"Algo se ha atrofiado en nosotros"
La carretera de Santa Rosa a Petaluma discurre sinuosamente entre los vi?edos del condado de Sonoma. En las lomas se divisan bodegas, campos de naranjos y prados donde pastan vacas y caballos. El lugar concertado para el encuentro es el Washoe, un bar de carretera fundado en 1859. El techo y las paredes est¨¢n empapelados con miles de billetes de un d¨®lar que asoman entre una delirante acumulaci¨®n de objetos de la que nadie en sus cabales intentar¨ªa dar cuenta. Valgan como muestra un reloj eternamente detenido en las 10.30, fotos, cuadros, l¨¢mparas de miner¨ªa, cencerros, un dirigible a escala y un la¨²d polvoriento. De la cornamenta de un ciervo cuelgan unos guantes de boxeo y un l¨¢tigo. Junto a la puerta hay una pianola J. P. Seeburg, y en la pared del fondo, una juke-box con varios centenares de canciones, ninguna de Tom Waits. El m¨²sico llega con unos minutos de retraso, vestido con chaqueta y pantal¨®n vaquero. En la mano lleva un malet¨ªn como los que usan los vendedores de elixires en los westerns. Tiene el cutis joven, la mirada limpia, azul, penetrante, el pelo crespo y rojizo y, cosa ins¨®lita, no lleva sombrero. Aparenta diez a?os menos de los 62 que acaba de cumplir y su aparici¨®n pasa completamente inadvertida entre los parroquianos.
"Me gustar¨ªa regresar a la ¨¦poca en que recorr¨ªa el desierto de Arizona a dedo"
"Mi mujer es un l¨¢tigo y la Biblia. Sin ella no podr¨ªa volar. Me cambi¨® la vida"
"Mi padre era un hombre lleno de vida. dej¨® de hablar por un c¨¢ncer de lengua"
Quienes se ven en el brete de tener que describir la voz de Tom Waits suelen recurrir a s¨ªmiles hiperb¨®licos. Uno de los m¨¢s frecuentes es conjurar la imagen de alguien que hace g¨¢rgaras con un pu?ado de gravilla. Un periodista sustituy¨® los guijarros por esquirlas de cristal, sugiriendo la posibilidad de ayudar a pasar el trago con una cucharadita de veneno de cobra. Seg¨²n el cr¨ªtico Daniel Durchholz, "la voz de Waits suena como si la hubieran puesto a macerar en una barrica de bourbon, poni¨¦ndola luego a secar en un ahumadero por espacio de varios meses para despu¨¦s sacarla a la intemperie para que la arrolle un coche". No falta quien habla de cuerdas vocales rociadas con gasolina ni quien dice que semejante textura de voz hace pensar en alguien que se ha curado el resfriado durmiendo la borrachera en una tumba.
Thomas Alan Waits naci¨® el 7 de diciembre de 1949 en el asiento trasero de un taxi en Pomona (California). Sus padres, californianos de primera generaci¨®n, eran hijos de trabajadores pobres como los que retrat¨® Steinbeck en Las uvas de la ira, gente que emigr¨® de Tejas buscando mejor suerte en los pr¨®speros naranjales del Pac¨ªfico. Su padre, Jesse Frank, era profesor de espa?ol en un instituto, y su madre, Alma, maestra de escuela. Tom Waits pas¨® su infancia en San Diego y sus alrededores. Uno de sus h¨¦roes familiares, su t¨ªo Robert, organista ciego, instal¨® en casa de los Waits un ¨®rgano cuyos tubos sobresal¨ªan a trav¨¦s del tejado. Su padre se fue de casa cuando ten¨ªa 11 a?os. A los 15, Tom form¨® un grupo llamado The Systems con unos amigos del colegio. Aquel curso dej¨® los estudios y consigui¨® su primer trabajo en una pizzer¨ªa que lindaba con una funeraria. Antes de cumplir los 20 a?os hab¨ªa desempe?ado m¨¢s trabajos de los que ser¨ªa razonable enumerar aqu¨ª, entre ellos cocinero, fontanero, bombero, empleado de una licorer¨ªa y conductor de un cami¨®n de helados. Sus primeras actuaciones se las consiguieron novias que trabajaban en clubes locales como el Heritage y el Troubadour, en Los ?ngeles. Durante largos a?os vivi¨® en moteles de mala muerte, como el ominoso Tropicana. Los ingredientes b¨¢sicos de su dieta eran el bourbon, la cerveza y el tabaco. El 25 de octubre sali¨® a la luz Bad as me, ¨¢lbum n¨²mero 20 de su carrera. Un¨¢nimemente elogiado por la cr¨ªtica y sus fans, se trata de un ciclo de 16 temas en los que cuando no roza la perfecci¨®n, la alcanza. El milagro mayor en todo caso es que, tras casi cuatro d¨¦cadas de entrega absoluta a la m¨²sica, Waits ha logrado una vez m¨¢s estar a la altura de su propio genio.
