Despu¨¦s de la crisis, ?qu¨¦?
Los efectos presentes o potenciales de la crisis financiera sobre el sistema de relaciones internacionales no deber¨ªan relegar sino resaltar la necesidad de abordar ineludibles problemas de car¨¢cter global
Cualquiera que sea la perspectiva que se adopte, resulta ya evidente que el marco de relaciones internacionales se ha visto afectado muy negativamente por el abrumador imperativo econ¨®mico de la crisis en los pa¨ªses m¨¢s desarrollados. El orden de prioridades se ha alterado de manera significativa, el clima de cooperaci¨®n ha empeorado y las cuestiones de estabilidad financiera han pasado a un primer plano casi exclusivo. Se ha producido as¨ª una aut¨¦ntica distorsi¨®n de la incipiente agenda internacional que se hab¨ªa venido gestando para tratar de encauzar el proceso de globalizaci¨®n hacia una gobernabilidad m¨¢s democr¨¢tica y una prosperidad m¨¢s equitativa. Ahora bien, los efectos presentes o potenciales de la crisis financiera sobre el sistema de relaciones internacionales no deber¨ªan relegar sino resaltar la necesidad de abordar ineludibles problemas de car¨¢cter global que exigen por tanto respuestas pol¨ªticas tambi¨¦n globales. Entre estas respuestas se incluye un replanteamiento en la escala y el alcance de la cooperaci¨®n para el desarrollo, con el fin de transformarla en un instrumento estrat¨¦gico de un nuevo multilateralismo eficaz.
El Gobierno del PP tiene una gran oportunidad de consolidar los logros alcanzados
La ayuda ha sido v¨ªctima tambi¨¦n del dr¨¢stico ajuste del gasto p¨²blico y se ha reducido
Algunas de las tendencias globales est¨¢n suficientemente contrastadas: crisis alimentaria, crisis energ¨¦tica, cambio clim¨¢tico, aumento acelerado de la poblaci¨®n en los pa¨ªses m¨¢s pobres, incremento del n¨²mero de refugiados y desplazados por conflictos b¨¦licos y desastres naturales, extensi¨®n del tr¨¢fico ilegal de personas, y los datos no hacen sino agravarse con nuevas evidencias sobre la desigualdad internacional. Con la excepci¨®n de algunos pa¨ªses de Asia y Am¨¦rica Latina, el mundo en desarrollo no se ha beneficiado del crecimiento exponencial de la econom¨ªa mundial en los ¨²ltimos 50 a?os. Hoy m¨¢s de 1.000 millones de personas siguen viviendo en extrema pobreza. Alrededor de 400 millones de personas en 18 pa¨ªses se encuentran ahora peor de lo que estaban hace 15 a?os, la mayor parte de ellos en el ?frica subsahariana. El plazo de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (2015) -una agenda de m¨ªnimos- est¨¢ cerca de agotarse, pero un total de 33 pa¨ªses, con m¨¢s de 1.700 millones de personas, una cuarta parte de la poblaci¨®n mundial, no han alcanzado ni la mitad de las metas.
El camino iniciado en Nueva York (2000) con los ODM, seguido por Monterrey (2002) sobre financiaci¨®n del desarrollo, Par¨ªs (2005) evaluaci¨®n de la eficacia de la ayuda y Accra (2008), con la propuesta de un programa de acci¨®n, jalonan una serie de avances innegables, pero lentos e insuficientes. La Declaraci¨®n final aprobada en el reciente Foro de Bus¨¢n (29 de noviembre-1 de diciembre) propone un cambio de paradigma, al poner el acento, en lugar de la "ayuda al desarrollo", en la creaci¨®n de nuevas asociaciones inclusivas de "cooperaci¨®n para el desarrollo", abiertas a los pa¨ªses emergentes y a la participaci¨®n no solo de los Gobiernos sino tambi¨¦n de la sociedad civil, incluidas las empresas. Asimismo, se establece un mecanismo de seguimiento y evaluaci¨®n compartida por la OCDE y las Naciones Unidas, y se aboga por un reforzamiento de la transparencia y la rendici¨®n de cuentas, a la vez que se ampl¨ªan las v¨ªas de cooperaci¨®n, con modalidades Sur-Sur y triangulares. No obstante, las respuestas planteadas carecen del necesario compromiso vinculante y de la responsabilidad compartida entre pa¨ªses desarrollados y en desarrollo. Como ha se?alado el secretario general de la OCDE, ?ngel Gurr¨ªa, la agenda de cooperaci¨®n internacional, "est¨¢ en realidad al principio del camino". Todav¨ªa permanecen muchas sombras, pero existen algunas luces para ir trazando una hoja de ruta innovadora que permita acelerar el avance y generar cambios en el statu quo.
