No solo la City est¨¢ en juego
Algo m¨¢s que la defensa de la City londinense debi¨® justificar el aislamiento del primer ministro brit¨¢nico al oponerse en solitario a los acuerdos del ¨²ltimo Consejo Europeo. Esa automarginaci¨®n de la din¨¢mica abierta hacia la integraci¨®n fiscal renueva los temores a que un pa¨ªs esencial, una econom¨ªa con un sistema financiero avanzado, quede fuera, ya no solo de la uni¨®n monetaria, sino de cualquier otra decisi¨®n que persiga perfeccionar el mercado interior. Y la dimensi¨®n financiera de ese espacio no es poco relevante, para unos y otros.
Con independencia de otros motivos de fricci¨®n, el desencuentro del Gobierno brit¨¢nico con el Consejo Europeo se localiza en la defensa a ultranza de las ventajas competitivas de la industria de servicios financieros de ese pa¨ªs. Consecuente con ello es la protecci¨®n de Londres frente a cualquier amenaza derivada de una mayor integraci¨®n, cuando menos en el seno de la eurozona. Tres conjuntos de medidas preocupan a ese sector y, consecuentemente, al Gobierno de Cameron.
La industria de servicios financieros crece en Londres a tasas medias anuales del 5%
La introducci¨®n de un impuesto a las transacciones financieras ser¨ªa la primera de ellas. En los t¨¦rminos conocidos, afectar¨ªa a diversas operaciones realizadas en la City, especialmente las de compraventa de valores y la operativa en derivados. Se estima que en su seno podr¨ªan generarse m¨¢s de la mitad de los impuestos que se espera recaudar con esa tasa en toda Europa. En segundo lugar, el establecimiento de restricciones a la venta de activos financieros en descubierto (short sales). Mientras en otros pa¨ªses se demoniza la capacidad desestabilizadora de esas operaciones, en la City ponen mucho m¨¢s ¨¦nfasis en su capacidad para generar liquidez en ambos lados del mercado. Por ¨²ltimo, la inquietud del sector financiero brit¨¢nico se deriva de la pretensi¨®n del Banco Central Europeo de exigir, para la liquidaci¨®n de transacciones financieras sobre instrumentos denominados en euros, la utilizaci¨®n de c¨¢maras de compensaci¨®n domiciliadas en pa¨ªses de la eurozona, lo que restar¨ªa potencial a la London Clearing House-Clearnet, cuya operatoria en euros se ver¨ªa desplazada a Paris o Fr¨¢ncfort.
Ante las implicaciones de esas y otras iniciativas legislativas (casi medio centenar de ellas son se?alizadas como potencialmente da?inas para el negocio financiero de la City), el Gobierno brit¨¢nico reclama capacidad de veto en regulaciones sobre servicios financieros. Se amparan en un doble argumento. Por un lado, contrariamente a lo que se asume de forma convencional, las autoridades brit¨¢nicas no pretenden solo menos regulaci¨®n -en realidad, sus exigencias de capital a los bancos van a ser superiores a los m¨ªnimos requeridos por Basilea II y a las del resto de Europa-, sino una regulaci¨®n flexible, m¨¢s basada en medici¨®n de riesgos y menos en prohibiciones e imposiciones indiscriminadas.
Por otra parte, las autoridades brit¨¢nicas acusan a sus socios de un "doble rasero": nadie cuestiona la capacidad de veto francesa sobre alteraciones en la pol¨ªtica agraria com¨²n, con el argumento del elevado peso que la agricultura francesa tiene sobre el total europeo y, en cambio, se niega a Reino Unido esa misma capacidad sobre un sector en el que su cuota en Europa es claramente superior a la francesa en agricultura.
?Puede poner en peligro ese ¨®rdago lanzado al Consejo Europeo la posici¨®n de Londres en la liga internacional de centros financieros? La hegemon¨ªa de la City, como financiador del comercio internacional (alberga el 50% de las transacciones relacionadas con el transporte mar¨ªtimo de mercanc¨ªas en el mundo), se remonta al origen de las modernas finanzas. Su protagonismo es destacado en los mercados de valores, con casi un 20% de cuota mundial en compraventa de acciones, e incluso mayor en el caso de los instrumentos derivados.
Esa favorable posici¨®n competitiva descansa en una combinaci¨®n de factores: las infraestructuras tecnol¨®gicas, una excelente dotaci¨®n de capital humano (aun cuando un n¨²mero creciente de profesionales cualificados no sean brit¨¢nicos) o un entorno cultural y regulatorio c¨®mplice de la innovaci¨®n y desarrollos financieros, alimentan el c¨ªrculo virtuoso en torno a la liquidez y profundidad de sus mercados. Esas ventajas se han puesto tambi¨¦n de manifiesto la ¨²ltima d¨¦cada, de vigencia del euro. El valor a?adido por la industria de servicios financieros ha crecido en Londres a tasas medias anuales del 5%, m¨¢s del doble que las registradas en Fr¨¢ncfort o Par¨ªs, y solo superadas por los nuevos centros financieros asi¨¢ticos, como Hong Kong o Singapur.
De ese comportamiento diferencial cabe deducir dos lecturas opuestas para el futuro de la City tras la cumbre. La m¨¢s "temerosa" atribuir¨ªa el fuerte crecimiento de Londres en la ¨²ltima d¨¦cada al hecho de haber reforzado su papel como capital financiera de la Uni¨®n Europea, papel que podr¨ªa verse revertido tras el desencuentro de la pasada semana. La que estar¨ªa detr¨¢s de la postura rupturista, asume que la eurozona perder¨¢ influencia en la escena financiera internacional, al tiempo que la de Londres, en sus interrelaciones con los nuevos centros emergentes, compensar¨ªa la posible p¨¦rdida de transacciones con pa¨ªses europeos. De la habilidad diplom¨¢tica del Gobierno de Cameron depender¨¢ la posibilidad de conseguir simult¨¢neamente alejar el peor de los escenarios, el aislamiento, y, seguir garantizando no solo las rentas a los ocupantes de la City, sino un papel central de su pa¨ªs en la integraci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica de Europa.
?ngel Berges y Emilio Ontiveros son socios de AFI y catedr¨¢ticos de la UAM.
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