-?Las palabras son m¨²sica?
-Sin la menor duda. En tanto que sonidos, no necesitan nada m¨¢s. Antes de la palabra hay sonidos con los que intento expresar sentimientos. Los sonidos tienen forma. En un sentido amplio, la m¨²sica es ruido organizado. Fue Thelonius Monk quien dijo que no hay notas falsas.
-En todos sus ¨¢lbumes hay temas en los que se limita a recitar. Aunque hay m¨²sica al fondo, est¨¢ como alejada.
-Recuerdo que cuando mi abuelo me llevaba a la iglesia siendo yo ni?o cantaba en voz muy baja. No se sab¨ªa una sola palabra de la letra de los himnos, se inventaba palabras que en realidad eran sonidos muy extra?os (masculla una melod¨ªa cavernosa). Aquel fue un momento importante para m¨ª. Descubr¨ª que es posible inventar sonidos que solo tienen sentido para ti y que a nadie les importa.
En la base de lo que hace Waits hay un fondo que conecta ¨ªntimamente con la sensibilidad literaria. Su primer gran descubrimiento fue Jack Kerouac, cuya obra devor¨® en la adolescencia. Despu¨¦s vinieron los poetas beat, con Gingsberg y Corso a la cabeza, y con mayor contundencia a¨²n la brutalidad descarnada de Charles Bukowski, a quien Waits lleg¨® a tratar. Todos forman parte del lado oscuro del sue?o americano. En su parnaso ¨ªntimo figuran de manera destacada John Rechy, autor de la desgarradora City of night; Hubert Selby, Jr. (?ltima salida: Brooklyn) y el poeta Delmore Schwartz, que muri¨® en un hotel decr¨¦pito en 1966. Y William Burroughs, a quien Waits defini¨® como el Mark Twain de las tinieblas.
-La imagen que conservo de Burroughs es la de un anciano que arrastra fatigosamente el paso tratando de dar con una licorer¨ªa. Se acerca a un tipo que le dice que hay una a la vuelta de la esquina, pero Burroughs no la ve y sigue de largo, totalmente desamparado. Era un tipo muy curioso, muy abierto y muy cerrado a la vez. No le gustaban las mujeres. Mi esposa me dijo en una ocasi¨®n que estando junto a ¨¦l le parec¨ªa estar a merced de una ara?a gigantesca: ac¨¦rcate m¨¢s y te inoculo mi veneno. Con ¨¦l aprend¨ª mucho de reptiles y de rev¨®lveres.
-Burroughs y usted trabajaron a las ¨®rdenes de Robert Wilson en El jinete negro. ?C¨®mo era Wilson?
-Fr¨ªo como el hielo. Parec¨ªa un cient¨ªfico de una estirpe rara. No ten¨ªamos nada que ver. No s¨¦ c¨®mo acabamos juntos. Pero, como dec¨ªa ¨¦l: si dos personas saben las mismas cosas, uno de los dos sobra. Me caus¨® un impacto muy profundo. Yo no sab¨ªa nada de teatro y estaba muy nervioso. ?ramos como un cocodrilo y un rat¨®n.
Waits resulta tan seductor en su faceta de actor como en la de m¨²sico o en persona. El primero en fijarse en ¨¦l fue Sylvester Stallone ("Quer¨ªa que tocara un tema, pero al final cre¨® para m¨ª el personaje de Mumbles"). En Vidas cruzadas, de Robert Altman, interpret¨® el papel de Earl Piggot, un conductor de limusinas alcoh¨®lico. En Tallo de hierro encarna a Rudy, un g¨¢nster de poca monta, junto a su amigo Jack Nicholson. En Bajo el peso de la ley, un filme en el que Jarmusch cuenta la historia de tres prisioneros que escapan atravesando una ci¨¦naga, Waits interpreta el papel de Zach, un disc jockey melanc¨®lico. En uno de sus papeles m¨¢s memorables, Waits hace de vampiro demente a las ¨®rdenes de Francis Ford Coppola.
