Bergam¨ªn o Pier Paolo Pasolini.
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