Triunfo de los peque?os

De todas las producciones de esta compa?¨ªa privada moscovita vistas en Madrid, Cascanueces es la m¨¢s elaborada y la mejor presentada. La imaginativa escenograf¨ªa de Zlobin recrea ambientes fe¨¦ricos y el esmerado vestuario de Epatieva pone la nota de color y la gracia de un dibujo donde no se ci?e a una ¨¦poca, sino a la atm¨®sfera de enso?aci¨®n.

Hay ideas muy buenas, como el retablillo del primer acto o el Vals de las flores, el mejor n¨²mero de la velada; o la inclusi¨®n de la mu?eca articulada de Coppelia, sutil homenaje a Petipa. Los dos bailarines principales, Duminika Radamaria (una buena encarnaci¨®n de Masha) y el ya conocido Nariman Bekzjanov (en mejor forma esta vez), son solventes artistas que dominan los roles y en el pas de deux (donde Tarand¨¢, por instinto y suerte para el espectador, ha preservado bastantes figuras y material original de la lectura can¨®nica de Lev Ivanov) se muestran seguros y en estilo. Sin embargo, los aplausos extempor¨¢neos de los ni?os participantes (los m¨¢s brillantes de la funci¨®n, disciplinados y muy en su papel) o el reclamo del personaje Droselmeyer pidiendo palmas a comp¨¢s enturbian el resultado. Alg¨²n maestro-repetidor deb¨ªa ense?arles esa m¨¢xima b¨¢sica: los aplausos de escena en el ballet acad¨¦mico deben ser siempre parte de una pantomima muda para no interferir groseramente en la m¨²sica, que en este caso concreto, es el bien mayor.

Los m¨¢s peque?os, destinatarios de la representaci¨®n, se lo pasan bien, y ojal¨¢ alguien les explique, junto al cuento de navidad, que el ballet tambi¨¦n existe a una escala mayor y so?ada.