-?C¨®mo conoci¨® a Coppola? ?Fue ¨¦l quien le busc¨®?
-Quer¨ªa hacer un ciclo de canciones para Corazonada, su obra hu¨¦rfana, una pel¨ªcula muy oscura de la que nadie habla nunca.
-?C¨®mo era?
-Un mago. En cuanto te despistabas, te hac¨ªa un truco. Siempre intentaba obligarte a hacer cosas y se supone que t¨² ten¨ªas que fingir que no te dabas cuenta. Se invent¨® un ejercicio muy bueno. Pon¨ªa a dos actores frente a frente en la misma habitaci¨®n, uno con sombrero y otro sin ¨¦l. El ejercicio consist¨ªa en que el que no ten¨ªa sombrero ten¨ªa que quit¨¢rselo al otro, lo cual generaba una tensi¨®n muy interesante que hac¨ªa que cuando rodaban, la escena tuviera mucha m¨¢s vida. Siempre andaba buscando ese tipo de efectos. En mi caso le interesaban mis canciones. De haber sido capaz, las habr¨ªa compuesto ¨¦l o me habr¨ªa utilizado como si yo fuera una marioneta, cosa que me habr¨ªa parecido muy bien. Coppola es un tipo muy curioso, muy divertido, muy caluroso y muy, muy reservado.
-?Se divirti¨® rodando Dr¨¢cula?
-Much¨ªsimo, aunque solo fueron dos semanas, despu¨¦s me despach¨®. Fue perfecto para m¨ª. Trabaj¨¦ con Richard E. Grant, el actor de Withnail y yo, y nos divertimos much¨ªsimo. El traje que me puso era de lo m¨¢s estramb¨®tico y peculiar (finge tener las manos entablilladas)... Pero no soy actor de verdad, tengo un serio d¨¦ficit de atenci¨®n que me impide hacer cosas demasiado largas, por eso me dedico a componer canciones.
-Pero su carrera de actor est¨¢ llena de ¨¦xitos. A todo el mundo le gusta c¨®mo act¨²a. ?C¨®mo fue su trabajo en La ley de la calle?
-Francis (Ford Coppola) me dijo que escribiera yo mismo mi papel. No te voy a decir nada, pon lo que te salga. Te pones ah¨ª, con el delantal, las gafas, la esp¨¢tula y dices lo que quieras. Y eso es lo que hice. As¨ª me gustan los directores de cine.
Tambi¨¦n trabaj¨® en Tallo de hierro, basado en la novela de William Kennedy. A las ¨®rdenes del brasile?o H¨¦ctor Babenco. Un papel peque?o, pero muy divertido. Con Jack Nicholson, Meryl Streep y Fred Gwynn.
-Con Fred Gwynn (Herman Munster) tambi¨¦n trabaj¨® en Cotton Club. Tengo entendido que se hizo muy amigo de ¨¦l.
-Gran tipo, muy inteligente. Aprend¨ª mucho de ¨¦l. Una vez me dijo: "Cuando me muera y vea a Dios, le voy a decir: 'No pierdas el tiempo viendo los episodios de La familia Monster ni ninguna de las otras pel¨ªculas que he hecho. Con que veas la escena de La luna que hice para Bertolucci, basta".
-Tambi¨¦n ha trabajado con Jim Jarmusch. ?Son muy amigos?
-Me encanta Jim. Es de Akron (Ohio), muy buen hombre de negocios. No s¨¦ c¨®mo describir a Jim. Es una especie de Jackie Gleason a la rusa, una extra?a mezcla de influencias. Tiene una mente muy visual; bueno, claro, si eres director de cine no puede ser de otra manera. Otro experto en el arte de hacer trucos. Observa muy atentamente c¨®mo te mueves, escucha muy atentamente lo que dices y todo eso lo integra h¨¢bilmente en el guion, implicando tu personalidad a fondo. Sabe conectar contigo, y cuando te hace actuar, lo que pasa en la pel¨ªcula lo est¨¢s poniendo t¨², pero es ¨¦l quien ha sabido sac¨¢rtelo.
-?Es eso lo que hizo en Coffee and cigarettes?
