Europa se rompe por la City
Bruselas trata de mantener los lazos con Londres a la espera de que Cameron reconsidere su postura y vuelva al redil comunitario en un a?o como m¨¢ximo
El veto del primer ministro brit¨¢nico, David Cameron, la semana pasada, a una reforma de los tratados europeos para defender el euro ha provocado una fractura que Bruselas intenta que no sea total, a la espera de que Londres asuma que su situaci¨®n de aislamiento es insostenible. El hecho ins¨®lito de que los socios europeos hayan invitado a Reino Unido a que participe como observador en las reformas de las que reniega el Gobierno de Cameron, fundamentalmente por las implicaciones que tendr¨ªan para la industria financiera londinense (el 10% del PIB del reino), muestra el inter¨¦s de la UE en mantener los puentes tendidos con Londres.
En ese sentido, las apelaciones de la canciller alemana, Angela Merkel, a la importancia de Reino Unido para la UE se interpretan en Bruselas como una se?al m¨¢s de que tampoco da por hecho el divorcio brit¨¢nico y lucha por que la desafecci¨®n sea solo temporal. Fuentes comunitarias consideran que la situaci¨®n de aislamiento de Londres no durar¨¢ m¨¢s de un a?o, en la confianza de que asuman que la soledad acabar¨ªa siendo una mala opci¨®n, tambi¨¦n para su poderosa industria financiera.
Merkel lucha contra el divorcio con loas al papel de Reino Unido en la UE
El conflicto con Londres por las normas financieras viene de lejos
Londres defiende las remuneraciones de los banqueros y los tipos impositivos
Esta semana la Euroc¨¢mara ver¨¢ la norma de derivados financieros
Tanto el veto de Londres como las posturas de Par¨ªs y Berl¨ªn mientras el euro estaba -y sigue estando- en el limbo de los mercados, tienen sus componentes dom¨¦sticos. M¨¢s que salvar el euro hab¨ªa que proteger intereses nacionales. Para Cameron, su principal objetivo era aplacar al sector m¨¢s euroesc¨¦ptico de su partido y salvaguardar a la City. Para el presidente franc¨¦s, Nicolas Sarkozy, lo esencial era alcanzar un acuerdo que pueda plasmarse en marzo para preservar sus posibilidades de ser reelegido presidente y dar la impresi¨®n de que Francia sigue siendo necesaria en Europa.
El papel de Merkel es m¨¢s misterioso: la canciller sigue diciendo que quiere un acuerdo a 27 dentro del tratado, mientras ensalza la importancia de Reino Unido para la UE. Pero cada vez hay m¨¢s gente que cree que Alemania ha perdido los complejos y la fe en el sistema comunitario y quiere una Europa de los Gobiernos dominada por el suyo. En ese sentido no le viene tan mal cierto aislamiento brit¨¢nico como la debilidad francesa.
Cameron ha a?adido sus propios pecados: en 2005 se apoy¨® en los euroesc¨¦pticos para alcanzar el liderazgo del Partido Conservador, un paso imprescindible para llegar a Downing Street. Luego les prometi¨® que los tories abandonar¨ªan el grupo parlamentario del Partido Popular Europeo, y as¨ª lo hizo en 2009. "Aquel d¨ªa nos quitaron de la faz de la tierra", lament¨® entonces un diplom¨¢tico brit¨¢nico. La consecuencia es que se ha aislado de la mayor¨ªa de los l¨ªderes de la UE, limitando as¨ª su influencia en el Consejo Europeo.
Tambi¨¦n les prometi¨® que someter¨ªa a refer¨¦ndum la ratificaci¨®n del Tratado de Lisboa. Pero, cuando lleg¨® a Downing Street, el tratado ya estaba ratificado y en vigor, por lo que no hubo refer¨¦ndum. Los euroesc¨¦pticos nunca se lo han perdonado y, en la medida en que la crisis ha ido debilitando su coalici¨®n con los liberales, Cameron ha ido sintiendo su aliento en el cogote. Su decisi¨®n de vetar las propuestas franco-alemanas significa el triunfo de las posiciones antieuropeas, alentadas por el jefe del Foreign Office, William Hague.
Pero sobre todo hay un componente importante de influencia de la City, que ve con malos ojos cualquier injerencia comunitaria. Los conflictos entre Londres y Bruselas han cobrado especial relevancia con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, que establece que muchos asuntos de legislaci¨®n financiera se deciden por mayor¨ªa cualificada, de modo que Londres no puede vetarlos.
Los brit¨¢nicos decidieron aprovechar la debilidad pol¨ªtica de los pa¨ªses del euro para remediar en parte ese problema. Cameron plante¨® una serie de exigencias a cambio de apoyar las propuestas para reforzar el euro, a pesar de que no afectan a su pa¨ªs. "Pero lo hicieron mal, ni en el momento ni la forma adecuados y lo cierto es que no consiguieron nada", se?ala una fuente comunitaria.
En el trasfondo de la batalla de Londres en defensa de la City flota la creaci¨®n de las autoridades europeas de supervisi¨®n financiera. Europa no pod¨ªa seguir con entidades financieras desplegadas por toda la Uni¨®n, pero solo controladas a nivel nacional y deficientemente. Londres sigue sin admitir la necesidad de una autoridad europea que supervise a los bancos que operan en varios pa¨ªses y suponen riesgos sist¨¦micos, porque pueden contagiar a los dem¨¢s.
En la cumbre, Cameron pidi¨® sustancialmente tres cosas. Primero que la Autoridad Bancaria Europea mantenga siempre su sede en Londres. Segundo, que no se utilice la mayor¨ªa cualificada para decidir las contribuciones de los bancos a los fondos p¨²blicos para protecci¨®n de los depositantes. Londres estima que estas contribuciones son tasas y, por tanto, como toda materia fiscal, deben ser aprobadas por unanimidad. Para Bruselas son contribuciones financieras y se pueden adoptar por mayor¨ªa cualificada.
Tercero, el conflicto de las c¨¢maras de compensaci¨®n por el que Londres ha llevado al Tribunal de la UE al BCE. Los brit¨¢nicos temen perder el negocio de las operaciones financieras denominadas en euros, m¨¢s de la mitad de las cuales se realizan en la City y suponen miles de millones.
En los ¨²ltimos meses Reino Unido ya se ha encontrado solo en el debate sobre muchas directivas, como la de los fondos especulativos o la de los derivados. Sabe que el comisario Michel Barnier, tiene una larga lista pendiente de propuestas de regulaci¨®n financiera, como la del comercio de productos derivados que se ver¨¢ la semana pr¨®xima en el Parlamento Europeo. La directiva pretende aumentar la transparencia de las operaciones fuera de mercado, en su mayor¨ªa celebradas en la City, una de las causas que agravaron la crisis financiera.
A juicio de Pau Morilla-Giner, director de Equities, Commodities e Inversiones Alternativas, de London & Capital, lo que de verdad preocupa a la City son dos cosas: "Que se puedan tomar decisiones a nivel europeo sobre la remuneraci¨®n de directivos, como tipos impositivos especiales para banqueros, y que se decidan tambi¨¦n tipos impositivos para las filiales brit¨¢nicas de bancos internacionales". "La City es importante", precisa, "no por los bancos ingleses sino por la gran mayor¨ªa de bancos extranjeros que tienen base aqu¨ª. Se trata de ingresos generados en Reino Unido, pero que son repatriados a otros pa¨ªses. La consolidaci¨®n de estos ingresos en el caso de los bancos americanos se hace en EE UU con acuerdos bilaterales que establecen c¨®mo se pagan los impuestos e Inglaterra no quiere perder esta competencia".
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