Espa?a ha dado un salto importante en el ¨²ltimo decenio en el campo de la cooperaci¨®n, tanto en recursos como en su despliegue internacional. El sistema espa?ol se ha alineado con los mejores principios y pr¨¢cticas y ha reforzado factores clave como la planificaci¨®n, los marcos de cooperaci¨®n, las pol¨ªticas sectoriales y la focalizaci¨®n de la ayuda, as¨ª como la coordinaci¨®n interna y con la comunidad internacional. El nuevo Gobierno del Partido Popular, surgido de una amplia victoria electoral, tiene una gran oportunidad de consolidar los logros alcanzados y de completar y mejorar la estructura del sistema, apostar por la calidad de los procesos y definir mejor nuestra estrategia de cooperaci¨®n para que se integre de manera m¨¢s eficaz en la pol¨ªtica exterior, mediante el consenso parlamentario y el apoyo de la sociedad civil. Espa?a junto a sus socios de la Uni¨®n Europea deben liderar esa nueva visi¨®n de cooperaci¨®n para el desarrollo anunciada en Bus¨¢n que combine la lucha contra la pobreza y la defensa de los derechos humanos con la consecuci¨®n de un desarrollo global m¨¢s sostenible y m¨¢s equitativo. Nuestra pertenencia al G-20 debiera permitirnos tambi¨¦n poner sobre la mesa, de la mano de pa¨ªses afines (Brasil, M¨¦xico, Argentina) algunas cuestiones globales candentes e insistir en la importancia clave de los flujos de cooperaci¨®n b¨¢sicos para el desarrollo de los pa¨ªses m¨¢s necesitados. Junto a las campa?as de sensibilizaci¨®n hace falta construir y poner en pr¨¢ctica instrumentos de vigilancia social multinivel, a escala nacional e internacional, para influir en la toma de decisiones, mecanismos de seguimiento y rendici¨®n de cuentas, que permitan un escrutinio continuo y una amplia participaci¨®n ciudadana, tanto en los pa¨ªses desarrollados como en los pa¨ªses en desarrollo, para forjar coaliciones y espacios de concertaci¨®n internacional.
Por lo dem¨¢s, el posible impacto global de la nueva cooperaci¨®n para el desarrollo ser¨¢ limitado, si se compara con otras magnitudes relacionadas con un mayor acceso, a ser posible de modo simult¨¢neo, a los mercados internacionales de mercanc¨ªas, capital y trabajo, por parte de los pa¨ªses pobres. Este es el verdadero test de las reformas de la cooperaci¨®n internacional, tal como se establece, aunque sea vagamente, en el ¨²ltimo y m¨¢s importante de los ODM, relacionado con el establecimiento de asociaciones para el desarrollo. Mientras tanto, la Ronda de Doha sobre nuevas regulaciones comerciales internacionales sigue en el limbo y el G-20 parece tener otras urgencias.
Una de las mejores im¨¢genes de Espa?a en el exterior ha sido su solidaridad con quienes est¨¢n en peores circunstancias. La cooperaci¨®n espa?ola ha sumado esfuerzos de las instituciones p¨²blicas, las ONG y las contribuciones privadas. Sin embargo, la ayuda ha sido v¨ªctima tambi¨¦n del dr¨¢stico ajuste del gasto p¨²blico y se ha reducido significativamente en los ¨²ltimos a?os. La solidaridad, la que damos y la que recibimos, forma parte de nuestra historia y a pesar de las dificultades, sigue siendo un bien p¨²blico necesario. Entre las condiciones de la salida de la crisis est¨¢ potenciar nuestra dimensi¨®n externa, una de cuyas principales bazas es la cooperaci¨®n, al mismo tiempo que contribuimos a una reconversi¨®n del modelo de desarrollo acorde a los imperativos de la sostenibilidad y la gobernanza global. Tras esos centenares de millones de euros que se recortan a la cooperaci¨®n, hay tambi¨¦n centenares de millones de ni?os desnutridos, de mujeres amenazadas de discriminaci¨®n y violencia, de familias vulnerables desplazadas por conflictos b¨¦licos y desastres naturales, y de proyectos iniciados por comunidades cuyas expectativas quedar¨¢n frustradas. Y ese retraso y abandono provocar¨¢ m¨¢s tarde otras emergencias y otras urgencias que llamar¨¢n a nuestras puertas y complicar¨¢n, si cabe, la ya de por s¨ª compleja y abrumadora agenda global.
Carmelo Angulo es diplom¨¢tico y director del Instituto de Cooperaci¨®n para el Desarrollo Humano, UCJC; Tom¨¢s Jim¨¦nez Araya es profesor del M¨¢ster de Derechos Humanos, Democracia y Globalizaci¨®n, UOC, y Jos¨¦ ?ngel Sotillo es director del Instituto Universitario de Desarrollo y Cooperaci¨®n, UCM.
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