-En esa pel¨ªcula me cabre¨¦ de verdad. Cuando Jim me mand¨® el guion, lo le¨ª atentamente y me present¨¦ delante de ¨¦l con un rotulador rojo y le dije. Oye, Jim, hazme un favor, ?puedes poner un c¨ªrculo rojo donde haya chistes, porque la verdad es que yo no veo ninguno? Tuvimos un peque?o altercado por eso. Jim es as¨ª, le gustan los espacios en blanco, poner a dos personajes frente a frente y que se miren los dedos o miren por la ventana, sin decir nada. Lo que la gente no dice le parece tan importante como lo que dice. Es como los silencios en la m¨²sica. Tiene que haber un lugar para ellos.
-?C¨®mo fue rodar Fishing with John con John Lurie?
-Estaba muy molesto porque me hab¨ªa ido de vacaciones a Jamaica y no me apetec¨ªa nada tener que madrugar, subirme a una barca e irme a pescar. Me arrepent¨ª de haber aceptado, pero no me pod¨ªa echar atr¨¢s porque hab¨ªa un equipo de rodaje implicado. Cuando acept¨¦ no sab¨ªa muy bien a qu¨¦ me estaba comprometiendo. Adem¨¢s, yo me mareo cuando me subo a una barca. Pero, bueno, ahora cuando veo a John y hablamos de eso nos re¨ªmos.
-Me advirtieron de que la mejor manera de hablar con usted era improvisar, de modo que no tengo preparado ning¨²n guion. ?Hay algo de lo que le gustar¨ªa hablar?
-Si le parece, podemos hablar del proceso creativo.
-Perfecto.
-Seg¨²n mi mujer, mi percepci¨®n de la realidad est¨¢ muy distorsionada. Lo que aparece en mi radar se transforma inmediatamente en algo que no tiene nada que ver con lo que entr¨®.
-En mi opini¨®n, eso es una descripci¨®n bastante exacta del proceso de creaci¨®n art¨ªstica.
-Tiene raz¨®n. La imaginaci¨®n es como una caja de resonancia en la que queda atrapado cuanto sucede alrededor. Las cosas entran, se quedan un tiempo y salen transfiguradas. Escribir es reorganizar el arsenal de palabras que el lenguaje cotidiano pone a nuestra disposici¨®n. Conoc¨ª a un presentador de televisi¨®n de Los ?ngeles que se dedicaba a observar la posici¨®n que ocupaban los p¨¢jaros en los cables de tel¨¦fono, convirtiendo la imagen en una partitura con su correspondiente melod¨ªa. Cada vez que levantaban el vuelo y regresaban, creaban una melod¨ªa completamente diferente. Si se coge la nota de un suicida y se cambian de orden las palabras, se puede escribir una carta de amor.
-Cuando piensa que tiene 62 a?os, ?se pregunta c¨®mo ha llegado hasta ah¨ª?
-No. S¨¦ perfectamente c¨®mo ha ocurrido, aunque reconozco que ¨²ltimamente hay veces que me entran ganas de volver al pasado con toda la experiencia que he acumulado.
-?A qu¨¦ ¨¦poca de su vida le gustar¨ªa regresar si pudiera?
-A cuando recorr¨ªa el desierto de Arizona haciendo dedo.
-?Qu¨¦ edad ten¨ªa?
-Diecisiete, dieciocho a?os. Viv¨ªa en San Diego, y Arizona era el Estado m¨¢s cercano. Por las noches hace un fr¨ªo terrible en el desierto. Entonces el mundo era muy distinto al de hoy. Para el conductor tambi¨¦n es algo que puede ser fascinante. No sabes qui¨¦n se sube a tu coche. Ese chico puede ser Bob Dylan, antes de ser nadie, cuando a¨²n no ha hecho nada. Sinceramente, creo que en aquella ¨¦poca est¨¢bamos conectados de una manera m¨¢s profunda que ahora con Internet y el celular. Era una forma de comunicaci¨®n que ya no existe porque algo se ha atrofiado en nosotros.
-?De d¨®nde viene su fascinaci¨®n por los trenes?
-Cuando era ni?o, para m¨ª eran importantes los trenes, los caballos, los p¨¢jaros, las piedras, las radios y las bicicletas. En todos los lugares donde viv¨ª de ni?o hab¨ªa trenes. Mi abuela viv¨ªa en La Verne, junto a un campo de naranjos, y me acuerdo que cuando me quedaba a dormir en su casa o¨ªa pasar el Southern Pacific. Mi padre vino a La Verne desde Tejas a trabajar en la recogida de la naranja. Recuerdo que crec¨ªan calabazas silvestres junto a las v¨ªas, y que pon¨ªamos monedas de un penique para que las aplastara el tren al pasar. Ya en Los ?ngeles, cuando iba en coche con mi abuela a hacer la compra, siempre hab¨ªa que parar para que pasara el tren. Se me ha quedado grabada la imagen de los trenes largu¨ªsimos atravesando los naranjales, y la espera, que era un ritual impregnado de respeto. A nadie se le hubiera ocurrido quejarse, era como asistir a un despliegue superior de fuerzas, y la espera resultaba fascinante.
-?Qu¨¦ coche tiene ahora?
-Un coche de anuncio, prefiero no dec¨ªrselo, es muy aburrido. Antes de tener hijos, tener coche era siempre una aventura. Si ten¨ªas una aver¨ªa en la autopista, pod¨ªa ser el principio de algo, pero cuando eres padre deja de resultar divertido o interesante. Si tienes un Jaguar, m¨¢s vale que conozcas a alguien que sepa repararlo. Mi relaci¨®n con los coches ha cambiado; ahora me interesa que sean fiables, seguros, eficientes, poder llegar a las citas con puntualidad, pero cuando era adolescente era toda una aventura. Era otra ¨¦poca. Entonces pod¨ªas comprarte un caballo por cinco d¨®lares y un coche por algo m¨¢s; eso s¨ª, no hab¨ªa garant¨ªa de que llegaran al final de la calle. Me llegu¨¦ a comprar coches tan decr¨¦pitos que nadie se quer¨ªa montar.
-?Recuerda alguno?
-Mi primer coche fue un Buick Road Master del 55; despu¨¦s mi abuela me regal¨® un Cadillac Coup de Ville de segunda mano. Me gustaba mucho un Cadillac del 55, de color negro, que ten¨ªa varios agujeros de bala en la carrocer¨ªa. El tipo que me lo vendi¨® me dijo que sinti¨¦ndolo mucho me ten¨ªa que cobrar un poco m¨¢s porque los balazos sub¨ªan el cach¨¦. Adem¨¢s lo hab¨ªan usado en El Padrino, dijo. Uno de mis coches favoritos fue un Cadillac del 64 de dos puertas, de color champ¨¢n. Lo compr¨¦ en Montana y me dej¨® tirado en medio de un puente. He tenido much¨ªsimos, no esperar¨¢ que me acuerde de todos. [Es el momento de hacer una confesi¨®n period¨ªstica. Cuando Tom Waits se fue del Washoe, espi¨¦ sus movimientos por detr¨¢s de una cortina y le vi entrar en un Audi deportivo negro].
-?Para qui¨¦n escribe sus canciones?
-Para m¨ª.
-?Siente que le queda mucha m¨²sica por escribir?
-?Me est¨¢ preguntando si estoy acabado?
-No.
-Las canciones llegan hasta m¨ª en una cinta transportadora, y se me tiran al cuello, intentando estrangularme. Si no las dejara salir, explotar¨ªan dentro y habr¨ªa que hospitalizarme [se r¨ªe]. Muchas veces siento que no hay nada m¨¢s importante que las canciones que a¨²n no he escrito. Las llevo dentro y la ¨²nica manera de hacerlas salir es a punta de pistola.
Es injusto hablar de la m¨²sica de Tom Waits sin hablar del papel que desempe?a Kathleen Brennan, su mujer, con quien colabora muy estrechamente y que firma con ¨¦l todos los temas de Bad as me, y muchos otros, desde que irrumpi¨® en su vida en 1979. Coppola acababa de contratarlo para que escribiera la banda sonora de Corazonada. Brennan trabajaba como editora de guiones para el cineasta. Se casaron a los ocho meses y, por primera vez desde que sac¨® su primer ¨¢lbum, pas¨® un a?o sin que viera la luz ning¨²n trabajo nuevo. Cuando sali¨®, el resultado fue fascinante. Swordfishtrombones marc¨® un giro llamativo en la evoluci¨®n de la m¨²sica de Waits. Los temas de siempre, su visi¨®n del mundo, segu¨ªan intactos, pero Brennan le aport¨® elementos que no estaban presentes anteriormente. El matrimonio interrumpi¨® el descenso de Waits en l¨ªnea recta hacia el infierno. Dej¨® de fumar y de beber, abandon¨® la demoniaca ciudad de Los ?ngeles y se refugi¨® en el campo. Nada de ello afect¨® a las cualidades de su m¨²sica, que, lejos de perder fuerza y acidez, gan¨® en riqueza de matices. El papel que desempe?a Brennan en todo este proceso no ha sido nunca suficientemente valorado. Waits y Brennan tienen tres hijos: Kellesimone, la mayor, tiene 27 a?os y es pintora; Casey, de 25, es bater¨ªa y toca con su padre; el menor, Sullivan, tiene 17 a?os.
-?Qu¨¦ aporta su mujer a las canciones?
-Un l¨¢tigo y la biblia. El libro de las revelaciones. Me pulveriza para que no escriba la misma canci¨®n una y otra vez. Sin ella no podr¨ªa volar, es como un mapa capaz de doblarse hasta hacerse infinitamente peque?o, pero cuando lo despliegas descubres que todo est¨¢ ah¨ª, todos los sue?os que has tenido, todos los lugares a los que has querido ir alguna vez. Es una madre modelo, una gran colaboradora, una excelente persona, me cambi¨® la vida. Tengo que tener cuidado con lo que digo porque luego lo lee.
-?Qu¨¦ dicen sus hijos de la m¨²sica que hace?
-Les gusta porque soy su padre, de la misma manera que les gusta mi pajarita, mi sombrero o mi abrigo.
-Pero les interesar¨¢n cosas muy distintas.
-La m¨²sica que se oye en casa no la controla nadie de mi edad. Lo m¨¢s divertido es cuando me dicen cosas como: oye, pap¨¢ ?te suena de algo un tal James Brown?
-?C¨®mo era su padre?
-Vino de Tejas muy de ni?o y se cri¨® en los naranjales que crecen a orillas del r¨ªo Pomona. Aprendi¨® espa?ol con los emigrantes mexicanos que ven¨ªan a trabajar en la cosecha. Se le daban muy bien los idiomas. Sus dos hermanas se casaron con millonarios. Era el menor de la familia, un tipo solitario y un atleta.
-?Le dej¨® muy marcado cuando se fue de casa?
-Fue un golpe brutal. A los diez a?os no es posible entender una cosa as¨ª. Estaba convencido de que se hab¨ªa ido por mi culpa, que se habr¨ªa cabreado porque nunca me limpiaba los zapatos ni hac¨ªa los deberes. Unos d¨ªas antes hab¨ªa estado estrellando naranjas contra el parabrisas del coche que se acababa de comprar, y pens¨¦ que a lo mejor se hab¨ªa ido por eso.
-?Le afect¨® su muerte?
-Mucho. Fue muy extra?o, porque estaba muy orgulloso de hablar varios idiomas y se sab¨ªa de memoria miles de canciones de mariachis que le encantaba cantar. Pero contrajo un c¨¢ncer de lengua y le tuvieron que extirpar un trozo y desde entonces dej¨® de hablar porque no le gustaba nada c¨®mo sonaba su voz, as¨ª que se vio condenado a un silencio total, ¨¦l que lo que m¨¢s amaba en el mundo eran las palabras. Pero yo s¨¦ que anda por ah¨ª, flotando en alguna parte del mundo; puede que est¨¦ aqu¨ª ahora mismo en esta habitaci¨®n, escuchando lo que digo sobre ¨¦l, yo qu¨¦ s¨¦. Era un hombre lleno de vida, un aventurero indomable. Mi madre... Se cas¨® con una mujer que iba a la iglesia todos los d¨ªas, nunca he entendido para qu¨¦. No hac¨ªan buena pareja. Su matrimonio no fue una buena idea, en mi opini¨®n.
-?Le gusta el sonido de los discos de vinilo?
-Mucho. Hay infinidad de discos de vinilo que jam¨¢s se han pasado a CD. El sonido es completamente diferente. A veces, el ruido est¨¢tico es m¨¢s interesante que la m¨²sica en s¨ª, o entre los dos crean una suerte de espectro. Me da la sensaci¨®n de que hay alguien pidiendo ayuda dentro del disco y me entran ganas de asomarme.
-?Prefiere el directo o el estudio?
-Prefiero las sesiones de grabaci¨®n porque se puede borrar. Es como entrar en una habitaci¨®n y hacer que llueva.
-?Qu¨¦ hace cuando se siente bloqueado art¨ªsticamente?
-Cojo una grabadora peque?a, la meto en un cubo de basura con ruedas y me voy a dar vueltas por ah¨ª. Cuando me canso, rebobino y escucho la grabaci¨®n y siempre me inspira a escribir cosas.
-?Cu¨¢l es su ruido favorito?
-El estampido de un rev¨®lver disparado lo m¨¢s cerca posible de las orejas.
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